Coincidiendo con
el peor momento de una reciente y prolongada sequía que atravesó el
Uruguay, el periódico local El País, desde su suplemento Qué Pasa, se
interrogó acerca de las posibilidades de utilizar el Acuífero Guaraní
como fuente de agua para uso agrícola, entre otros. La Secretaría
Regional de la UITA fue consultada para ese informe periodístico, ya
que, con el apoyo de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y
Estibadores (UATRE), desde hace ocho años realiza un trabajo de
investigación y seguimiento sobre el Sistema Acuífero Guaraní, y el tema
del agua en general. Por considerarlo de interés general, Sirel
reproduce a continuación el citado informe de El País.
La actual sequía puso
una vez más al agua en el centro de la atención pública. Muchos se
preguntan por qué dependemos de la lluvia cuando bajo nuestro suelo hay
tanta que alcanzaría, en teoría, para abastecernos para siempre.
Desde que la existencia
del Acuífero Guaraní entró en el debate político y científico hace
varios años (el plebiscito por este tema fue hace cinco años), la
interrogante reaparece con regularidad. El Acuífero, parece, debería
poder solucionar los problemas más acuciantes en torno al agua y su
escasez, tanto para consumo humano como industrial.
El martes 17, en la
sección Ecos de El País, el remitente “Nelson” formulaba la misma
pregunta: “¿Por qué si se dice que estamos sobre una reserva de agua
dulce de las importantes del mundo, no hacemos uso de ella?”.
El ingeniero agrónomo -y
master en técnica de riego- José Luis Pascual sostiene que
escucha la misma pregunta desde hace varios años. Pascual
escribió el año pasado un artículo (El agua ¿tiene fronteras?) en la
revista de la Red Geoespacial de América del Sur (Geosur), donde
explica la extensión y la importancia del Acuífero: “Este acuífero, que
se extiende a través de la cuenca del río Paraná abarcando alrededor de
1.200.000 km2 (...) contiene reservas de agua dulce estimadas en el
orden de los 40.000 km3 (...) con dicho volumen se podría abastecer a la
población mundial actual durante 200 años a razón de 100 litros por día
por habitante”, escribió el experto. Impresiona ¿no? Pero no es tan
fácil. En primer lugar, Uruguay comparte con Argentina,
Brasil y Paraguay el acceso al Guaraní (el 5 por ciento de
ese acuífero está bajo territorio uruguayo). No es todo nuestro.
“Este acuífero contiene reservas de agua dulce estimadas en
los 40.000 km3; con dicho volumen se podría
abastecer a la población mundial actual durante 200 años a
razón de 100 litros por día por habitante”
Ingeniero agrónomo
José Luis Pascual |
Además, tanto Pascual
como otras personas consultadas por Qué Pasa, señalan que ya se hace uso
de las aguas del Acuífero Guaraní. La coordinadora nacional del Proyecto
SAG, Lourdes Batista, del Ministerio de Vivienda y Medio
Ambiente, explica: “Las aguas termales en las termas de Daymán, Arapey y
Guaviyú, por ejemplo, vienen de ese acuífero”. Y Pascual agrega
que el Acuífero abastece con agua potable al departamento de Rivera. Ya
hay un uso comercial (turismo) y social (consumo humano) de esa reserva.
El ingeniero José
Luis Genta, máximo jerarca de la Dirección Nacional de Aguas y
Saneamiento (Dinasa), dice que no porque Uruguay esté
encima de una reserva de agua tan importante se puede deducir que
tenemos la solución a todos los asuntos. “Es inviable, económicamente
hablando, para un productor lechero en San José, o en Colonia, llevar
agua del Acuífero Guaraní, que se tiene que extraer en el norte del
país, hacia su establecimiento. Para ese productor, las opciones tienen
que ser otras”, dice, dado que embarcarse en un proyecto de esas
características pronto lo llevaría a la bancarrota.
Genta
informa que en estos días concluye el mayor estudio que se haya
realizado sobre el SAG, un trabajo de investigación en el cual
participaron técnicos de los cuatro países, además de asesores
canadienses e israelíes y que insumió un poco más de cinco años de
trabajo. Los resultados serán publicados en breve y servirán -se espera-
como fundamento de la elaboración de políticas públicas sobre el acceso
y la utilización del agua.
Lago
subterráneo
Genta
destaca la importancia de haber participado en una investigación que
hubiese sido imposible de llevar a cabo si el país hubiese querido
hacerla por su cuenta, mientras que Batista resalta que, entre
otras cosas, ese trabajo dejó instrumentado un sistema de información
geográfico y una red de monitoreo básico.
Respecto a la
explotación de ese acuífero (que no es el único desde el cual el país
extrae agua, también se obtiene del Acuífero Raigón), tanto el jerarca
ministerial como el ingeniero Pascual hacen hincapié en que el
Guaraní no es la panacea. “No es un lago subterráno al cual se le pueda
meter una manguera y sacar todo lo que se quiera”, dice Pascual.
Y especifica: “Cada pozo que se hace, cada perforación, va a dar una
cantidad de agua determinada. Por más que el Guaraní tenga muchísima
agua, cada perforación tiene limitantes que condicionan la cantidad de
agua que se pueda extraer”.
En
estos días concluye el mayor estudio que se haya realizado
sobre el SAG, una investigación en la cual participaron
técnicos de los cuatro países del Mercosur, además de
asesores canadienses e israelíes y que insumió cinco años de
trabajo |
Los pozos más accesibles
del Guaraní están en el departamento de Rivera, aproximadamente a 100
metros de profundidad (en comparación, en Salto hay que hacer pozos de
un kilómetro para abastecer a las termas, a un costo de más de un millón
de dólares por pozo). Pascual explica que un pozo hecho en Rivera
proporciona aproximadamente 100.000 litros por ahora, un caudal
absolutamente insuficiente para el consumo de agua de Montevideo, por
ejemplo.
El técnico quiere
demostrar con esas comparaciones y números que el acceso y la
explotación del SAG, sea para los fines que se elija, presenta
problemas de complicada solución, y que, como dice Genta, hay que
estudiar la viabilidad de cada extracción de agua del subsuelo para cada
caso.
No es lo mismo un
productor de leche en San José, que uno ganadero en Artigas. Ni es lo
mismo una estancia de miles de hectáreas que una chacra de unas pocas
cuadras de extensión. Son contextos y condiciones específicas que deben
formar parte de una evaluación que tiene que contemplar muchas
variables. “No hay una única solución que sirva para todas las
situaciones. Y las inversiones que se puedan o deban hacer dependerán de
las necesidades y demandas específicas de cada proyecto”, afirma
Genta.
Cuando Qué Pasa realizó
un informe sobre cómo afectaba la sequía al departamento de San José, en
enero pasado, la directora de la Unidad de Desarrollo de la Intendencia,
Mercedes Antía, se lamentaba de que varios productores locales
depositaran toda su esperanza en la lluvia y no se tomaran previsiones
más allá de lo que pueda caer del cielo.
Genta,
por su lado, razona en términos similares: “La producción en el campo
uruguayo ha cambiado y ahora requiere más agua que antes. Pero todavía
no se ha desarrollado una cultura que tenga en cuenta que si la
producción necesita más agua, hay que invertir para generar una
infraestructura que garantice el acceso a ese recurso”.
Otro aspecto que acentúa
los problemas de los productores es que a medida que la integración a
los mercados extranjeros es cada vez más pronunciada, la presión de
dichos mercados es mucho mayor. “Hace 20 años, si un productor tenía
vacas flacas tal vez no significaba un problema tan grande. Hoy, cuando
se produce mucho más, y con mayor calidad, el problema que se plantea
cuando falta el agua es mucho mayor. De todas formas, creo que esta
sequía ha contribuido a generar una mayor conciencia acerca de los
desafíos y la importancia del acceso al agua”, según el director de
Dinasa.
El periodista Carlos
Amorín trabaja desde hace ocho años en el tema del agua, y
específicamente estudiando las posibilidades y los peligros que puede
acarrear la explotación del Acuífero Guaraní para la Unión
Internacional de Trabajadores de la Alimentación, Agrícola, Hoteles,
Restaurantes, Tabaco y Afines (UITA). También él dice que la
producción en el campo uruguayo ha cambiado y que el tema del acceso al
agua es cada vez más importante. “¿Alguien cree que si tenemos millones
de hectáreas forestadas con eucaliptos eso no va a tener consecuencias
dada la cantidad de agua que necesita ese árbol? La forestación no causa
la sequía, pero la agrava”.
Amorín
menciona la forestación como ejemplo de un cambio importante en el campo
uruguayo, que repercute sobre el acceso y la distribución del recurso en
cuestión. “Muchas veces me da la impresión de que los uruguayos somos
bastante rápidos para entender la importancia de las innovaciones y los
avances tecnológicos, pero no lo hacemos en la misma medida respecto a
novedades y avances en filosofía y ética. No todo se resuelve con más
banda ancha. Y aún creo que falta ver al medio ambiente como un todo que
está relacionado y vinculado. Hasta ahora, el tema del agua no ha
entrado en el cálculo que hacen los políticos”, comenta. De todos modos,
Amorín, quien siguió de cerca el desarrollo del estudio llevado a
cabo sobre el Guaraní, lo define como “muy riguroso”.
“¿Alguien cree que si tenemos millones de hectáreas
forestadas con eucaliptos eso no va a tener consecuencias
dada la cantidad de agua que necesita ese árbol? La
forestación no causa la sequía, pero la agrava”
(Carlos
Amorín) |
Amorín
dice que las reservas del Guaraní son tan grandes que, en teoría, pueden
abastecernos de agua para siempre. A no ser que se mate a la gallina de
los huevos de oro: “Si lo único que impera en la explotación del
Acuífero es la lógica mercantilista, si no se tiene en cuenta que no se
puede extraer el agua y devolverla contaminada por agroquímicos,
entonces va a llegar un momento en el cual no podremos usar más de esa
agua”. Para él, hay que elaborar una política global que contemple las
condiciones ecológicas en el tema del acceso y la distribución del agua,
y que imponga límites a la cantidad de agua que se saque desde el
subsuelo.
Tabaré Aguerre,
presidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz, dice que puede
aportar conocimiento y experiencia en el tema del agua para la
producción agrícola. En un editorial redactado para la revista de la
gremial hace tres años, Aguerre decía: “Un sector que maneja el
90 por ciento del agua de riego en este país tiene mucho para opinar en
el uso de la misma. Quienes dominamos el agua por la necesidad de
nuestro cultivo creemos que llega la hora de reconocer que somos un ‘un
país seco donde llueve mucho’. De la inteligencia y sustentabilidad en
las estrategias de acopio de agua y su posterior utilización, dependerá
buena parte del futuro productivo del país”.
El presidente de la
gremial piensa que se puede hacer bastante con la construcción de
embalses para almacenar agua, tal como lo hacen, por necesidad, los
arroceros. Aunque tampoco en este caso se puede transferir
automáticamente métodos y soluciones de un sector productivo a otro.
“Cada sector tiene necesidades específicas. El arroz necesita mucha
agua, pero otros cultivos necesitan menos. Y si se van a construir
represas para el almacenamiento de agua, esas obras -que necesitan
hacerse- deben tomar en cuenta las situaciones locales. De poco sirve
una represa en una zona donde, por razones productivas, no haya demanda
de agua para los cultivos”, explica.
Lo que sí parece cada
vez más necesario, en su opinión, es el desarrollo de una cultura de
riego que sigue ausente en buena parte de la producción agropecuaria
uruguaya.
“Es un gran desafío,
pero tenemos esperanzas de que el Grupo de Desarrollo de Riego, formado
a fines del año pasado a instancias de la Universidad de la República y
en el cual participamos, sea uno de los caminos para conseguir mitigar
los efectos de las futuras sequías que van a afectar a la producción
nacional”.
Fabián Muro
Suplemento Que Pasa de
El País
Uruguay, 26 de febrero de 2009