Tal es lo que afirma un informe presentado al parlamento
francés por dos diputados ecologistas, Noel Mamére e
Yves Cochet, en el que se subrayan igualmente las
consecuencias negativas del accionar de esas
empresas en el propio país europeo. El Parlamento
galo decidió a fines de noviembre último conformar
una comisión de 25 miembros para investigar las
actividades de esas firmas, que además manejan
fondos públicos.
Las compañias transnacionales francesas, entre las cuales
destacan Suez-Lyonnaise des Eaux, Saur y Veolia,
distribuyen agua y brindan saneamiento a más de 300
millones de personas residentes en alrededor de 130
países de todos los continentes.
El mercado del agua, que el Banco Mundial evaluó en cerca de
un billón de dólares, es un “verdadero tesoro por el
cual pugnan las transnacionales”, declaró Mamère a
la prensa a comienzos de este mes de diciembre.
El sector privado del agua abastece a un 8 por ciento de la
población mundial y aspira a cubrir, en los próximos
años, el 25 por ciento, la casi totalidad de la
población solvente del orbe, señalan ambos
legisladores.
Las empresas del sector, sostienen, “aseguran una presencia
multiforme del estado francés en los terrenos
económico y financiero, establecen lazos al más alto
nivel con dirigentes de los países en que operan e
interfieren directamente en la política de ayuda
pública al desarrollo llevada a cabo por Francia”.
“El Estado debe ser consciente de que el deterioro de la
imagen de las compañías francesas del sector redunda
negativamente sobre la imagen” global del país,
concluyen.
En numerosos países, en particular en Ghana, Argentina,
Bolivia, Chile y Uruguay, han tenido lugar fuertes
movimientos sociales de contestación de las
políticas desarrolladas por esas firmas en
diferentes aspectos, especialmente las alzas
continuas de tarifas, apunta el informe presentado
por los legisladores.
En ciertos lugares esas luchas han llevado a las compañías a
retirarse. Así, Suez se marchó de Argentina y podría
hacerlo de Bolivia, al tiempo que centenas de
familias chilenas la han llevado a juicio.
En Uruguay, un plebiscito desarrollado en octubre de 2004,
junto a las elecciones nacionales que marcaron el
triunfo de la coalición de centroizquierda Frente
Amplio, incorporó a la Constitución un artículo por
el cual los servicios de distribución de agua y
saneamiento deben ser estatales.
En su informe parlamentario, los dos legisladores verdes
consideran que el agua, “tanto en Francia como en el
resto del mundo, no es una mercancía sino un recurso
raro y un bien común que jamás puede ser
privatizado”.
Las ganancias de estas empresas son fabulosas. En 2004, Suez
obtuvo beneficios por más de 1.800 millones de
euros, sobre un ingreso superior a los 40.700
millones. Globalmente, las ganancias de estas firmas
superan en un tercio a las logradas por el sector
farmacéutico, otro de los más pujantes de la
economía francesa.
La investigación parlamentaria promovida por los dos
legisladores “verdes” apunta a saber, entre otros
puntos, si las compañías del sector “actúan de
conformidad con las misiones de servicio público que
pretenden asumir” y la forma en que administran las
ayudas que les han acordado instituciones
financieras internacionales como el Banco Mundial.
Junto a Danielle Mitterrand, fundadora de la Asociación por
un Contrato Mundial del Agua, Mamère promovió el año
pasado una investigación sobre una presunta
sobrefacturación y desvío de fondos públicos de
parte de Vivendi, antiguo nombre de la actual Veolia.
Dirigentes de esa firma son acusados de haber manejado de
manera fraudulenta, a fines de 1996, un fondo por
4.500 millones de euros de origen estatal y
destinado en principio a la renovación de la red
francesa de distribución de agua. El dinero fue
depositado en Irlanda, uno de los paraísos fiscales
europeos.
“En el mundo entero, como lo han hecho en su propio país, las
compañías francesas del agua han actuado y actúan de
manera abusiva. Debemos frenar ese comportamiento,
que afecta la imagen de Francia en el mundo, y al
mismo tiempo denunciar la mercantilización creciente
de este recurso”, estimó Danielle Mitterrand en
2004, en momentos en que se constituía en París una
comisión de investigación parlamentaria para conocer
el destino de los 4.500 millones de euros desviados
por Vivendi.
A fines del año pasado, la viuda del ex presidente socialista
francés François Mitterrand encabezó una delegación
francesa que realizó una gira por América latina
promoviendo la lucha contra la “mercantilización del
recurso agua”.
Daniel Gatti
© Rel-UITA
15 de diciembre
de 2005