Argentina
Kirchner le rescindió el contrato
a Aguas Argentinas |
Después de una larga
e infructuosa negociación entre el Poder Ejecutivo y
el grupo francés Suez, el presidente Néstor Kirchner
decidió rescindir el contrato de concesión de Aguas
Argentinas y crear una empresa estatal para proveer
de agua potable y cloacas en la Capital Federal y 17
partidos del conurbano bonaerense.
Las medidas fueron anunciadas ayer por el ministro de
Planificación Federal, Julio De Vido, en una conferencia
de prensa de la que también participaron el gobernador
bonaerense, Felipe Solá; el jefe de gobierno porteño,
Jorge Telerman, y el secretario de Obras Públicas, José
López.
De Vido acusó a Aguas Argentinas de no haber cumplido con el
plan de obras comprometido para la expansión y mejora
del servicio, y de "poner en peligro la salud de la
población" por el nivel de nitratos encontrado en
algunas localidades del conurbano, como Llavallol. "El
incumplimiento de la concesionaria registra tal
persistencia y afecta garantías tan primarias de los
usuarios que (el Estado) se ve obligado a rescindir el
contrato de concesión por culpa del concesionario", dijo
De Vido. López anunció que el Gobierno invertirá $ 144
millones para resolver el problema de los nitratos, al
tiempo que el año próximo se destinarán 205 millones
para el mejoramiento del servicio. También aseguró que
no habrá ajustes de tarifas ni despidos.
La nueva empresa se llama Aguas y Saneamiento Argentinos (AYSA),
y será presidida por el abogado Carlos Humberto Ben, que
hasta ayer se desempeñaba como director adjunto de la
compañía. El 90% estará en manos del Estado nacional y
el 10% seguirá en manos del sindicato de empleados.
Ayer, el secretario general, José Luis Lingieri, celebró
la reestatización en la sede de Aguas, rodeado de un
centenar de trabajadores: "Volvemos al Estado, pero a un
Estado que invierta, como se comprometió el presidente
Néstor Kirchner".
La empresa, por su parte, rechazó los argumentos del
Gobierno, y recordó que durante su operación "se
incorporaron dos millones de personas al servicio de
agua potable y un millón a los servicios de desagües
cloacales", y precisó que "se invirtieron US$ 1700
millones".
En rigor, ya en septiembre del año pasado Suez, principal
accionista de la empresa y el mayor operador del negocio
del agua en el mundo, había anunciado que dejaba la
concesión ante la falta de avances en la renegociación
con el Gobierno. Los puntos que trabaron el acuerdo
fueron el ajuste de tarifas que pedía la empresa, la
necesidad de inversiones para garantizar la expansión
del servicio (que demanda alrededor de $ 400 millones
anuales) y una abultada deuda de US$ 670 millones, que
hizo inviable la operación luego de la devaluación.
Reclamo por
tarifas
Aguas fue de las primeras empresas en firmar un acta acuerdo
con el Gobierno, que contemplaba un ajuste tarifario del
53% en dos años. Sin embargo, el temor a la inflación
hizo que el mismo Kirchner le bajara el pulgar al
acuerdo.
La presencia de nitratos en el agua había sido denunciada por
el ombudsman nacional, Eduardo Mondino. También fue
motivo de múltiples multas por parte del ente regulador
del sector (Etoss), que preside Carlos Vilas. "Pero los
incumplimientos son sólo una parte del asunto, la
realidad es que el Gobierno se puso más duro con Aguas
que con el resto de las privatizadas", dijo un analista.
Luego de negociar largamente con Suez, de intentar armar
una empresa mixta, de tentar a Aguas de Barcelona, de
escuchar la propuesta de distintos fondos de inversión
(entre ellos Latam y Fintech), e incluso sumar al
empresario Eduardo Eurnekian a la lista de interesados,
el Gobierno decidió tomar en sus manos el servicio.
"Si hubiera habido la posibilidad de transferir la concesión
a otro privado, se habría hecho. Pero Suez puso
constantemente palos en la rueda", dijo un alto
funcionario de Planificación.
Ahora quedan algunos asuntos pendientes: definir, por
ejemplo, quién pagará la deuda que arrastra Aguas, la
mitad contraída con organismos multilaterales de
crédito. "La deuda le queda a la empresa, nosotros
empezamos de cero", dijo un funcionario de
Planificación. También, el reclamo por entre 1200 y 1700
millones de dólares que mantienen los accionistas ante
el tribunal del Banco Mundial (Ciadi).
Los accionistas cifran su esperanza en que el tribunal falle
en contra de la Argentina por incumplimiento de
contrato. Aguas Argentinas también arrastra una serie de
reclamos judiciales por parte de asociaciones de
consumidores, que reclaman $ 300 millones por falta de
presión del servicio.
Ayer, a las 15.30, José López, secretario de Obras Públicas,
fue en persona a notificarle a la empresa la rescisión
formal del contrato. López iba acompañado por el
flamante presidente de la compañía, Carlos Ben.
Mantuvieron una reunión de más de dos horas con Jean
Bernard Lemire, director general de Aguas, a quien le
entregaron la notificación.
Josefina Giglio
La Nación online
22 de marzo de 2006
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