La
hierba de un campo de golf necesita, para estar en
buen estado, el equivalente al agua que consumen
20.000 personas cada día. Para obtener un litro de
gasolina, se necesitan 10 litros de agua y para
producir 900 kilos de papel son necesarios casi
300.000 litros. Un gasto excesivo de este preciado.
Más de 1.100 millones de personas que no tienen acceso
al agua potable y cerca de 2.400 millones no disponen
de sistemas de saneamiento adecuados. Además, recordar
que de las tres cuartas partes del agua de La Tierra,
sólo el 2% es dulce. La mitad de los ríos y lagos del
mundo están contaminados.
Estas cifras ponen de manifiesto la necesidad de que la
gestión del agua se haga de manera sostenible si se
quiere perpetuar el ecosistema y la especie humana. El
consumo de agua, en los últimos cien años, se ha
multiplicado por seis. Si todo sigue como hasta ahora
en menos de 25 años, dos de cada tres personas tendrán
dificultades para acceder al agua, según el informe
realizado por la ONG Tearfund. Así, se convertirá en
el recurso más preciado y caro, como fue el oro en el
pasado y es el petróleo en nuestros días.
Las últimas proyecciones revelan que para el año 2025 se
necesitará un 20% más de agua si el consumo sigue
creciendo y el deterioro del medio ambiente no se
reduce. Las organizaciones ecologistas estiman que
durante el siglo XX se han perdido la mitad de los
humedales del mundo, por haber sido desecados para
combatir enfermedades, o por haber sido convertidos en
suelo urbano o agrícola. No hay que olvidar que el 77%
del agua que se consume es utilizada para el riego
agrícola.
La escasez de agua provocará una crisis mundial y
enfrentamientos bélicos.
Analistas internacionales ya señalan la posibilidad de que se
den conflictos regionales por el control de los
recursos y las reservas hídricas. Ciento cuarenta y
cinco naciones tienen territorios dentro de cuencas
transfronterizas y 21 se sitúan dentro de ellas. El
Medio Oriente, el continente africano, e incluso Asia,
tendrán problemas para abastecer a sus habitantes y
tratarán de utilizar al máximo los recursos de que
dispongan. De este modo, cuando uno de ellos provoque
la disminución de los otros se producirán conflictos
por la distribución del agua.
Las guerras del futuro ya no se librarán por el territorio o
por los recursos energéticos, como hasta ahora.
Además, organizaciones como el World Watch Institute,
explican que estos conflictos no los ganarán los
países con mayor arsenal bélico sino aquellos que
tengan más dinero para poder comprar alimentos para su
población.
Las Administraciones mundiales y organismos internacionales,
como el Banco Mundial (BM), la Organización Mundial
del Comercio (OMC) o el Fondo Monetario Internacional
(FMI), están iniciando procesos que permitan la
privatización de las aguas como solución para que el
agua llegue a la mayor parte de población posible. Los
más de 100 millones de dólares que el BM ha ofrecido a
Ghana para privatizar los recursos hídricos del país,
que no quiere decir más que dejar en manos de grandes
empresas internacionales la explotación de este
sector, es sólo un ejemplo de ello.
Argentina, Bolivia, Filipinas o Sudáfrica son países donde el
agua ha dejado de ser un bien natural para pasar a
manos privadas. Los resultados no pueden ser más
nefastos con subidas de precios entre el 100% y el
200%. En Argentina, por ejemplo, el 30% de las
familias no pudieron hacer frente al costo de los
servicios. Asociaciones ecologistas y de desarrollo
llevan años denunciando esta realidad y reclamando
soluciones y alternativas que cuiden el medio ambiente
y mejoren la gestión de un bien natural, como es el
agua. Ni los Estados ni las empresas multinacionales
son dueñas de los recursos del planeta. Como dijo el
jefe Seattle en su carta al presidente de EEUU, "Si no
somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de
las aguas, ¿cómo podrán ustedes comprarlos?"
Ana Muñoz
Convenio La Insignia / Rel-UITA
20
de octubre de 2004