Uruguay

Con la dirigente sindical Adriana Marquisio

Lo esencial es que la gente se involucre

 

Casada, con cuatro hijos, Marquisio es dirigente del sindicato de funcionarios de la empresa estatal de agua de Uruguay OSE. Como tal fue una de las principales caras públicas de la campaña que culminó con la aprobación, en un plebiscito, el 31 de octubre, de una reforma constitucional que impide la privatización de los servicios de agua potable y de saneamiento. En la siguiente entrevista repasa su trayectoria gremial, rememora la histórica campaña por el plebiscito y destaca el hecho que resultó clave para el triunfo: la participación ciudadana.

 

 

-¿Cuántos años de trabajo tenés en OSE?

 

-Veinte. Entré el 12 de diciembre de 1984 en la planta de Propios, en la División Mecánica, una de las áreas más combativas de dicha planta. Allí aprendí muchas cosas del movimiento sindical. Era una planta con 800 obreros y solamente 40 mujeres. Al poco tiempo fui delegada sindical de sector. A los 5 años me trasladé al edificio Cordón, porque al separarme y quedar sola con 3 niños chicos necesitaba otro empleo y comencé a trabajar como notificadora de facturas. Como tenía un horario corto, podía trabajar en otro lado, en Bip Bip Radiomensaje. Al trasladarme a Cordón entregaba facturas de OSE por la mañana y de 6 a 11 de la noche en Bip-Bip. Después pasé al área comercial, a la parte de balnearios, donde conocí a mi nueva pareja, Eduardo, y pedí el traslado a Ciudad de la Costa. Fui la delegada de ese sector también. En el barrio donde me mudé no había agua. Hicimos todo un trabajo cooperativo y pusimos el agua. Eso fue en 1997. En 1998 participamos de un plan piloto de mejora de gestión de Ciudad de la Costa, una de las zonas de mayor crecimiento demográfico del país. Era justo el año que estaba el tema de la privatización en Maldonado, contra la cual luchábamos. Ciudad de la Costa se incorpora entonces, en el marco de un plan piloto, a un proyecto de mejora continuo con una asesoría mexicana. Todos los trabajadores se involucraron. Estuvimos 2 años trabajando, hicimos todo el esfuerzo para presentarnos a un proyecto de premio de calidad, junto con el Correo. Lo ganó el Correo, pero nuestro proyecto funcionó muy bien: mejoramos todo el aspecto de medición del servicio.

 

En octubre de 2000 se entrega Maldonado a manos de la empresa privada Uragua. Ahí vestimos de un luto simbólico todos los edificios de OSE con unos moños negros: "Que En Paz Descanse Maldonado"

 

¿Qué somos nosotros, los funcionarios estatales de un ente como OSE? Somos servidores públicos que estamos para dar agua a la ciudadanía. Esa es nuestra función. No estamos para mover papeles ni para contratar locomoción, somos trabajadores del agua, parte de una organización que tiene que encargarse de llevarle agua de calidad a todo el pueblo uruguayo. Por lo tanto, si ese recurso y esa gestión están en peligro, está en peligro no solamente nuestra fuente de trabajo sino también las vidas de nuestras familias. Esa discusión la tuvimos que dar como sindicato.

 

 

Ese mismo año, la ingeniera Esther Yánez, presidenta de OSE, vino a hablar con nosotros a Ciudad de la Costa para decirnos que la única forma de hacer saneamiento para esa zona era trasladando la experiencia de Maldonado. Yo era delegada de sector. Hicimos un bloque de resistencia muy fuerte, porque habíamos trabajado muchísimo para mejorar los servicios en ese lugar. Sabíamos que al trabajador, cuando se le dan las herramientas y un objetivo, una misión, se lo involucra con ganas, y por eso rechazamos el proyecto de concesión. En asamblea, resolvimos no dejar inaugurar el edificio. El 19 de octubre de 2000 se lanzó un llamado al Plenario de Organizaciones Sociales de la Costa, y ahí se conformó la Comisión en Defensa del Agua y el Saneamiento de la Costa de Oro y Pando, con más de 40 organizaciones sociales de la zona. Y ahí es que yo empiezo a ir un año entero a la dirección del sindicato de OSE, sin ser parte de la misma, para intentar que el gremio iniciara un proceso de resistencia a un intento que se quería trasladar a todo el país.

 

A través de la organización social Redes-Amigos de la Tierra, nos invitan a participar del Primer Foro Social de Porto Alegre. Allí voy yo solita y conozco a Maude Barlow y a otros canadienses. Cuando escuché a toda esa gente hablar del ALCA, del GATT, de que el agua es escasa y de los proyectos de la Suez Lyonnaisse des Eaux, me di cuenta que detrás de los planes de privatización del agua del gobierno uruguayo había algo mucho más gordo. Me traje muchísima información que fotocopié y distribuí. El sindicato presentó un recurso de inconstitucionalidad al artículo 750 de la ley presupuestal, que habilitaba a concesionar los servicios de agua en todo el país, pero fue rechazado. A principios de 2001 fui electa para integrar la dirección del sindicato de OSE. En ese congreso sindical se conforma orgánicamente la Secretaría en Defensa del Agua, de la cual soy designada coordinadora. Esa secretaría es la que define la estrategia a llevar adelante por el tema de la defensa del recurso.

 

-¿Ese primer Foro Social fue un mojón en tu vida?

 

-Sí. Fue sin dudas un mojón en lo referido a comprender la globalidad de los problemas: ver que lo que pasa aquí es igual a lo que se da en otras partes del mundo, a partir de un modelo idéntico implantado en diferentes lugares, más con un tema tan vital como el agua. Las respuestas y los modelos eran idénticos, la forma en que los pueblos resistían eran iguales y las consecuencias de ese modelo eran las mismas. Todo eso te hacía sentir como muy acompañado, como que no estabas tan solo.

 

Al siguiente foro fuimos una delegación de diez compañeros. Los que fueron experimentaron la misma sensación que yo el año anterior.

 

-En ese contexto pensar en el sindicato y los puestos de trabajo quedaba prácticamente relegado a un segundo plano...

 

-Sí, me preguntaba “¿cómo puedo defender mi empleo únicamente si pasa por defender una fuente de trabajo que nace para gestionar un recurso vital que está en peligro?”

 

Lo primero que hicimos fue identificarnos con lo que hacíamos. ¿Qué somos nosotros, los funcionarios estatales de un ente como OSE? Somos servidores públicos que estamos para dar agua a la ciudadanía. Esa es nuestra función. No estamos para mover papeles ni para contratar locomoción, somos trabajadores del agua, parte de una organización que tiene que encargarse de llevarle agua de calidad a todo el pueblo uruguayo. Por lo tanto, si ese recurso y esa gestión están en peligro, está en peligro no solamente nuestra fuente de trabajo sino también las vidas de nuestras familias. Esa discusión la tuvimos que dar como sindicato. Y es que el tema no pasa sólo por lo inmediato, por la defensa corporativa de un trabajo de calidad, digno y bien remunerado, sino también porque tenemos la responsabilidad de contribuir a forjar un país que tenga un modelo más digno, más justo, más solidario, por un compromiso con las generaciones futuras.

 

-Cuando hablás de OSE, ¿a cuántos trabajadores te referís?

 

-Casi 4 mil. La mayoría son hombres, hay 500 mujeres. Es un sindicato muy particular, es de los pocos que quedan con representación en todo el país, porque el servicio llega al Uruguay entero. El sindicato de AFE, el ente estatal de ferrocarriles, se parecía al nuestro, pero lamentablemente AFE fue desmantelada. En nuestro sindicato conviven compañeros de distintas idiosincrasias: algunos fueron criados netamente en su hábitat del interior del país, compañeros que son gauchos, compañeros administrativos, compañeros del sector obrero, el que hace el mantenimiento de los caños, un sector técnico muy específico y fuerte... Pese a esto es un sindicato unido, ideológicamente ha ido creciendo, como ha ido creciendo el país en su diversidad.

 

-Los opositores a la reforma constitucional plebiscitada el 31 de octubre prácticamente no hicieron mención en su prédica a que la lucha dada por el sindicato era contra la privatización y en defensa de los puestos de trabajo de los empleados públicos.

 

-Es que el tema se centró en la defensa del agua. Un diputado nos dijo que se trató de la campaña más marquetinera que había visto, más “eficaz” desde el punto de vista publicitario, porque hasta los niños, que no entendían nada de lo que decía el proyecto, presionaban a sus padres para que votaran en favor de la defensa del agua. Fue muy importante para esto la conformación diversa de la Comisión Nacional en Defensa del Agua y la Vida.

 

-Más allá de las colaboraciones de distintas organizaciones, los trabajadores de OSE tuvieron que solventar y financiar buena parte de la campaña en favor de la reforma.

 

-REDES nos permitió el acceso a toda la información necesaria, la gente de la Universidad nos apoyó con sus investigaciones científicas, pero el compromiso del sindicato fue fundamental, en militancia, en esfuerzo económico, en la recolección de firmas.

 

En cuanto a la redacción de los materiales, a los estudios realizados los aplausos se los lleva todo un equipo de gente, comenzando por el doctor Bismark Font, abogado fallecido de la Comisión de Aguas de la Costa, el doctor Guillermo García Duchini, la gente de Facultad de Ciencias, el ingeniero agrónomo Ricardo Cayssials, los licenciados Marcel Achkar, Ana Domínguez, y el sindicato de FFOSE mismo, que aportó sobre todo la experiencia normativa existente. Debimos consultar a varios especialistas, como el doctor Horacio Cassinelli Muñoz, el profesor Aníbal Cagnoni, el senador socialista José Korzeniak. La redacción del proyecto insumió de marzo a octubre de 2002. Cuando se culminó la redacción empezamos la etapa de recolección de firmas hasta el otro año, octubre de 2003, que entregamos las firmas.

 

Antes, también habíamos participado con mucha fuerza junto a los compañeros de la empresa de combustibles estatal, ANCAP, en la lucha por la defensa de este ente, que culminó en aquel plebiscito que también ganamos. Y con los funcionarios de AFE, de los ferrocarriles, un objetivo que no logramos.

 

La actividad internacional fue intensísima. Además del Foro Social de Porto Alegre, participé, por ejemplo, como delegada de la Mesa Coordinadora de Entes estatales, en un evento que se realizó en Bruselas, la ciudad sede de la Unión Europea, que se llamó “El planeta no está en venta”. Ahí había gente de todos lados, analizando las agendas de la OMC. Maude contó que en un viaje que realizó a Doha (Qatar), a una reunión de la OMC, le tocó el mismo avión que varios ministros. Los veía que iban en primera clase tomando whisky, y ella, en segunda, pensaba: “acá va el gusanito de tu roja y apetitosa manzana”.

 

Y después también estuve en eventos organizados por partidos de la derecha uruguaya, contra la reforma. Por ejemplo uno promovido por el Partido Nacional en un hotel, del que tengo una anécdota bien cómica. Allí hablaron, entre otros el ministro de Transporte y Obras Públicas Lucio Cáceres y el ex presidente Luis Alberto Lacalle, que dijeron cualquier cosa, se rieron de la reforma, dijeron que era prehistórica, que su aprobación significaría volver a la época de las cavernas. En las primeras filas estaban sentados todos los miembros del Directorio de OSE, con su presidente Juan Justo Amaro a la cabeza. Yo me acerqué y los saludé a todos. Me introduje en su propio debate, vi cómo operaban. Eso me quedó grabado.

 

-¿Fue peligroso que se votara el plebiscito del agua conjuntamente con la elección nacional para presidente de la república y el parlamento?

  ¿Quién puede negar que este Uruguay es sumamente organizado y participativo y que hay propuestas para todo? Todos somos de diferentes localidades y sabemos bien que en cada lugar hay una comisión que resuelve el alumbrado público, etcétera. Nadie mejor que el propio ciudadano que vive en su localidad para proponer cosas, y las propuestas existen. Lo que falta es una coordinación, que una las propuestas ciudadanas con un gobierno local que esté abierto y dispuesto a recibirlas y un gobierno nacional que facilite que esos lazos se puedan llevar adelante.

 

 

-Sí, se jugaba al mismo tiempo el destino político de este país, y los partidos se dedicaron principalmente a eso. Y sentimos una gran responsabilidad. Si bien la izquierda se comprometió en nuestra campaña, los que pusieron el empeño principal fueron los militantes de base y no los dirigentes. Yo quedé impactada con el compromiso del ciudadano uruguayo para defender lo que es suyo, es realmente ejemplarizante. Querría destacar en especial el trabajo de las mujeres, guerreras, combativas. Casi todos los comités que recorríamos estaban liderados por mujeres. Es dignificante ver cómo las uruguayas participan en la política, pretenden ser parte de los cambios del país.

 

También hubo que vencer grandes obstáculos. La Corte Electoral se tomó seis meses para anunciar que validaba las firmas necesarias para la convocatoria del plebiscito. Después sufrimos, porque el Partido Independiente presentó en el parlamento un proyecto alternativo que, de haber sido aprobado, hubiera significado la derrota de la reforma.

 

-Comparado con el plebiscito de ANCAP, el tema del agua no se politizó tanto y logró una mejor votación.

 

-Sí, es cierto. No fue parte del discurso de ningún sector, excepto de los que estaban en contra. Si la fecha del plebiscito no hubiese coincidido con las elecciones nacionales seguramente el tema se habría politizado mucho, pero también creo que el porcentaje de aprobación habría sido mucho mayor, aun así fue muy alto (64,4 por ciento de los electores votó por el “SI”). La participación en los debates televisivos que se organizaron fue también importante.

 

-Ahora habrá que ver qué sucede en el futuro: si las concesiones ya realizadas a las empresas privadas se anulan o no.

 

-El desafío actualmente es mayor. Habitualmente, cuando en los plebiscitos se logra el objetivo que se persigue los movimientos que los promueven se disuelven. Acá ahora la concesionaria privada Uragua, que opera en el departamento de Maldonado, está planteando que se va, y el gobierno la respalda en ese planteo. Ello ha llevado a la mayoría de las autoridades de OSE a decir que la empresa estatal se hará cargo de la distribución y el saneamiento en esa zona, y al propio intendente de Maldonado Enrique Antía a plantear que él maneja una fórmula alternativa, una asociación de economía mixta. Más allá de esto, la Comisión logró una conformación madura de organizaciones diversas, entre las cuales está el propio sindicato, para que se lleve adelante una verdadera política de Estado descentralizada en materia de agua y saneamiento. Hemos quedado relacionados con gente vinculada con el campo en distintas áreas, como los arroceros, los productores lecheros, así como con representantes de movimientos antiprivatizadores de Argentina, Paraguay y Brasil, países con los cuales compartimos el Acuífero Guaraní, una de las reservas de agua más importantes del planeta.

 

-Ahora estamos habilitados para soñar con que sea posible una cogestión entre el Directorio de OSE y el sindicato, y que en todo este tema pueda tener participación la ciudadanía.

 

-Ese es mi sueño. Para algo están los sueños, para algo es la utopía, para que camines. Si de esos pasos lográs tres, ya es bastante. Imaginate un gobierno nacional con gobiernos locales en sintonía, con organismos estatales dispuestos a revisar las gestiones precedentes y a cambiar lo que haya sido mal hecho, con trabajadores dispuestos a ser parte de esas mejoras...

 

¿Quién puede negar que este Uruguay es sumamente organizado y participativo y que hay propuestas para todo? Todos somos de diferentes localidades y sabemos bien que en cada lugar hay una comisión que resuelve el alumbrado público, etcétera. Nadie mejor que el propio ciudadano que vive en su localidad para proponer cosas, y las propuestas existen. Lo que falta es una coordinación, que una las propuestas ciudadanas con un gobierno local que esté abierto y dispuesto a recibirlas y un gobierno nacional que facilite que esos lazos se puedan llevar adelante. Todos soñamos con que no haya más divorcios entre el gobierno nacional y el gobierno local, que podamos los ciudadanos ser parte de las definiciones de políticas de agua, de saneamiento, que podamos tener un ordenamiento territorial como la gente en nuestras propias localidades.

 

Nosotros somos muy cuestionadores de los marcos reguladores, más allá de que en algunos casos puedan funcionar muy bien. Creemos que el mayor controlador y el que garantiza un Estado eficiente, transparente, auditado, es el propio ciudadano. Cuando se da esa participación la misma sociedad sabe regular sus propios dineros.

 

-En todo este tiempo fuiste la cara más visible y expuesta en los medios de comunicación, informando y debatiendo con quien se parara enfrente. Hoy, ¿qué sentís?

 

-Una enorme satisfacción. Principalmente, porque recuerdo aquellos primeros pasos, cuando sentí que había que hacer algo colectivo para parar algo que se nos venía a pasos agigantados al Uruguay. Siento también la alegría de haber logrado un equipo de trabajo brillante, comprometido, en sintonía con un sindicato que confió y respaldó y se jugó por la defensa de los intereses colectivos más allá de sus intereses corporativos, que se abrió, con el objetivo de colocar un tema esencial, de sobrevivencia, sobre la mesa de todos los uruguayos. Me enorgullezco también de un movimiento sindical que ha resistido al desmantelamiento y a los intentos de comprarlo por parte de los defensores de un modelo que en otros países lamentablemente dominó. Acá los trabajadores tenemos el orgullo de decir que somos ejemplo de resistir a las prebendas, a los ofrecimientos de integrarnos al proceso de implantación de un modelo terrible. Cuando vamos a estos foros internacionales, aparecemos con un perfil muy bajo, escuchamos más de lo que hablamos, nos cuesta hablar de lo que hacemos bien, y sin embargo...

 

-Maude Barlow decía días antes de la votación que en el mundo entero se estaba a la espera del resultado de la reforma en Uruguay, porque se iba a utilizar de modelo y ejemplo.

 

-Sí, ella decía que muchos países tienen inscrito en su Constitución el acceso al agua como un derecho humano, pero que son meras declaraciones que no han impedido el avance de las privatizaciones. El formato de reforma nuestra, que plantea la prestación exclusiva y directa del servicio por parte del Estado, es muy interesante para que se detengan las privatizaciones en el resto del mundo. Una observadora internacional me declaró que ahora también los organismos internacionales de crédito van a revisar sus políticas en esta materia, porque se han dado cuenta que su línea de promover la participación privada en la distribución del agua potable y el saneamiento ha fracasado y deberán revisarla.

 

 

Rubén Yizmeyián

© Rel-UITA

25 de noviembre de 2004

 

 

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