Agua limpia y sin sal en el nordeste de Brasil |
Brasil utiliza membranas
semipermeables que eliminan tóxicos del agua en la empobrecida región del
nordeste. En dos años espera fabricar la tecnología localmente.
Miles de personas del semiárido nordeste de
Brasil calman su sed gracias a una tecnología poco usada en América Latina:
las membranas de ósmosis inversa, que permiten desalinizar y limpiar el
agua. En dos años más, el país podrá producirlas localmente.
Las membranas son una especie de pieles
sintéticas muy delgadas hechas de distintos materiales, generalmente
polímeros de plástico. El proceso se conoce como “ósmosis inversa” porque
las membranas (que son semipermeables) dejan pasar solamente el agua,
dejando atrás las impurezas.
“Las membranas son eficientes para mejorar la
calidad del agua en grandes ciudades, abastecidas por manantiales que
reciben un cóctel de contaminantes", señaló a Tierramérica Renato Ferreira,
gerente de proyectos de la Secretaría de Recursos Hídricos del Ministerio de
Medio Ambiente. "El sistema convencional de tratamiento del agua no elimina
metales pesados y agrotóxicos, pero las membranas sí”, explicó.
Por ahora, las membranas son usadas para
desalinizar aguas subterráneas que abastecen a pequeñas comunidades del
interior semiárido del nordeste brasileño. Allí, varios órganos
gubernamentales instalaron unos dos mil equipos de desalinización en la
década pasada, pero la mayoría está desactivada u operando precariamente,
por dimensiones inadecuadas y falta de capacitación de sus operadores,
observó Ferreira.
El Programa Agua Dulce, iniciado en 2004 bajo su
coordinación, tiene como primera meta recuperar los equipos y asegurarles
mantenimiento, involucrando a las comunidades en su gestión y formando
técnicos.
Para eso se crearon grupos ejecutivos en cada
uno de los nueve estados contemplados, con la participación de alcaldías,
autoridades de distintos sectores y organizaciones no gubernamentales. Así
se obtendrán diagnósticos de los equipos a recuperar y nuevas necesidades,
articulando la acción de todos los interesados, para evitar las fallas
anteriores.
En el nordeste, donde el agua escasea
dramáticamente por las frecuentes sequías, la subterránea es una
alternativa, pero en general muy salobre, debido al subsuelo rocoso. El agua
de la gran mayoría de los pozos tiene cerca de tres mil partes por millón de
sal como promedio, el triple del adecuado al consumo humano según la
Organización Mundial de la Salud, destacó Ferreira.
En toda la región semiárida hay unos 100 mil
pozos perforados, pero 70 por ciento ya están secos o tienen agua demasiado
salada. Sobran unos 30 mil aprovechables que podrían producir un promedio de
cuatro mil litros diarios de agua desalinizada cada uno. Teóricamente, el
total sería suficiente para abastecer a los 23 millones de habitantes
locales.
Dimensionar bien cada equipo de desalinización
es indispensable, según la cantidad y la calidad del agua de cada pozo. Unos
contienen mucho hierro y necesitan un tratamiento químico previo para no
dañar las membranas. Otros, con más calcio o magnesio, exigen distintas
presiones para el filtraje y equipos con una cantidad específica de
membranas, que puede variar de tres a nueve, ejemplificó Ferreira.
Un equipo desalinizador sencillo, de tres
membranas, cuesta cerca de siete mil dólares. "No es mucho, considerando que
abastece a unas 800 personas”, opinó el experto..
Las membranas usadas en la desalinización son
importadas, pero investigadores de las Universidades Federales de Campina
Grande (UFCG) y de Río de Janeiro (UFRJ) desarrollan modelos para variadas
finalidades, buscando independencia tecnológica y reducción de costos.
“Dentro de dos años el Laboratorio de Referencia
Nacional en Desalinización de la UFCG tendrá una membrana capaz de sustituir
a las importadas, pero hasta que sea producida por la industria llevará
muchos años más”, dijo a Tierramérica Kepler Borges França, coordinador del
laboratorio que difunde esa tecnología en el nordeste.
El laboratorio usa cerámica como material para
desarrollar sus membranas; las importadas son de polímeros.
Según el Programa Agua Dulce, durante el proceso
de desalinización, apenas la mitad del agua sale limpia. La otra mitad queda
con el doble de concentración de sal e inicialmente era desechada,
contaminando el suelo.
Por eso, el Centro del Semiárido de la Empresa
Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) desarrolló un sistema en
que parte de esa agua salada sirve al cultivo del pez tilapia rosa (Oreochromis
sp). Con el resto del líquido se irriga plantaciones de hierba-sal, que
absorbe la sal del suelo y es buen alimento para cabras y aves.
Aparte de la desalinización, las membranas
tienen múltiples aplicaciones. Una, lograda por la Coordinación de Posgrado
de Ingeniería de la UFRJ, es la separación de aromas, ya lograda en frutas
tropicales y café, hecho que mejorará el sabor de jugos y café soluble,
ampliando el liderazgo brasileño en esos productos.
“Las membranas permiten recuperar casi
totalmente los aromas, que por ejemplo en la naranja incluyen más de 200
componentes", señaló a Tierramérica Cristiano Borges, profesor del posgrado.
Los aromas se separan por "pervaporación"
(evaporación selectiva de los componentes), usando membranas, explicó
Lourdes Cabral, del Centro de Agroindustria de Alimentos de Embrapa, que
participó en el proyecto del café. Obtener la esencia natural es vital para
la industria del café soluble, que los consumidores brasileños rechazan por
perder el aroma y sabor del grano.
Pero hay también membranas que se usan en la
producción de alcohol por fermentación con gran reducción de costos, así
como otras que utiliza la industria petrolera para filtrar sustancias como
los sulfatos del agua marina, que se inyectan en los pozos para extraer
petróleo. La presencia de sulfatos puede dificultar o bloquear la
extracción.
Por Mario Osava
IPS
30 de
enero de 2007
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