III Foro Mundial del Agua, Kioto

“Agua para todos, agua para la vida” 

“Ninguna medida hará más por reducir las enfermedades y salvar vidas en los países en desarrollo que facilitar un acceso general al agua potable y a los servicios de saneamiento”. Es el mensaje que el Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan, pretende trasladar a la comunidad internacional en este Año Internacional del Agua Dulce. Unas palabras que definen el espíritu del III Foro Mundial del Agua, que reúne, entre el 16 y el 23 de marzo, en Kioto (Japón) a los más destacados expertos en la materia, junto a representantes políticos y de la sociedad civil.

El encuentro, que pretende avanzar en la adopción de medidas para proteger y gestionar mejor este recurso, viene precedido de la publicación del primer Informe Mundial sobre el Desarrollo de Recursos Hídricos en el Mundo. Bajo el lema “Agua para todos, agua para la vida”, el estudio, en cuya elaboración han participado 23 organismos de Naciones Unidas, arroja unos datos estremecedores: 1.100 millones de personas carecen en la actualidad de acceso al agua y 2.400 millones no disponen de sistemas de saneamiento.

De esas carencias, la ONU calcula que se derivan el 80% de los fallecimientos en los países en vías de desarrollo. Las cifras golpean con especial virulencia a los menores de cinco años: 6.000 niños mueren a diario de alguna enfermedad relacionada con el consumo de agua no potable y con las malas condiciones sanitarias.

El problema no es nuevo, pero no ha sido fácil concienciar a los países más favorecidos cuando, como reconoce Naciones Unidas, “al hablar de la crisis del agua nos estamos refiriendo en realidad a la infortunada suerte de los pobres del mundo”. Nada mejor para ilustrar el reparto desigual del agua, que el hecho de que la cisterna de un inodoro occidental utilice la misma cantidad de agua que usa un ciudadano medio de un país en desarrollo para lavar, beber y cocinar durante un día entero. La comunidad internacional ha comprendido que las grandes Metas de Desarrollo del Milenio, que abarcan la pobreza, la educación y la salud, no pueden alcanzarse sin un acceso igualitario al agua. Así se entendió en la Cumbre de Johannesburgo, en agosto de 2002, donde se reafirmó la voluntad de reducir a la mitad el porcentaje de personas sin acceso al agua en 2015, y se amplió este compromiso a las personas que carecen de servicio de saneamiento.

No obstante, no parece que la consecución de estos objetivos vaya a ser una tarea fácil. Los recursos hídricos del planeta se ven sometidos a una creciente presión. Si a lo largo del siglo XX el consumo de agua creció a un ritmo dos veces superior al de la población mundial, se estima que en los próximos 20 años este pueda dispararse un 50%. Atender a las necesidades alimenticias de una población mundial en continuo crecimiento será el primero de los desafíos. La principal fuente de suministro de alimentos para la humanidad es la agricultura y esta utiliza casi el 70% de todos los recursos de agua dulce disponibles. Las previsiones más apocalípticas hablan de un importante descenso de la cosecha de grano en un plazo de veinte años como consecuencia de la escasez de agua, que dispararía el precio de los alimentos.

El deterioro del Medio Ambiente es otro factor a tener en cuenta. Un uso racional del agua es inseparable de un “desarrollo sostenible”. Cada día se arrojan al agua dos millones de toneladas de desechos. Para hacerse una idea de lo que esto supone hay que tener en cuenta que cada litro de aguas residuales contamina ocho litros de agua dulce. En este sentido, la promoción de una industria más limpia y respetuosa que optimice el uso del agua será determinante. Sin que se pueda alcanzar a conocer con precisión cuál será el efecto del cambio climático, algunas estimaciones recientes sugieren que éste será responsable de alrededor del 20% del incremento de la escasez del agua. La utilización de energías alternativas como la hidráulica podrá reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Atajar el problema del agua “no es complicado ni oneroso -afirma la ONU-, pero requiere una reorientación política considerable”. En los últimos años hemos asistido a “la transferencia ilícita de recursos públicos al sector privado” y es por ello que Naciones Unidas reclama la permanencia del control del agua en manos del gobierno y los usuarios. Para este organismo internacional una gestión efectiva del agua deberá incluir “la participación de todos los interesados, la trasparencia, la equidad, la responsabilidad financiera, la coherencia, la capacidad de reacción, la integración y las cuestiones éticas”. Características que no siempre se corresponden con las prácticas de muchas empresas privadas.

El informe de Naciones Unidas sobre el Desarrollo de Recursos Hídricos baraja dos eventuales escenarios futuros, siempre teniendo en cuenta los 5.000 millones de personas más que se prevé vivan en el planeta a mediados del presente siglo. En el más optimista, 2.000 millones de personas en 48 países sufrirán escasez de agua. En el peor de los casos, serían 7.000 millones en 60 países. En ambos supuestos, cabe esperar que el agua se convierta en una fuente cada vez mayor de conflicto entre los países. “Lo que no quiere decir -como afirma Kofi Annan- que estemos a tiempo de convertirla en catalizador para la cooperación”.

 

 

Íñigo Herraiz

Periodista Agencia de Información Solidaria

inigoherraiz@hotmail.com

18 de marzo de 2003

 

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