La contaminación
que registra actualmente el río Uruguay, superior en algunos parámetros a
los límites establecidos, se verá muy agravada con la operación de las
fábricas de celulosa previstas en la costa vecina a Fray Bentos. La Dinama,
OSE y Botnia estudian formas de mitigar ese impacto y de prevenir riesgos
mayores, pero subsisten muchas incógnitas.
A pesar de sus dimensiones
y su capacidad de dilución y autodepuración, la descarga de efluentes
domiciliarios e industriales sin tratamiento, el escurrimiento de productos
químicos utilizados en la agricultura de la cuenca, y la represa de Salto
Grande han afectado seriamente la calidad del agua del río Uruguay,
modificando sus parámetros químicos, físicos y biológicos naturales. Las
provincias argentinas de Corrientes y Misiones, junto con el estado
brasileño de Río Grande del Sur, están proyectando otra gran represa más al
norte, que ya enfrenta la resistencia de organizaciones ecologistas,
asociaciones de productores rurales e iglesias de Argentina, Brasil y
Uruguay.
En el tramo
uruguayo-argentino, los informes de los órganos de medición y control
competentes han concluido que existen parámetros cuya concentración
sobrepasa los límites establecidos por el decreto sobre normas para prevenir
la contaminación de las aguas y/o por el Digesto sobre Usos del Río Uruguay
de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) para aguas clase 1
(agua bruta destinada al abastecimiento público con tratamiento
convencional). En algunos casos, los valores registrados exceden inclusive
los límites para usos menos exigentes. Los análisis sobre la calidad del
agua del río Uruguay evidencian problemas de eutrofización, una creciente
carga de nutrientes compuesta por nitrógeno y fósforo. La eutrofización
produce un crecimiento excesivo de algas y otras plantas acuáticas, las
cuales al morir se depositan en el fondo de los ríos, embalses o lagos,
generando residuos orgánicos que, al descomponerse, consumen gran parte del
oxígeno disuelto, produciendo la muerte por asfixia de la fauna y flora
originales. En los últimos años, el incremento en frecuencia e intensidad de
estas floraciones es visible a simple vista.
Altamente tóxicas en
algunos casos, como la denominada mycrosistis, estas algas son un serio
riesgo sanitario para el baño en el río y el suministro público de agua
potable. El profesor Daniel Panario, de la Facultad de Ciencias, ha señalado
que “la situación sólo puede agravarse en el futuro en la medida en que
aumente la temperatura en verano y se sigan introduciendo fuentes de
contaminación con fósforo, como los efluentes de las plantas de celulosa” .
Como una ciudad de 97.500
habitantes, la planta de celulosa de Botnia tiene previsto extraer 85.700
metros cúbicos diarios de agua del río y devolverle en el mismo día 71.500
metros cúbicos del líquido con sus desechos. El efluente de Botnia
contendrá, entre otros elementos, un total de 200 toneladas por año de
nitrógeno y 20 de fósforo, que equivalen a la descarga de los efluentes
cloacales sin tratamiento de una ciudad de unos 65 mil habitantes. Este es
el resultado del tratamiento de estas plantas para la lignina, excedente de
la madera una vez extraída la fibra, conocido en la producción de celulosa
como “licor negro”, y que es resistente a la degradación bacteriana,
insoluble en ácidos y sólo soluble en álcalis fuertes como el hidróxido de
sodio.
A lo anterior se debe sumar
la presencia de M’Bopicuá, unos siete kilómetros aguas arriba, cuya
proximidad ha justificado una evaluación de impacto ambiental acumulado aún
pendiente. Ence se propone producir la mitad que Botnia, por lo que la
extracción de agua y sus efluentes serán de ese orden. El impacto de Botnia
y Ence juntas sería entonces como si surgiera de golpe una ciudad de 97.500
habitantes que descarga todas sus aguas servidas sin tratar en el río
Uruguay.
Esto es así porque las
plantas propuestas no incluyen tecnología de ciclo cerrado para los
líquidos. O sea, extraen agua del río y la retornan con un grado de
contaminación tal que no puede ser reutilizada en el mismo proceso. ¿Es la
“última tecnología disponible”? Claro que no, pero es más barata y los
costos ambientales se cargan a los habitantes locales (la misma lógica se
aplica a los gases). Al analizar los efluentes propuestos por Botnia, el
informe técnico de la Dinama previo a la autorización ministerial señaló que
el plan de monitoreo y seguimiento del proyecto debía incluir todos los
parámetros considerados en el decreto 253/79 y no sólo algunos, como
indicaba la empresa. Y agregó que “no corresponde autorizar ningún vertido
que incremente cualquiera de los parámetros que presentan valores críticos”.
Pero terminó autorizándolos, con el argumento de que “los parámetros en los
que la calidad del agua se encuentra comprometida no son específicos de los
efluentes de este proyecto”. El informe concluye: “Se entiende que puede
aceptarse el vertido propuesto en el proyecto siempre que al mismo tiempo se
compense el incremento que sufriría el parámetro crítico por sobre el valor
del estándar”.
De todas maneras, la
dificultad para definir esa “compensación” depende tanto de las condiciones
del proyecto como de las peculiaridades del lugar elegido. Aguas abajo de
Botnia se encuentra a tres kilómetros la toma de agua para Fray Bentos, que
consume unos 7.200 metros cúbicos por día; dos kilómetros más adelante
comienza la planta urbana de la ciudad; y cinco kilómetros hacia el sur está
el balneario Las Cañas.
Misión
difícil, si no imposible
Desde que el gobierno de
Tabaré Vázquez refrendara el respaldo a las plantas de celulosa, la comisión
integrada por la Dinama, OSE y Botnia para tratar algunos de los problemas
planteados no ha llegado a conclusiones. Según confirmó BRECHA, siguen sobre
la mesa las ideas sugeridas por Botnia en su primer informe, como el
traslado aguas arriba de la toma de ose y el tratamiento de los efluentes de
Fray Bentos en la planta de celulosa.
Aunque la Dinama prefiere
por el momento no hablar de decisiones, el cambio de ubicación de la toma de
agua de ose para Fray Bentos parece una medida de fácil acuerdo. Por lo
pronto, el ingeniero Jorge Minola, gerente técnico de OSE, considera que
sería una solución beneficiosa, ya que no anularía la toma existente y se
usaría en “situaciones puntuales”, que definió como un posible accidente en
la planta o de algún navío en el río. Pero sería razonable seguir usando la
toma actual de ose si son compensados y asegurados en su inocuidad los
vertidos de Botnia, algo que parece lejos de estar resuelto.
Mientras tanto, Botnia
insiste con la propuesta de llevar los efluentes de Fray Bentos hacia su
planta de tratamiento. Esta sugerencia fue rechazada por los técnicos de la
Dinama, porque mezclar ambos vertidos obstaculiza el seguimiento de los
impactos del efluente de la celulosa y provocaría un aumento aun mayor de
nutrientes aguas arriba de Fray Bentos y la toma de OSE, con relación a la
descarga estimada para esta planta. Botnia propagandea la medida como “una
mejora de la calidad del agua del río”, pero no dice que la calidad se
deteriorará mucho más por sus vertidos. Los técnicos de la Dinama ya
calcularon que ese procedimiento sólo compensaría en un 10 por ciento la
carga de nutrientes aportada por la industria. Ningún beneficio justificaría
la pérdida de control sobre los efluentes de Botnia. Y la requerida
compensación, hasta ahora, rehuye las presentaciones.
Víctor Bacchetta
Convenio Brecha / Rel-UITA
5 de julio de 2006