Los
amargos impactos
de la
caña de azúcar
Uno de los cultivos que
más impactos negativos
ha generado desde
sus inicios hasta la fecha
en nuestro país es la
caña de azúcar.
Las
plantaciones de caña se asentaron en las Planicies del
Pacífico, una zona rica por la fertilidad de sus suelos
de origen volcánico y por la cantidad de agua que recibe
por medio de lluvias y ríos que nacen en la cadena
volcánica. Esas condiciones fueron perfectas para el
desarrollo del cultivo y la expansión de los ingenios
azucareros; hoy en día
Guatemala ocupa el
quinto lugar a nivel mundial en la exportación de azúcar
y el segundo en producción en América Latina y el
Caribe.
En la actualidad operan
14 ingenios azucareros y las plantaciones de caña de
azúcar para el año 2007 ocupaban 216 mil hectáreas
cultivadas, una extensión aproximada al tamaño del
departamento de Guatemala (225.300 hectáreas)
considerable para el tamaño del país (108.889 km2).
Uno de
los problemas más graves que presenta el monocultivo de
caña es el de la destrucción total de los ecosistemas
donde se instala, que en Guatemala ha significado
la desaparición de amplias áreas de bosques.
A lo
anterior se suma el uso exagerado de agua, lo cual
afecta a las comunidades humanas y causa impactos
directos e indirectos en los ecosistemas terrestres y
marino costeros. La quema de caña de azúcar contamina el
ambiente, afecta la salud de las poblaciones cercanas y
libera CO2, uno de los gases de efecto invernadero. La
quema de estas plantaciones, año tras año, contribuye al
aumento del calentamiento global.
En época de zafra, los
ingenios azucareros desvían los ríos hacia sus
plantaciones, dejan a las comunidades sin agua y vierten
los residuos contaminantes en ellos.
En
época de lluvia los canales y zanjones, abiertos para la
irrigación de las plantaciones, llevan las aguas tierra
adentro y provocan inundaciones, lo que pone en
situaciones de riesgo y vulnerabilidad a muchas
poblaciones. A esto se agrega la contaminación generada
por el uso excesivo de agroquímicos, plaguicidas y
madurantes, que por medio de los ríos se transportan
hacia los ecosistemas marino costeros, como el manglar.
Uno de
los problemas que encuentra la industria azucarera es la
cantidad de tierra disponible para expandir el
monocultivo. Según declaraciones en el año 2007 de
Armando Boesche, gerente de la Asociación de
Azucareros de Guatemala (Asazgua)
“Ya no hay disponibilidad de tierras, porque ya se llegó al límite”.
Esta situación se ha convertido en una amenaza para los
ecosistemas y las poblaciones locales y resulta delicada
en un país donde la conflictividad por la tierra ha
generado guerra, desapariciones y muerte.
Un
claro ejemplo de la falta de tierra fue el traslado del
Ingenio Guadalupe, en el año 2006, hacia el Valle del
Río Polochic en Izabal, cerca del refugio de vida
silvestre y sitio Ramsar Bocas del Polochic.
Esta situación amenaza
directa e indirectamente el humedal y la vida silvestre
debido al desvío de ríos y el uso de productos
agroquímicos que por medio de las lluvias y escorrentía
se transportan hacia este cuerpo de agua, con el riesgo
de aumentar el crecimiento de Hydrilla verticillata,
planta invasora que desde hace varios años se encuentra
en el lugar.
Sin
embargo, en el sur las plantaciones de caña no parecen
haber llegado “al límite”, ya que continúan su
expansión, talando los últimos árboles y bosques de
ribera que protegen los cauces de los ríos e impactando
sobre especies amenazadas como el Loro nuca amarilla que
se encuentra en grave peligro de extinción.
La frontera azucarera ha
llegado a orillas de los manglares y en lugares como
Iztapa y Hawai, dos zonas que aún conservan este
ecosistema amenazado, las plantaciones llegan hasta sus
límites produciendo un fenómeno de aislamiento y
presión.
En
Guatemala no se ha hecho una evaluación de los
impactos acumulativos de estos monocultivos, que afectan
tanto a las comunidades aledañas como a los ecosistemas
locales. Mientras tanto, la gente continúa endulzando
bebidas y alimentos, desconociendo los amargos impactos
de este monocultivo para la naturaleza y la gente.