Con este cereal andino 200 indígenas yanaconas del 
                          Cauca buscaban acabar con los cultivos ilícitos en el 
                          Macizo Colombiano.
                          
                            
                              
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                                Los 
                                cultivos fueron 
                                destruidos por las aspersiones, que según la 
                                Policía no incluyeron resguardos indígenas. | 
                            
                           
                          
                          
                           
                          
                          
                          Esta comunidad contaba con un aporte de 50 millones de 
                          pesos que les entregó el Banco Mundial para cultivar 
                          el cereal.
                          
                          Su esfuerzo hacía parte del programa Jóvenes 
                          Recuperadores de Semillas, creado por el resguardo de 
                          Río Blanco Sotará para sustituir los cultivos 
                          ilícitos, premiado el año pasado por la entidad 
                          internacional.
                          
                          En esa zona de la geografía caucana se estima que 
                          había unas 100 hectáreas sembradas con coca en 1997. 
                          Hoy, esa cifra no pasa las cinco hectáreas. 
                          
                          Todo se vino a menos en marzo pasado, cuando se 
                          iniciaron las aspersiones aéreas en Río Blanco –un 
                          territorio indígena al occidente del somnoliento 
                          volcán Sotará– justo cuando un centenar de hectáreas 
                          de quinua empezaba a madurar manchando de amarillo las 
                          empinadas montañas de la Cordillera Central.
                          
                          Según los indígenas, hoy no tienen materia prima para 
                          cumplir los compromisos adquiridos con el Banco y no 
                          saben qué explicación darle al ente internacional, que 
                          esperaba una producción en cuatro fases de 10, 15, 20 
                          y 30 toneladas de quinua.
                          
                          También saben que incumplirán los compromisos 
                          adquiridos con almacenes de cadena de Cali y Pereira, 
                          con los que habían iniciado negociaciones para la 
                          compra de 2.000 kilos de harina de quinua. 
                          
                          Según Néstor Tintinago, líder indígena de La Floresta, 
                          una de las ocho veredas de Río Blanco en donde las 
                          matas de amapola desaparecieron hasta de los jardines, 
                          desde hace dos años el Gobierno los ilusionó con el 
                          programa Familia Guardabosques, pero no han recibido 
                          ni un solo peso. 
                          
                          Reporteros de EL TIEMPO recorrieron la zona y 
                          verificaron que los cultivos de quinua se marchitaron 
                          y que la fumigación acabó también con los de papa, 
                          cebolla larga, zanahoria y los potreros de engorde, 
                          incluso con varias extensiones de plantas nativas como 
                          la chilcarrusia.
                          
                          Para Tintinago, las fumigaciones se basan en 
                          descripciones cartográficas desactualizadas en las que 
                          aparecen estas veredas como sembradas con amapola. 
                          
                          El coronel Henry Gamboa, director del programa de 
                          erradicación aérea de la Dirección Antinarcóticos de 
                          la Policía, se mostró extrañado con la denuncia. 
                          
                          Asegura que aunque hay fumigaciones en el Cauca, 
                          ningún resguardo indígena está incluido.
                          
                          Aclaró que la comunidad debe informar a la Personería 
                          para que inicie los trámites con la Dirección 
                          Antinarcóticos, que verificará y compensará si 
                          efectivamente hubo daños.
                          
                          
                          
                          
                          
                          Adriana Espinel 
                          EL TIEMPO
                          5 de julio de 2005