Proyecto de la planta Botnia en Uruguay |
Poco a
poco, pero sin vacilación, ha crecido en Uruguay y
Argentina, y entre ambos gobiernos, el debate en torno a la
instalación de dos fábricas de celulosa sobre el río
Uruguay. Un debate nada fácil, porque deben usarse términos
y datos técnicos poco manejados hasta el presente, pero que
es imprescindible. No obstante, han surgido señales de que
algunos actores quieren desvirtuar la polémica en curso.
Bajo el
titular "Severas críticas a los ecologistas por su
oposición a plantas de celulosa", el diario La República
publicó, el domingo 14 de agosto pasado, una entrevista de
su corresponsal en Fray Bentos, Sandra Dodera, al doctor
Danilo Antón, en donde con las credenciales de gran
experiencia y dominio técnico se incurre en varias
inverdades, gruesos calificativos y errores de valoración.
Antón es
un geógrafo uruguayo con amplia trayectoria internacional.
Doctorado en Francia, se desempeñó como director o profesor
en centros de investigaciones y universidades de México,
Arabia Saudita, Canadá y Uruguay, dirigió proyectos en más
de 40 países de África, Asia y América Latina, investigó en
geomorfología, hidrogeología, geología y sedimentología y
tiene varios libros publicados.
En la
entrevista (digamos entre periodistas que, en lugar de una
entrevista, es una conversación), el doctor Antón alude, en
forma difusa, a que estuvo trabajando para la empresa Botnia.
Sin duda, el Informe Ambiental Resumen (IAR) presentado por
Botnia a la Dinama, coloca a Danilo Antón a la cabeza del
equipo que habría realizado estudios de suelo, geología,
hidrogeología y aguas subterráneas.
Por
cierto, además de contratar a profesionales, estas empresas
emplean a técnicos del país en donde proyectan operar y este
factor, la condición criolla, también suele ser utilizado
como argumento para validar las conclusiones del trabajo.
Pero, sin más preámbulos, vayamos a los temas y
consideraciones hechas por Antón.
Río Uruguay,
un gran receptor de basura
Luego de
afirmar que "el río Uruguay es un cuerpo receptor enorme",
el doctor Antón agrega: "la planta de celulosa funciona así;
si funciona bien el equipo de tratamiento la misma tiene muy
poco impacto, casi ningún impacto en el medioambiente. Pero
vamos a imaginar el peor de los escenarios. Que algo tenga
bastante impacto... eso se va diluyendo algunas cuadras río
abajo. Seguramente menos de 10 km, en 4 o 5 km se deja de
sentir incluso la diferencia de temperatura... "
Estas
palabras coinciden con las conclusiones del IAR de Botnia y,
también, con su falta de seriedad científica. Decir que el
río Uruguay es un cuerpo receptor "enorme" no significa nada
si no se habla sobre el estado actual del mismo con respecto
a su calidad original. Y la afirmación posterior, que no
hace referencia al volumen ni a las sustancias del efluente
previsto por Botnia, induce directamente al engaño.
En cuanto
al estado del río Uruguay, desde hace unos años se constata
a través de distintos estudios un creciente deterioro de la
calidad del agua, alterada sobre todo por los desechos de
las poblaciones ribereñas –del orden del millón de
habitantes, entre Argentina, Brasil y Uruguay–, que vierten
tanto sus redes sanitarias como los efluentes de las
industrias locales, prácticamente todos sin tratamiento.
Planta
Metsä-Botnia en Finlandia |
En el
propio informe confeccionado por la Dinama para evaluar el
IAR de Botnia, del 11 de febrero de 2005
(Expte:
2004/14001/1/01177), se dice lo siguiente:
"La
información de la calidad del agua del Río Uruguay
presentada en el EsIA induce a concluir que existen
parámetros cuya concentración excede los límites
establecidos por el Decreto 253/79 y/o por el Digesto sobre
Usos del Río Uruguay de la CARU para aguas Clase I (agua
bruta destinada al abastecimiento público con tratamiento
convencional). En algunos casos, los valores registrados
exceden inclusive los límites para usos menos exigentes.
Adicionalmente, el análisis de información histórica de
calidad del agua del Río Uruguay evidencia que este curso
presenta problemas de eutrofización, consecuencia de una
elevada carga de nutrientes (N y P). Esta situación ha
generado frecuentes floraciones de algas, en algunos casos
con importante grado de toxicidad dado por floraciones de
cianobacterias. Estas floraciones, que en los últimos años
han mostrado un incremento en frecuencia e intensidad,
constituyen un riesgo sanitario y generan importantes
pérdidas económicas ya que interfieren con algunos usos del
agua tales como las actividades recreativas y el
abastecimiento público de agua potable."
"A esta
situación ya existente se debe agregar –dice la Dinama– que
en el futuro, el efluente de la planta (de Botnia)
descargará un total de 200 t/a (toneladas anuales) de N
(nitrógeno) y 20 t/a de P (fósforo), valores que equivalen
aproximadamente a la descarga de los efluentes cloacales sin
tratar de una ciudad de 65000 habitantes". O sea, tres
ciudades de Fray Bentos y, si contamos a Ence, una y media
más.
Pues bien,
queda demostrado que la 'capacidad receptora' del río
Uruguay ya está bastante comprometida, pero además las
cifras citadas sobre el vertido de Botnia sólo se refieren
al nitrógeno y el fósforo. Dentro de un volumen previsto de
41.000 metros cúbicos diarios de efluentes que se volcarán
al río, las plantas de celulosa de tecnología ECF elegidas
para el Uruguay, contienen otros elementos contaminantes
peligrosos que incluyen diversos compuestos del cloro –aquí
entran las dioxinas y furanos– y
la llamada carga de TSS
(Total de Sólidos Suspendidos)
Sobre este
aspecto, el doctor Antón reitera que la contaminación será
insignificante o nula y asegura que, en la peor hipótesis,
esto "se va diluyendo algunas cuadras río abajo". La
ligereza es total, porque los policlorados, aún en bajas
concentraciones, son no destructibles y bioacumulables,
pasan de una especie a otra, inclusive al humano, y sus
efectos se perciben a largo plazo. Por lo tanto, es
irresponsable minimizarlos y justificar no controlarlos. Sin
base técnica, hay que pensar que el motivo sea otro: la
rentabilidad, porque el control eleva los costos.
Al final,
alguien tiene que producir papel
Más
adelante, la entrevista al doctor Antón apela a un argumento
ingenuo –pero que ha sido utilizado incluso por autoridades
del gobierno uruguayo para justificar su decisión–, al decir
que "alguien tiene que producir papel", como si los
ecologistas estuvieran en contra de la producción y los usos
apropiados del papel.
La
periodista Dodera afirma: "Los ecologistas para difundir sus
ideas y su posición en contra de las celulosas, utilizan el
papel". Y el Dr. Antón acompaña diciendo:
"No sólo
para difundir las ideas, si usamos el papel tenemos que ser
conscientes que alguien en algún lugar produce ese papel, o
sea que en algún lugar hay una planta de celulosa para
producir ese papel y esas plantas tienen efluentes, y
alguien se va a quejar de esa situación (...) Y la verdad es
que uno es cómplice, si uno considera que algo es malo, que
es un crimen, uno está cometiendo un crimen porque está
comprando papel. Yo creo que hay un entrevero, una
contradicción mental de esta gente. Cuando uno se pone en
contra de algo, tiene en su vida que expresarlo también, uno
no puede decir una cosa y hacer otra."
Sin duda,
un "entrevero mental" es lo que busca esta entrevista,
posiblemente para que todo siga entreverado como está. En
primer lugar, la producción de celulosa y sus derivados en
el mundo actual tiene un destino principal superfluo, mucho
más allá del papel necesario para escribir y publicar. En
segundo lugar, no hay una única forma de producir celulosa y
la elegida para el río Uruguay no es la mejor.
Veamos
sólo algunos datos para respaldar estos hechos. De acuerdo
con la FAO, el consumo de papel en el planeta se multiplicó
por tres en los últimos 30 años y en el año 2000 se
calculaba que aumentaría en 50% para el año 2010. Pero todos
los países no consumen igual: en el Norte se consume 14
veces más papel y 10 veces más madera que en el Sur o, desde
otro ángulo, los países más industrializados consumen 81%
del papel y 76% de la madera en el mundo.
Por
persona y por año, en Francia se consumen 190 kg de papel y
cartón, en Estados Unidos esa cifra se eleva a 330 kg y en
Finlandia a 332 kg, pero en Uruguay son sólo 40 kg y en
China e India promedia menos de 10 kg.
La
producción mundial de papel supera hoy los 300 millones de
toneladas anuales, pero la mayor parte de este crecimiento
nunca estuvo destinada a satisfacer reales necesidades
humanas, sino a generar formas de consumo superfluo que
aseguren la rentabilidad de la industria de la celulosa y el
papel. Y a generar más basura: el papel y cartón es el 40%
de los desechos sólidos municipales en EEUU.
Nadie que
piense seriamente en las necesidades humanas fundamentales
puede dudar de que es posible reducir esa espiral de consumo
desatada sin afectar las aplicaciones útiles del cartón y
del papel. Para alcanzar ese nivel de producción necesaria,
además, existen procedimientos menos depredadores
(aumentando el reciclaje) y tecnologías limpias y seguras,
libres de cloro y sus derivados.
Botnia,
Ence y los técnicos que les sirven, las autoridades que
apoyan la instalación de estas plantas en Uruguay, todos
hablan en favor del medio ambiente. Hablan de "mejores
tecnologías disponibles" y de "niveles de contaminación
permitidos" pero, tratándose de producir papel útil, ninguno
ha explicado porqué utilizan la tecnología ECF, que es
contaminante y sus controles no logran la seguridad deseada.
Para
agrandar el 'entrevero mental', Antón dice que el tema
central "es una cuestión de poder. El sindicato de los
trabajadores de la industria del papel es muy fuerte y las
empresas son cooperativas, como el caso de Botnia" (sic).
Sí, el sitio Web de Botnia dice que es una "cooperativa de
propietarios de bosques finlandeses, y de las papeleras
M-Real Oyj y UPM-Kymmene Oyj" (sic). ¡Pobrecita Botnia!
Descalificando, quedamos todos iguales...
Finalmente, el Dr. Antón, haciendo un gran esfuerzo para
explicar la oposición a las plantas de celulosa dice que
"esto se está manejando con mucha irracionalidad. De una
irracionalidad que no se puede creer. No se ponen los hechos
sobre la mesa, se inventan cosas y se tiran. Y he notado que
no se le está dando la información objetiva a la población,
no es por culpa de los periodistas ni de nadie, y es porque
la sociedad funciona así, muy politizada desde el peor punto
de la palabra."
A esa
altura de la entrevista, parecería que el 'entrevero mental'
lo pescó también al entrevistado pero, por lo visto, Antón
no sólo quiere descalificar a los que se oponen a sus
actuales puntos de vista –con denominaciones tales como
"irracionales", "cuenteros", "esquizofrénicos", "locos",
etc.–, sino que quiere descalificar el debate, con aquel
argumento de que 'están en contra porque están contra mí'.
Algo
similar es la última afirmación de Dodera, al decir: "Acá
hay juegos de poder muy complejos que están jugando. Hay
problemas de poder y van a jugar un rol y eso no es que sea
bueno ni malo, la vida es así" (sic). O sea, reducen la vida
a un juego de poder, en donde el poder da derechos. Así
actúan hoy ciertas empresas, políticos, técnicos e
individuos, pero no les daremos el gusto de imitarlos.
Sería
mejor quedarnos con la imagen del profesor Danilo Antón al
final de un trabajo suyo de algunos años atrás, cuando
escribió: "En esta 'nave-Tierra', sin embargo, no podemos
darnos 'el lujo' de arriesgarnos a sobrepasar los límites,
cualesquiera que éstos sean; tal vez no haya una segunda
oportunidad". (Antón 1999)
Víctor
L. Bacchetta
© Rel-UITA
19 de
agosto de 2005
FOTOS:
1
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2 www.ukiark.fi