En los 
últimos meses han aparecido tres informes sobre 
cambio climático que han causado revuelo a nivel 
mundial. Se trata de el “Informe Stern”, que analiza 
los impactos económicos del cambio climático; el 
libro y la película de Al Gore: “La verdad 
Incómoda”, que trae una muy didáctica presentación 
del problema, y el Cuarto Informe del Panel 
Intergubernamental de Cambio Climático, la más 
completa actualización del conocimiento sobre el 
tema. Todos hacen una fuerte advertencia: el 
fenómeno del cambio climático es una realidad y ya 
está entre nosotros. No se puede insistir más con la 
duda
 
 
El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (PICC) 
que reúne cada cinco años toda la nueva información 
científica disponible es categórico en su último 
reporte: “Las concentraciones atmosféricas de 
dióxido de carbono (CO2), metano y 
óxido nitroso han crecido notoriamente como 
resultado de las actividades humanas desde 1750 y 
ahora exceden largamente los valores 
preindustriales. El aumento global de la 
concentración de dióxido de carbono en la atmósfera 
se debe principalmente al uso de combustibles 
fósiles y cambio en el uso de la tierra mientras el 
metano y el óxido nitroso se debe principalmente a 
la agricultura (…) El calentamiento del sistema 
climático es inequívoco, como ahora es evidente a 
partir de observaciones de los incrementos de las 
temperaturas medias mundiales del aire y los 
océanos, la extensión de los derretimientos de las 
nieves y los hielos, y el aumento del nivel medio 
del mar”.
 
El PICC es la reunión de expertos científicos 
en cambio climático más importante que existe. Reúne 
a más de dos mil investigadores de todo el mundo y 
es patrocinado por la Organización Meteorológica 
Mundial y Naciones Unidas. Cada cinco años 
aproximadamente emite un vasto informe distribuido 
en tres tomos: “La ciencia básica del cambio 
climático; Impactos, vulnerabilidad y adaptación"; y 
“Mitigación del cambio climático”. Cada uno de ellos 
contiene más de mil páginas de información, gráficos 
y tablas que vienen acompañadas por un “Sumario para 
tomadores de decisión” con las conclusiones más 
relevantes. Entre febrero y mayo de este año se 
dieron a conocer los tres sumarios del  Cuarto 
Informe de Evaluación del PICC, de donde se 
extrajo el fragmento reseñado más arriba.1
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Durante el siglo XX la 
temperatura subió a una tasa 
promedio de 0,06 grados por 
década. Pero si tomamos los 
últimos 50 años, la tasa fue 
de 0,13 grados por década. 
Entre tanto, los once años 
con la temperatura media más 
elevada de toda la historia 
ocurrieron en los últimos 
doce  | 
 
 
 
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Entre la información nueva más relevante surge una 
serie de datos que demuestra que el cambio climático 
ya está entre nosotros y no es una cosa del futuro. 
El mar ha subido a una tasa de 1,7mm a lo largo del 
siglo XX. Pero si medimos los últimos 40 años, la 
tasa fue de  1,8 mm. Para el intervalo 1993 - 2003 
la tasa de aumento del nivel medio del mar ya había 
subido a 3,1mm por año. (PICC 2007). Algo 
similar ocurre con la temperatura. Durante el siglo 
XX la temperatura subió a una tasa promedio de 0,06 
grados por década. Pero si tomamos los últimos 50 
años, la tasa fue de 0,13 grados por década. Entre 
tanto, los once años con la temperatura media más 
elevada de toda la historia ocurrieron en los 
últimos doce.
 
Además, el reporte da cuenta del aumento de las 
temperaturas medias y el decrecimiento de las 
superficies heladas en el Ártico, de la disminución 
de los glaciares, del aumento de las precipitaciones 
en algunas áreas, así como el aumento de las sequías en otras 
y el 
incremento de la actividad de ciclones y huracanes. 
(PICC 2007)
 
Impactos esperados
 
Hacia el futuro las tendencias no son nada 
tranquilizadoras. La temperatura media del planeta 
podría estar hacia fin del siglo XXI hasta 5 grados 
por encima de la actual. Esto puede parecer poco 
significativo. Por eso vale la pena recordar que 5 
grados es la diferencia existente entre la 
temperatura media de la última era glacial y la 
temperatura media actual.
 
Según el informe Stern (2006), con una suba 
de entre 2 y 3 grados, la selva del Amazonas será 
dañada “irrevocablemente”. Y esto podría ocurrir en 
los próximos 50 años. Nicholas Stern fue 
economista jefe del Banco Mundial. En el 
último año estuvo trabajando para el gobierno del 
Reino Unido en una evaluación económica de los 
impactos del cambio climático. Según sus cuentas, 
cambiar hoy el rumbo del desarrollo hacia una 
economía “descarbonizada” podría tener un costo de 
un 1 por ciento de Producto Interno Bruto (PIB) mundial. Pero no hacer 
nada y dejar que continúe el escenario tendencial 
podría llegar a tener costos para la economía global 
de entre el 5 y el 20 por ciento del PIB del 
mundo.
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En América Latina, hacia el 
año 2050 se espera que buena 
parte de la selva amazónica 
se convierta en sabana, las 
zonas semiáridas tiendan a 
desertificarse y esto 
conduzca a una significativa 
pérdida de biodiversidad. 
Las zonas secas tenderán a 
salinizarse, perdiéndose 
muchas tierras dedicadas a 
la agricultura.  | 
 
 
 
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Entre los impactos sociales más graves el informe 
prevé que para el año 2050 habrá 200 millones de 
personas desplazadas y problemas con la producción 
de alimentos. Según su reporte, algunas regiones 
agrícolas de las zonas templadas podrían llegar a 
verse favorecidas si la temperatura aumentara en el 
entorno de los 2 grados. Sin embargo, a 
partir de los 4 grados de aumento la 
producción mundial de alimentos será seriamente 
afectada. Una conclusión que podemos sacar es que 
los pequeños agricultores que no tengan acceso a 
costosos sistemas de riego y transporte de agua, 
perderán la capacidad de autosostenerse debido a las 
sequías esperadas.2
 
 
Estos impactos podrían tener un efecto negativo 
expansivo en la economía de los países. Al Gore, 
ex vicepresidente de Estados Unidos, 
relata en su último y comentado libro “La Verdad 
Incómoda” (Gore, 2007) las amenazas que se 
están comenzando a ver en el mundo de la industria 
de los seguros. Según el autor, algunas compañías 
aseguradoras han visto multiplicarse por 15 la 
cantidad de dinero pagado a las víctimas de los 
fenómenos climáticos extremos. Esto podría tener 
como consecuencia una suba desmesurada de las primas 
de los seguros climáticos, e incluso que en algunas 
zonas potencialmente vulnerables o de riesgo difícil 
de estimar, directamente se dejaran de aplicar. Una 
crisis de las aseguradoras por pagos mayores a los 
previstos con base en los promedios climáticos 
históricos, podría incluso arrastrar a fondos de 
pensiones y mutualistas que tienen sus dineros 
invertidos en las compañías de seguros.
 
En América Latina, hacia el año 2050 se espera que 
buena parte de la selva amazónica se convierta en 
sabana, las zonas semiáridas tiendan a 
desertificarse y esto conduzca a una significativa 
pérdida de biodiversidad. Las zonas secas tenderán a salinizarse, perdiéndose muchas tierras dedicadas a 
la agricultura, y ocurrirá un descenso generalizado 
de la productividad agropecuaria. Algunas ciudades y 
zonas agrícolas que dependen del agua que proviene 
del derretimiento anual de los glaciares andinos 
sufrirán escasez, mientras que el área 
centroamericana y el Pacífico Sur perderán stock 
pesquero (PICC 2007b).
 
Adaptación
 
Más allá de la necesaria preocupación por reducir 
los gases de efecto invernadero y de las 
oportunidades que el Mecanismo de Desarrollo Limpio 
ofrece a la región para generar proyectos de 
energías renovables, es imprescindible que los 
gobiernos latinoamericanos concentren sus esfuerzos 
en dos asuntos: primero, la fuerte exigencia a los 
países industrializados para que reduzcan sus 
emisiones al menos a la mitad para evitar las 
grandes catástrofes que se avecinan y que nos 
arrastrarán a culpables e inocentes. Segundo, 
comenzar a pensar estrategias y acciones para 
adaptarse al cambio climático. 
 
Prever sistemas de alerta temprana para los eventos 
extremos; buscar cambios en los cultivos agrícolas 
hacia especies y variedades más resistentes a las 
esperadas variaciones climáticas (sobre todo a los 
períodos prolongados de sequía); ordenamientos 
territoriales que eviten los asentamientos humanos 
en las costas vulnerables; sistemas de emergencia 
sanitaria que puedan atender las situaciones de 
evacuación en caso de inundaciones y tormentas o 
contrarrestar las grandes olas de calor que se 
esperan; son algunas de las medidas que los países 
deben comenzar a pensar e implementar. 
 
Esto no puede esperar porque aún suponiendo que se 
logren reducir las emisiones, los impactos ya están 
ocurriendo. Como dice el informe del PICC: “Las 
emisiones pasadas y futuras de CO2 
de origen antropogénico continuarán contribuyendo al 
calentamiento y al aumento del nivel del mar por más 
de un milenio, debido a las escalas de tiempo 
requeridas para remover este gas de la atmósfera”.
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En Montevideo, Gerardo Honty* 
© Rel-UITA 
4 
de junio de 2007 
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2- 
Informe Stern 
 
* Coordinador de Energía de 
CEUTA, Investigador en Energía y Cambio Climático de CLAES
Fotografía: 
Rel-UITA
 
 
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