Del 1 al 12 de
diciembre se lleva a cabo en Pozna, Polonia, la 14ª
Conferencia de las Partes (COP 14) de la Convención
Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC).
La Red Centroamericana Observatorio de la
Sostenibilidad, instancia que monitorea el
cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del
Milenio (ODM), hizo pública su posición política
ante el cambio climático en la región y se prepara a
presentarla en ese importante evento.
La CMNUCC
es un proceso multilateral en el que los países
negocian la regulación de las emisiones de Gases de
Efecto Invernadero (GEI) y la estabilización
de su concentración en la atmósfera, para impedir
interferencias peligrosas en el sistema climático
originadas por la actividad humana. Ese objetivo
prevé también que los niveles de GEI deberían
alcanzarse en un plazo suficiente “para permitir que
los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio
climático, asegurar que la producción de alimentos
no se vea amenazada, y permitir que el desarrollo
económico prosiga de manera sostenible”, refleja el
texto oficial de la Convención.
Según Alejandro Alemán, oficial de Incidencia
del Centro Humboldt, será muy difícil cumplir
con estos objetivos. “En 1994 se establecieron
compromisos de reducción de emisiones para los
países desarrollados, los cuales, según el principio
de la responsabilidad compartida pero diferenciada,
son los principales responsables de esta situación
y, por supuesto, deben compensar ese daño que
principalmente ha afectado a nuestros países del sur
del mundo, a nuestro derecho a un bien común, como
es la atmósfera, y a un clima saludable”, reiteró
Alemán.
El primer
compromiso asumido por los países desarrollados fue
de reducir las emisiones en 2000 a los niveles que
tenían en 1990, pero frente a la oposición de las
grandes potencias que consideraban ese objetivo como
“financieramente no viable”, se llegó en 1997 a la
firma del Protocolo de Kyoto en el cual los países
se comprometían a reducir la emisión de los GEI en
un periodo comprendido entre 2008 y 2012.
Alejandro Alemán |
“Las
organizaciones ambientalistas –continuó Alemán–
buscábamos de esta manera asegurar la reducción de
las emisiones a través de cambios en los sistemas
productivos, pautas de consumo y cambios en el
modelo de desarrollo en general implementado por los
países desarrollados. Lamentablemente la
intención inicial del Protocolo de Kyoto fue
totalmente distorsionada y surgieron tres mecanismos
de flexibilidad del Protocolo mismo, entre ellos los
Mecanismos de Desarrollo Limpios (MDL), para tratar
de involucrar a nuestros países en la reducción de
las emisiones de los países ricos”.
“Lo que se ha generado -explicó el oficial de
Incidencia del Centro Humboldt- es que
nuestros países captarán fondos para la adaptación
al cambio climático a través de un impuesto del 2
por ciento que se cargue a los proyectos en el marco
de los MDL (Mercado del Carbono).
Después de tres años de haber entrado en vigencia
el Protocolo de Kyoto, los MDL no han mostrado
ningún grado de efectividad, ni han contribuido a la
reducción de los GEI ”.
Sucesivamente, en la conferencia que se desarrolló
en Bali en 2007, se estructuró una Mapa de
Ruta con el objetivo de llegar a un acuerdo post
Kyoto, que regule las reducciones de los GEI
entre 2008 y 2020.
El planteamiento
político de Centroamérica
En la 14 Conferencia de las Partes (COP 14),
instancia decisoria en el marco de la CMNUCC,
la Red Centroamericana Observatorio de la
Sostenibilidad está lista para presentar un nuevo
posicionamiento político que pone en evidencia las
exigencias más urgentes para los países de la
región.
Frente a los evidentes y crecientes impactos que
está viviendo la región centroamericana a raíz del
calentamiento global, el documento pide que
“la adaptación y la
reducción de la vulnerabilidad deben ser los ejes
principales alrededor de los cuales deben
construirse las estrategias nacionales y/o
regionales ante el cambio climático. Debe ser
responsabilidad de los países desarrollados, la
creación de un Fondo de Compensación Retroactivo y
Permanente -fuera de los mecanismos de mercado
establecidos en el Protocolo de Kyoto- para
financiar las acciones de adaptación que tomen en
cuenta los servicios ecosistémicos prestados por los
sumideros naturales de GEI de la región, para
reparar la desconsideración del derecho de los
países en desarrollo a acceder de manera equitativa
a un bien común como lo es la atmósfera, y en
concepto de compensación por los daños materiales y
humanos provocados por los fenómenos naturales
asociados al cambio climático en los países en
desarrollo”.
Otros puntos del documento enfocan la necesidad de
que
los gobiernos de la región centroamericana
inhiban opciones de generación de energías basadas
en el establecimiento de monocultivos que atentan
contra la seguridad alimentaria, la biodiversidad, y
la integridad de los ecosistemas de los territorios
centroamericanos, tales como los agrocombustibles
líquidos entre los que se encuentran el etanol y el
agrodiesel.
Se pide también contrarrestar las políticas
agrícolas basadas en el uso de organismos
genéticamente modificados y el uso de tecnologías
que tienen efectos desconocidos sobre los
ecosistemas y el propio sistema climático.
Para Alejandro Alemán, “La necesidad es que
la estrategia regional de cambio climático se
armonice con los planes nacionales de desarrollo en
Centroamérica, y que los países desarrollados
canalicen los recursos financieros que se requieren
para la adaptación al cambio climático en nuestros
países. En este sentido -continuó Alemán-,
estos recursos no van a provenir de los mecanismos
del mercado del carbono, como lo han venido
planteando, sino que necesitamos otros mecanismos,
como por ejemplo que se nos reconozca y se nos pague
por ser sumideros netos de GEI.
Paralelamente, es necesario un cambio radical en las
matrices energéticas, en los patrones de producción
y consumo de los países desarrollados”.
Con respecto a los transgénicos y los
agrocombustibles, Alemán recordó que “ya
existe una ofensiva de parte de las transnacionales
con el propósito de que los agrocombustibles se
adopten como opciones de mitigación al cambio
climático. La Red está en total desacuerdo con ello
porque, antes bien, van a agravar el problema.
Existen estudios de la Universidad de Berkley,
Estados Unidos, en los que se evidenció cómo un
litro de etanol extraido a base de maíz genera más
emisiones de GEI que un litro de combustible de
origen fósil.
En este sentido -agregó el representante del
Centro Humboldt-
es una farsa que los agrocombustibles sean una
opción de mitigación viable al cambio climático.
Lamentablemente, el poder de las grandes
transnacionales hace que muchas veces prevalezcan
los intereses económicos y financieros sobre los
criterios científicos, y esto es lo que debemos
contrarrestar”, concluyó.
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