Con Hermann Scheer

Cambio climático y energías alternativas

 

El diputado socialdemócrata alemán Hermann Scheer* es uno de los mayores especialistas mundiales en energías alternativas. Como publicista indómito, como pensador estratégico, como táctico consumado, Hermann Scheer es uno de los más caracterizados defensores mundiales de las energías renovables. Como diputado socialdemócrata en el Bundestag ha logrado reunir mayorías parlamentarias decisivas en favor de nuevas leyes de energía, y como presidente de "Eurosolar" ha venido organizando socialmente el compromiso con las energías renovables alternativas

 

 

 

-La Cumbre Energética debía esbozar un borrador para abordar el problema del clima del futuro. ¿Ha alcanzado su objetivo?

-No, y tampoco lo podía conseguir. Las expectativas de la Cumbre Energética estaban sobredimensionadas. Por un lado, no había ningún gremio con capacidad para tomar ese tipo de decisiones. Por otro lado, las posiciones y los intereses subyacentes están demasiado alejados entre sí.

No se trata de alcanzar un consenso, sino de tomar decisiones y trazar líneas de acción. Pero el comportamiento estructural extremadamente conservador de la economía energética actual se encarga de impedirlo. Es una ilusión considerar que se podía llegar a un acuerdo sobre la futura estructura energética.

 

-Una mayor eficiencia energética y una descentralización de la matriz energética reduciría los beneficios del consorcio eléctrico. ¿Por eso impiden un cambio en la política energética?

-Si. La base del conflicto energético es que los proveedores de energía convencional luchan para mantener el monopolio de la provisión de energía. Pero este monopolio no se puede mantener si se quiere una verdadera reorientación hacia energías renovables y una eficiente cogeneración (la cogeneración es el procedimiento mediante el cual se obtiene simultáneamente energía eléctrica y energía térmica útil; N.T). Ambas requieren estructuras descentralizadas, y también pasar de unas pocas inversiones enormes, con pocos propietarios, a una estructura mucho más pluralista, con muchos medianos y pequeños inversores, que en suma remplazan las pocas pero enormes inversiones actuales. Esto define en el fondo el conflicto energético. Esta cuestión siempre se esquiva utilizando argumentos sobre la viabilidad económica o la factibilidad tecnológica de las demás opciones. Estos argumentos son casi siempre sospechosos de ocultar algo o revelan un doble rasero.

 

-¿Se debe acabar con el poder de mercado de los consorcios?

-Creo que una verdadera orientación de la economía hacia el mercado no es posible sin cambiar el suministro energético convencional. Pero esto no quiere decir que uno no deba por lo menos intentar mitigar el problema. La verdadera superación del problema vendrá de las nuevas energías. El suministro energético fósil y atómico proviene de unos pocos lugares del mundo. Y se producen nudos en la facilitación de energía, desde estos pocos lugares con grandes yacimientos hasta llegar a los pueblos mas pequeños, debido a que el consumo de energía está siempre descentralizado. Esto significa que el proceso de concentración de la economía energética está fijado por las fuentes. Cuánto más se aferre uno a estas energías y más agote estas fuentes, mayor será la concentración. El suministro del mundo proviene de cada vez menos lugares, los costes de facilitación de energía aumentan, y eso junto a una creciente demanda energética. Este proceso sólo puede organizarse mediante consorcios transnacionales. La consecuencia es que sociedades enteras se vuelven dependientes. Los consorcios transnacionales pueden jugar al gato y al ratón con los gobiernos. Una situación que los estados constitucionales lógicamente temen. La dependencia con respecto a unos pocos países extractores y consorcios internacionales ya ahora es alarmantemente alta. Hace tiempo que se libran guerras por los intereses de esta economía energética, y los agentes son los estados. La Guerra del Golfo y la de Irak no hubieran tenido lugar si la Península Arábiga ofreciese plátanos en vez de petróleo.

 

-¿Cuales serían las ventajas de las energías renovables?

-Con las energías renovables disponemos en cambio de una oferta energética más amplia, diseminada por todo el mundo, aunque con distintas intensidades. Mientras que la energía convencional conduce inevitablemente a un alejamiento de los espacios de la explotación energética con respecto a los consumidores, con las energías renovables tenemos en cambio una oportunidad única de acercar los espacios la extracción de energía a los de su utilización.

 

-Este cambio estructural es el más importante desde el comienzo de la industrialización. ¿Cuales serán las consecuencias?

-Al final habrán ganadores y perdedores. Los perdedores serán los consorcios energéticos actuales. Y será así porque es prácticamente imposible que las mayores empresas del mundo, las que comercian con energía primaria, se conviertan en vendedoras de viento y rayos solares. Con el cambio de las fuentes comerciales de energía primaria (petróleo, gas, carbón y uranio) por fuente no comerciales, desaparecerá la economía de la energía primaria. Unos consorcios energéticos que sólo piensan en perpetuarse, harán todo lo posible por continuar, pero sólo pueden postergar quizá una década el inevitable cambio necesario hacia las energías renovables. Desde su punto de vista una estrategia como esa es comprensible, pero para la sociedad es intolerable.

 

-Los cálculos de modelos presentados en la cumbre energética sugirieron que la protección del clima puede ser alcanzada de un modo mas fácil y barato si las centrales nucleares siguen funcionando. ¿Exige el clima entonces una vuelta a la energía nuclear?

-No. Estos cálculos son insuficientes, porque los costes verdaderos son simplemente ignorados. Se incluyen los costes de la producción eléctrica, pero no los costes de las consecuencias, como por ejemplo la problemática agravada del agua. Los mayores consumidores de agua del mundo son las compañías operadoras de las centrales atómicas. Tampoco son tenidos en cuenta los privilegios gratuitos de la industria atómica, como por ejemplo que sean libres de cualquier responsabilidad civil. El mismo tipo de cálculo de costes también debe ser rechazado en lo que se refiere a la energía fósil. La Agencia Europea del Medio Ambiental de Copenhagen acaba de determinar que sólo en la UE las emisiones de gas, carbón y petróleo causan 350.000 muertes prematuras. Las emisiones causan también innumerables enfermedades respiratorias y alergias. Los costes de las catástrofes provocadas por el cambio climático tampoco son contabilizados. Si se tienen en cuenta todos estos aspectos las energías atómicas y fósiles son más caras que las energías renovables. Podemos encarecer las energías convencionales con impuestos sobre sustancias nocivas, para que al menos se pague parte de sus costes sociales. Pero entonces se volverían tan caras que serían socialmente incompatibles. O por otro lado podemos privilegiar a las energías renovables, para que puedan relevar a las antiguas.

 

-Estas cuestiones no se tuvieron en cuenta. ¿Por qué no se invitó a ningún ecologista?

-Es sin duda problemático que el consorcio energético disponga de un papel sobredimensionado. A los consorcios no se les aplica ninguna ley constitucional. Ni siquiera cuando se comportan como un estado dentro del estado y por ejemplo lanzan un ultimátum a la canciller de la República Federal. No aparece en ningún lugar de la Ley Fundamental de Bonn, que todo lo relacionado con la energía sólo pueda ser realizado por los consorcios. Al suministrador convencional de energía no le interesa gran parte de la futura producción de energía, como por ejemplo la casa solar, que recibe la energía que necesita gratis. Y potencialmente cada casa puede recibir toda su energía de fuentes renovables.

 

-Algunos lugares son mejores que otros para las distintas energías renovables. ¿Necesita Europa una gestión adecuada?

-No, estas reflexiones se parecen demasiado a la estructura actual de la economía energética. La particularidad económica de la energía renovable es que uno puede recogerla descentralizadamente. Hay costes pues, que en el sistema energético convencional son inevitables, que desaparecen, como por ejemplo el combustible y las infraestructuras. Como un punto de vista estrecho de miras puede conducir a error lo muestra el debate Offshore. Durante años se dijo que los parques eólicos se emplazarían frente a la costa, ya que ahí sopla más viento. Por consideraciones económicas se ha decidido algo completamente distinto: el gasto para la provisión técnica en relación a las ganancias. Los costes significativamente mayores de las instalaciones y el mantenimiento a mar abierto tienen que ser tomados en consideración. Por eso está claro: la producción de energía eólica en tierra es más barata, incluso cuando ahí hay menos viento. La idea de recoger energía solar en el sur de Europa, energía eólica en el Atlántico o bioenergía en Ucrania es errónea. Además, ¿por qué debemos reemplazar una dependencia energética por otra, cuando tenemos la opción de proveernos a nosotros mismos?

 

-¿Será el consumidor el que tenga que pagar la construcción de toda la estructura de suministro?

-Cada energía es pagada por el consumidor, incluso de manera doble. Hay la cuenta directa del proveedor de energía y la indirecta, donde se tiene que pagar hasta compensar los daños sociales. Uno no puede separar aquí a los ciudadanos de los consumidores de energía. Uno debe partir de una imagen completa del ciudadano, de un ciudadano que otorga valor a la necesidad de seguridad y de un medioambiente sano.

 

-De acuerdo, tomemos en consideración al ciudadano. El miedo al cambio climático es general, sin embargo se acumula la protesta contra la construcción de parques eólicos debido a sus emplazamientos.

-Entonces se debe hablar con la gente, para ver si su crítica es razonable. La energía atómica y fósil es un peligro para la humanidad. Las energías renovables permiten el cambio hacia un aprovechamiento duradero de energía libre de emisiones. Por cada parque eólico que no se construye por presión social se tiene que abrir otra central eléctrica atómica o fósil. Es una cuestión comparativa. No se trata únicamente de un paisaje supuestamente intacto. Este es más perjudicado por la extracción de carbón, petróleo, uranio, líneas de alta tensión, lluvia ácida y temperaturas de efecto invernadero, que por los emplazamientos de los parques eólicos.

 

Joachim Ziessler**

Tomado de sinpermiso.info

1 de agosto de 2007

 

* Hermann Scheer es diputado socialdemócrata en el Bundestag alemán. Sus libros Solare Weltwirtschaft (Economía solar planetaria) y Energieautonomie (Autonomía energética) son, más allá de su competencia como experto, clásicos de la discusión de la reforma energética, y su libro Die Politiker (Los políticos, Munich, 2004), una obra de referencia sobre las graves limitaciones que la "globalización" impone a la política democrática.

 

** Entrevista original para el diario Landeszeitung (LZ) de Lüneburg, Alemania. Traducción para sinpermiso.info: Sebastián Porrúa

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