Uruguay

 

Cambio climático y salud mundial
Lo que mata es la humedad, y el calor,
y los mosquitos...

 

La frecuencia y la intensidad de los fenómenos climáticos extremos constituyen una severa amenaza sanitaria. El aumento de la temperatura y la humedad disparará enfermedades y favorecerá la proliferación de los vectores trasmisores. Algunos efectos ya están aquí.

 

Hoy  lunes 7 de abril la Organización Mundial de la Salud (OMS) dedicará el Día Mundial de la Salud al tema del cambio climático. Esa decisión habla a las claras de la incidencia del fenómeno en la sanidad planetaria: “Al seleccionar este tema, la OMS reconoce que el cambio climático supone una amenaza creciente para la seguridad sanitaria mundial”, sostienen en su página Web.1

 

“El informe más reciente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por su sigla en inglés) confirma que hay pruebas abrumadoras de que los seres humanos están afectando al clima mundial, y destaca una amplia variedad de consecuencias para la salud humana. La variabilidad y el cambio del clima causan defunciones y enfermedades debidas a desastres naturales tales como olas de calor, inundaciones y sequías”, señalan. A modo de ejemplo se menciona la ola de calor que mató a más de 44 mil europeos en 2003. Pero se consigna también la existencia de otros tipos de efectos sobre la salud, que aunque resulten menos visibles no son menos importantes: “Muchas de las enfermedades más mortíferas son sensibles a las condiciones climáticas, de las que dependen su incidencia y propagación”. Éstas “figuran hoy entre las más importantes causas de la carga mundial de morbilidad”, asegura la OMS, concluyendo que “el cambio climático ya está contribuyendo a esa carga mundial y se prevé que su contribución aumente en el futuro”.

 

Los datos acumulados muestran que el incremento de las temperaturas aumenta el riesgo de transmisión de malaria en las tierras altas de África oriental2 y que entre 1970 y 1995 el número anual de epidemias de dengue en el Pacífico sur tiene relación directa con las condiciones del ciclo del fenómeno denominado La Niña, caracterizado por mayor calor y humedad.3

 

Realidad instalada

 

Desde el IPCC se explica que “algunas enfermedades infecciosas son más comunes en las áreas tropicales y subtropicales que en las templadas o frías”. Por consiguiente, el calentamiento de la Tierra podría “conducir a la extensión de su área de influencia o aumentar la importancia de los brotes”,4 afectando a un gran número de personas en América Latina. Eduardo Savio, profesor de infectología de la Universidad de la República y delegado del Cono Sur en la Asociación Panamericana de Infectología, dijo a Brecha que “en las Américas los efectos del cambio climático sobre la salud humana han dejado de ser un problema lejano. Es una realidad que ya se vive y que en los próximos años se puede incrementar de no lograrse medidas efectivas de control sobre algunos vectores que están proliferando en este marco de calentamiento global de la Tierra”.

 

Según el especialista, una manifestación clara de esa realidad puede constatarse en el desarrollo regional de la fiebre amarilla y el dengue. “Estaban prácticamente erradicadas” pero “en la última década comienzan a proliferar nuevamente los mosquitos vectores de estas enfermedades. Las condiciones climáticas las hacen surgir como una amenaza concreta a los sistemas de salud de las Américas”.

 

Para Savio, el aumento de la temperatura y el de la humedad ambiental son los factores que más favorecen la proliferación de estos mosquitos. Explica que el fenómeno ha venido avanzando desde Centroamérica hacia Sudamérica, llegando a Argentina y Uruguay, que ahora tienen por momentos un comportamiento similar al de las zonas subtropicales.

 

Uruguayos más enfermos

 

Las principales enfermedades infecciosas trasmitidas por vectores presentes en América Latina son la malaria, el dengue, la fiebre amarilla y la enfermedad de Chagas. Además existen otras patologías que trasmiten varias especies de moscas, mosquitos y caracoles de agua, que según Savio son típicamente tropicales, y que por eso no constituirían por ahora una amenaza para nuestro país. Sin embargo, se debe señalar que Gustavo Nagy –integrante del IPCC por Uruguay– asegura que el clima uruguayo está sufriendo “una progresiva tropicalización”.5 Por lo tanto el riesgo de que estos vectores ingresen podría agudizarse en las próximas décadas, dados los aumentos previstos tanto de temperatura como de humedad.

 

Consultada por Brecha, la directora de Salud Ambiental y Ocupacional del Ministerio de Salud Pública (MSP), Carmen Ciganda, consideró que partiendo de la base de un seguro aumento de la temperatura, precipitaciones y eventos extremos en nuestro país, se prevé el incremento de algunas patologías y afecciones respiratorias y cardiovasculares, el ingreso de enfermedades infecciosas trasmitidas por vectores endémicos en la región y que podrían extenderse (la mayor amenaza es el dengue), y el aumento de otras como la leptospirosis (enfermedad trasmitida por roedores) y las diarreicas, por su vinculación con la calidad del agua. “Los accidentes –debido a estos fenómenos extremos– eventualmente podrían aumentar”, señaló.

 

Según admitió la jerarca, ya se registra un incremento en el número de casos de estas afecciones, y una de las explicaciones posibles podría ser el cambio climático. Las patologías respiratorias “constituyen la primera causa de ingresos en el hospital Pereira Rossell y se registran aumentos persistentes año a año. De un 17,7 por ciento en 2003 pasamos a un 23,3 por ciento en 2007”. Pero también se constata un aumento en los casos de leptospirosis: mientras en 2006 se notificaron 64 casos, en 2007 fueron 106. 6

 

Para Ciganda, esto está “netamente vinculado a los episodios de inundaciones y a las condiciones de vida”. Por su parte, Savio explica que “el comportamiento de los roedores está muy influenciado por las condiciones ambientales, particularmente la humedad. Tienden a alejarse de las zonas donde aumentan las lluvias en forma continua para aproximarse al entorno donde vive el hombre”.

 

El cambio climático y el acelerado desarrollo de las áreas forestadas también han propiciado el ingreso de la rabia paralítica a nuestro país. Según el director de los servicios ganaderos del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Francisco Muzio, “el vampiro es de zonas más calientes, tranquilas y húmedas. Y aquí tenemos todo eso: un cambio climático que implica calentamiento y mayor humedad, estamos en la zona más forestada de Uruguay”.7

 

Asimismo el ministro de Ganadería, Ernesto Agazzi, admitió que existe temor de que el virus se extienda a seres humanos, lo cual es muy peligroso ya que es mortal.8 Otras afecciones vinculadas al cambio climático –explica Ciganda– tienen que ver con el estrés térmico provocado por altas o bajas temperaturas, lo “que incrementa la mortalidad de la población, sobre todo en personas mayores con enfermedades cardíacas o respiratorias”.

 

Además, “la patología psiquiátrica del estrés postraumático, por ejemplo, puede sobrevenir después de sufrir un evento extremo como la pérdida de la vivienda” en un caso de inundación o gran incendio, situaciones que se prevé ocurrirán cada vez con mayor frecuencia.

 

En cuanto a la malaria, la directora del MSP advierte que “Uruguay no ha sido un área palúdica pero se reconocen especies de mosquitos anophelinos (vector que la trasmite), de manera que también se está alerta ante eso”. La fiebre amarilla tampoco ha llegado al país, pero sí está en Argentina, Brasil y Paraguay. Mientras el mosquito Haemagogus trasmite el ciclo silvestre de la enfermedad, el Aedes aegypti (el mismo que el del dengue) trasmite el ciclo urbano. Savio señaló que la mayor cantidad de casos en América se están dando en áreas selváticas, por lo cual estima que el ingreso de la fiebre amarilla “no es un problema inmediato, ya que por ahora no habría una condición ecológica ideal para que el Haemagogus esté en el país, aunque en el futuro puede pasar”.

 

Plan de contingencia

 

En cuanto a las acciones para enfrentar las consecuencias sanitarias del cambio climático, Ciganda explicó que la presencia de enfermedades infecciosas en la región “nos pone en un estado de alerta, como ya estamos por el dengue que está presente en el resto del continente”. Cabe precisar que para el director general de Salud del MSP, Jorge Basso, el ingreso de la enfermedad es sólo cuestión de tiempo.9 Savio comparte el pronóstico y considera que a través del plan nacional de contingencia para una epidemia de dengue “el país está muy alerta en las medidas de control del vector”.

 

Con relación a la leptospirosis, según Ciganda, “se está apuntando a desratizar, mejorar las condiciones de saneamiento y el acceso al agua potable. Las tres medidas corresponden a las intendencias y a OSE y en eso se está trabajando”. De todas maneras la directora reconoce que hay zonas del país que no tienen y no tendrán saneamiento convencional, dado que es económicamente inviable.

 

En otro orden comentó que “con la Emergencia del hospital Maciel se va a comenzar a delinear un criterio de diagnóstico de hipotermia que sea aplicable a todo el sistema sanitario”, y también se van a elaborar protocolos de diagnóstico específicos para afecciones por golpes de calor.

 

“Lo que se proclama desde la OMS es fortalecer las estrategias de atención primaria, la cobertura sanitaria, el acceso a cosas básicas como el saneamiento y el agua potable. La reforma del sistema sanitario nacional se basa precisamente en eso. Además se están fortaleciendo los sistemas de registro y los planes de vigilancia de enfermedades trasmitidas por vectores”, indicó la directora del MSP. También se ha ampliado el programa de inmunizaciones: se incorporó la vacunación neumocóccica y contra la hepatitis A en la población pediátrica, la vacunación anual contra la gripe y contra la fiebre amarilla para los viajeros que van a zonas endémicas y la vacunación contra la rabia en las zonas afectadas.

 

Ciganda anunció que con base en informes presentados por distintos países, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) elaborará un plan de acción para América Latina “en el cual se establezcan las predicciones climáticas y las estrategias de adaptabilidad que nos permitan prepararnos para el cambio”.

 

Por último cabe recordar que el programa de medidas generales de mitigación y adaptación a esta nueva realidad de la Unidad de Cambio Climático del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA), de 2004, sugiere la “creación de un grupo de trabajo interinstitucional de salud y cambio climático que realice un seguimiento sistemático de las consecuencias que provoca sobre la salud y la identificación de medidas de respuesta necesarias”. Aunque no se sabe cuándo, Ciganda indicó que este grupo se creará y que se trabajará junto con los investigadores uruguayos integrantes del IPCC. “Nos interesa confirmar nuestra hipótesis de que los más afectados por las patologías vinculadas al cambio climático serán los sectores más vulnerables: los niños que viven en condiciones de pobreza, los trabajadores vinculados al sector agropecuario-forestal y turístico, y las mujeres jefas de familia.”

 

Virginia Matos

Brecha

7 de abril de 2008

 

1. www.who.int/es

2. Cambio climático y salud humana. Riesgos y respuestas. Resumen. OMS, OMM.

3. Cambio climático y salud, Informe de la Secretaría, OMS, 16-I-08.

4. Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.
    Impactos regionales del cambio climático: evaluación de la vulnerabilidad, América Latina, 2000.

5. El Observador 12-I-08.

6. Departamento de Epidemiología, Unidad de Vigilancia en Salud Pública, MSP.

7. Brecha, 9-XI-07.

8. Últimas Noticias, 25-III-08.

9. La República, 15-III-07.

 

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