Uruguay
Cementeras en la mira por
contaminación ambiental
Minas bajo la lupa
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Mediante el análisis en un laboratorio checo de huevos
recogidos en la ciudad de Minas, un grupo de
organizaciones ambientalistas* verificó la presencia
en el ambiente de contaminantes orgánicos persistentes
(COP) en cantidades muy superiores a los máximos
aceptados internacionalmente. Las dos cementeras,
ANCAP y CUCPSA,
vuelven a estar en la mira.
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Planta de
ANCAP en la ciudad de Minas |
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Hace
exactamente un año –el 7 de abril de 2004– BRECHA
recogía y publicaba las denuncias de dos grupos de
vecinos de la capital de Lavalleja que relataban estar
padeciendo dos tipos de problemas de salud: las
enfermedades respiratorias ya crónicamente instaladas
en la mayor parte de la población –a Minas le llaman
“la ciudad asmática”–; y paralelamente, de manera
aguda, puntual, más de 50 personas alegaban haber
recibido un diagnóstico oficial de hipertiroidismo por
parte de médicos locales. En lo concreto las personas
afectadas padecían desde hacía meses una gama muy
variada de dolencias, desde manchas en la piel,
adelgazamientos súbitos –una niña perdió 11 quilos en
un mes–, hasta taquicardia, alergias, confusión
mental, cansancio y depresión, entre otras.
Cuando la situación tomó estado público –o mejor,
“gran público”–, las autoridades sanitarias del país
reaccionaron de manera fulminante, autorizando a un
equipo del Center for Disease Control (CDC) de Estados
Unidos a venir a Uruguay para “colaborar con la
investigación”. Los científicos norteños nunca
hablaron libremente con los vecinos o la prensa:
siempre lo hicieron por intermedio de personeros del
MSP. Se llevaron muestras de sangre y relevamientos
diversos, y al final comunicaron que no tenían
elementos suficientes para llegar a un diagnóstico
definitivo acerca de lo que estaba sucediendo en
Minas.
El MSP, sin embargo, sí creyó disponer de elementos
suficientes... para cambiar el diagnóstico de
hipertiroidismo por el de tiroiditis. Ya no se trataba
del mal funcionamiento del sistema hormonal, sino de
la mera inflamación de una glándula. Lo más terrible
fue la elección del motivo: la gente consumió chorizos
dentro de los cuales se embutió picadillo de tiroides,
aseguraban autoridades del MSP. De un grave problema
de contaminación ambiental masiva se saltó, por arte
de falacia, a una intoxicación alimentaria. El pobre
carnicero del barrio España –donde estaba la mayor
parte de los afectados– fue presionado de una y mil
formas para que “confesara la estafa”, fue sometido al
escarnio público, fue acusado con nombre y apellido de
haber envenenado a sus vecinos de toda la vida. Inútil
resultó intentar aclarar que comer tiroides no
necesariamente provoca hipertiroidismo, antes bien,
que es muy probable que no lo cause, como también
señalar hasta el cansancio que entre las víctimas
había una joven vegetariana “de toda la vida”, y que
por razones de dieta o gusto, muchas de las personas
enfermas no comían chorizo desde hacía décadas. Nunca
se supo con qué base científica se identificó la
fuente del problema.
Los funcionarios del gobierno, con la complicidad de
médicos y políticos locales, se salieron con la suya.
La noticia se fue apagando, achicando, sepultada por
otras más ruidosas y menos comprometedoras. Los
afectados fueron recluyendo su drama entre las cuatro
paredes de sus casas, convencidos de que nada se podía
hacer, de que las dos fábricas de cemento pórtland que
rodean la ciudad jamás serían investigadas para saber
si tuvieron alguna responsabilidad en la
contaminación. Y así fue.
Cumplan la promesa...
Dos
organizaciones ambientalistas uruguayas –Redes-Amigos
de la Tierra y la Red de Acción contra los Plaguicidas
en América Latina (RAP-AL Uruguay), participaron en un
programa llamado “¡Cumplan la promesa, eliminen los
COP!”. Este imperativo título se refiere a la
obligación de eliminar los contaminantes orgánicos
persistentes –de ahí COP– adquirida por quienes
firmaron el Convenio de Estocolmo adoptado en mayo de
2001 y vigente desde mayo de 2004. Uruguay es
signatario de ese convenio desde febrero del año
pasado. La primera Conferencia de las Partes adheridas
al Convenio tendrá lugar aquí, en Montevideo, a partir
del 2 de mayo próximo.
El programa “¡Cumplan la promesa!” organizó una suerte
de test mundial, implementando un procedimiento para
verificar sobre el terreno cuánto se ha avanzado en la
eliminación de los COP. Para eso solicitó a sus
organizaciones amigas en Eslovaquia, Kenia, República
Checa, Bielorrusia, India, Tanzania, Senegal, Uruguay
y México que enviaran huevos de gallinas criadas en
libertad o “de campo”, esto es, que no fuesen
alimentadas con raciones industrialmente preparadas.
“Los análisis de PCDD/F, PCB y HCB fueron realizados
en la República Checa, en el laboratorio Axys Varilab.
Este laboratorio está certificado por el Instituto
para la Normalización Técnica, Metrología y Pruebas
del Ministerio de Industria y Tráfico de República
Checa para analizar COP en emisiones a aire,
compartimentos ambientales, residuos, alimentos y
materiales biológicos. Sus servicios son ampliamente
usados tanto por la industria como por las
instituciones gubernamentales checas. En 1999 este
laboratorio trabajó en el estudio de los niveles de
COP en el aire del ambiente de la República Checa a
pedido del Ministerio del Ambiente, estudio en el que
se incluyeron también muestras de suelos y sangre”,
explica el informe elaborado para comentar los datos
obtenidos.
Los resultados confirman las peores sospechas. Según
el informe difundido esta semana, “Huevos de gallinas
de campo recolectados cerca de dos plantas de cemento
en Minas, Uruguay, presentaron niveles de bifenilos
policlorados (PCB, por sus siglas en inglés),
expresados en equivalentes tóxicos determinados por la
Organización Mundial de la Salud (EQT-OMS), dos veces
más altos que los límites que propone la Unión Europea
(UE). Además, los niveles de dioxinas en huevos
excedieron los nuevos niveles de acción propuestos por
la UE y resultaron casi dos veces más altos que los
niveles de referencia. Hasta donde sabemos, este
estudio presenta los primeros datos sobre COP en
huevos de gallinas de Uruguay”. Y agrega que “Los
niveles de PCB en huevos recolectados cerca de Minas,
expresados en EQT-OMS, son comparables a aquellos
encontrados en huevos de gallinas de campo en el
vecindario cercano al basural Mbeubeuss en Senegal,
y/o en Beneshov, en la República Checa, cerca de un
incinerador de residuos hospitalarios”.
QUÉ ES QUÉ
• Bifenilos policlorados (PCB). Estos
compuestos se utilizan en la industria como
fluidos de intercambio térmico, en
transformadores y condensadores eléctricos y
como aditivos en pinturas, papel autocopiante y
plásticos. De los 209 tipos diferentes de PCB,
13 presentan una toxicidad similar a la dioxina.
Su persistencia en el ambiente corresponde al
grado de cloración, y la semivida puede variar
de diez días a un año y medio. Los PCB son
tóxicos para los peces, causando su muerte en
dosis más elevadas, y afectando la reproducción
en dosis inferiores. Con arreglo a la
investigación existiría también una correlación
entre estas sustancias y los problemas de
reproducción y supresión del sistema inmunitario
en diversos animales silvestres, como las focas
y los visones.
Un gran número de personas han estado expuestas
a los PCB a través de la contaminación
alimentaria. El consumo de aceite de arroz
contaminado con PCB en Japón, en 1968, y en
Taiwán, en 1979, provocó la pigmentación de las
uñas y las membranas mucosas y la inflamación de
los párpados, además de cansancio, náuseas y
vómitos. Debido a la persistencia del PCB en el
cuerpo de su madre, los niños de Taiwán
mostraban retardos de crecimiento y problemas de
comportamiento hasta siete años después del
incidente. Del mismo modo, los hijos de mujeres
que habían consumido grandes cantidades de
pescado contaminado del lago Michigan mostraban
disfunciones a corto plazo en la memoria. El PCB
también suprime el sistema inmunitario humano y
está enunciado como un probable carcinógeno
humano.
• Furanos. Estos compuestos se producen
de forma no intencionada, muchas veces a partir
de los mismos procesos que generan las dioxinas,
y también durante la producción de PCB. También
han sido detectados en las emisiones procedentes
de incineradores de desechos y automóviles. Los
furanos tienen una estructura semejante a las
dioxinas, y producen muchos efectos tóxicos
similares. Hay 135 tipos diferentes, y su
toxicidad varía. Los furanos persisten en el
ambiente por períodos largos, y están
clasificados como posibles carcinógenos humanos.
Los alimentos, en particular los productos de
origen animal, constituyen la principal fuente
de exposición para los seres humanos. Se han
detectado también furanos en los lactantes
alimentados con leche materna.
• Las dioxinas son producto de la
actividad humana, o de algunas de ellas. Se sabe
que ciertos procesos de incineración las
generan; que algunos procedimientos químicos
industriales también las traen al mundo; que los
aceites recalentados y los que sirvieron para
lubricar motores las contienen. La lista de
sustancias donde se pueden encontrar dioxinas es
tan extensa como incompleta. Simplemente se han
estudiado poco, muy poco. Pero, como se verá,
las dioxinas no son el único caso de ignorancia
voluntaria.
La dioxina no es una sustancia sola, sino toda
una familia de 278 isómeros,* de los cuales la
más peligrosa es la “2, 3, 7, 8 Tetracloro
Dibenzo Dioxina”, más conocida como TCDD.
Desde hace tiempo viene creciendo el grupo de
científicos que aseguran que se trata de uno de
los desechos más peligrosos, incluso más que los
residuos de las centrales eléctricas nucleares.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), por
ejemplo, estima que una dosis de TCDD superior a
cuatro picogramos** por día y por quilo de peso
del consumidor tiene “efectos sutiles” en los
sistemas inmunitario, endocrino y reproductivo
de los seres humanos. El Consejo Superior de
Higiene Pública francés es bastante más
precavido: en 1991 colocó su barrera de peligro
a un picogramo por día y por quilo, y el Centro
de Investigación sobre el Cáncer de ese país lo
clasificó como sustancia cancerígena para los
seres humanos en 1997.
Son medidas relativamente recientes. Y eso es lo
raro. Porque desgraciadamente las dioxinas han
protagonizado espectaculares episodios de
contaminación humana. En 1976 una planta de
Hoffman-LaRoche que no había recibido
habilitación para instalarse en Suiza, su país
de origen, y que sí lo pudo hacer en Seveso,
Italia, dejó escapar una enorme nube tóxica
cargada con TCDD. Cerca de 160 obreros fueron
gravemente intoxicados, casi 40 mil personas
fueron expuestas al veneno, miles de animales
murieron. La Iglesia Católica autorizó a dos mil
mujeres residentes en esa y otras localidades
afectadas por la nube tóxica a que se
practicaran “abortos terapéuticos”. Seveso fue
evacuada durante semanas. Hasta hoy miles de
personas tienen una altísima concentración de
dioxina en la sangre. Oficialmente, sin embargo,
un pequeño ejército de científicos defiende la
hipótesis de que esas personas no fueron
afectadas en su salud, y que las dioxinas, en
pequeñas dosis, no son nocivas para los humanos.
* Calidad de ciertos cuerpos de tener la misma
composición química con apariencia física
diferente.
** Un picogramo es un millonésimo de millonésimo
de gramo.
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Por supuesto, hay quienes están peor, pero lo
importante en primera instancia es la comprobación de
que las gallinas criadas a campo en los alrededores de
las cementeras de Minas ponen huevos cargados con
estas sustancias químicas persistentes. Esto significa
que los contaminantes están en el ambiente y pasan por
medio de los alimentos a las aves, y por los huevos a
los seres humanos. Si tenemos en cuenta que estos COP
son bioacumulativos, esto es que una vez ingresados a
un organismo permanecen allí para siempre –con
excepción de las madres que los liberan en su leche–,
entonces es posible pensar que como efecto de la
acumulación en la cadena trófica, los minuanos y las
minuanas han recibido abundantes cantidades de COP.
Porque no sería lógico pensar que sólo se registra
presencia de COP en los huevos, sino que es probable
que muchos otros alimentos los tengan.
Incineraciones clandestinas
¿Dónde y qué produce los COP? ¿Cómo llegan hasta las
gallinas? ¿Qué relación tienen con las denuncias más
recientes sobre casos de hipertiroidismo?
Aunque para responder con total seguridad a estas
preguntas sería necesario hacer estudios, análisis,
seguimientos sanitarios y ambientales, en fin,
mediciones científicas que no se han hecho hasta
ahora, igualmente se pueden elaborar algunas
respuestas provisorias, con base en los fuertes
indicios ya disponibles. La combustión de carbón de
coque, durante mucho tiempo utilizado abundantemente
por la empresa CUCPSA –según sus propias cifras unas
30 mil toneladas al año– produce la liberación de
metales pesados que a su vez, elevados a temperaturas
intermedias –500 grados–, producen COP. Numerosos
testimonios señalan que para aminorar el peso que
tiene la energía en el costo del producto CUCPSA venía
utilizando “combustibles alternativos”, léase baterías
viejas, neumáticos, desechos de cualquier tipo y
especialmente “una pasta negra y viscosa” que hasta
ahora no se ha podido identificar. Esta incineración
clandestina de desechos es otra fuente de COP.
En junio de 2001 BRECHA denunció la existencia de un
“circuito de recuperación e incineración de aceites
minerales usados”, la mayor parte proveniente de
motores de automóviles y ómnibus. Estos aceites están
saturados de metales pesados y para ser destruidos de
manera segura deben ser incinerados a más de mil
grados durante por lo menos dos segundos completos.
Según la investigación realizada en aquella fecha, una
parte importante de estos aceites usados era
incinerada en mezcla con fueloil en las calderas de
los edificios en todo el país, pero otro tanto era
derivado a la planta de pórtland de ANCAP en Minas. Es
probable que otra cantidad haya llegado a CUCPSA. De
hecho, Minas ha estado bajo una lluvia de metales
pesados y COP desde hace años, pero la implantación de
la cementera española en un predio muy cercano a las
zonas pobladas multiplicó por dos o más, si tenemos en
cuenta que produce más del doble que ANCAP, la
cantidad de contaminantes en el ambiente, y los libera
desde mucho más cerca.
El episodio del pasado año parece haber tenido origen
muy puntualmente en la incineración de planchas de
madera contaminadas en el horno de CUCPSA. La
procedencia de este material permanece hasta hoy en el
más insondable misterio. Sin embargo, según
testimonios de vecinos de Minas, el senador Eleuterio
Fernández Hiudobro, en gira por el Interior durante la
pasada campaña electoral, recibió trozos de esa madera
conservados por minuanos preocupados con la
contaminación. Hace un año, colaboradores del
legislador frenteamplista confirmaron a BRECHA esa
entrega, aseguraron que estaban siendo analizados y
que llegado el caso se comunicarían los resultados.
Pero hasta ahora no ha sido divulgada ninguna
información al respecto.
El informe hace algunas recomendaciones, entre ellas
realizar más y mejores monitoreos de PCB en Uruguay;
que haya más información públicamente accesible sobre
las liberaciones de COP desde los hornos de las
cementeras; realizar un inventario para tratar de
forma adecuada todas las emisiones; la introducción en
las legislaciones nacionales e internacionales de
límites más restrictivos para PCB en combustibles,
residuos y emisiones al aire; la prohibición absoluta
de la quema de residuos peligrosos en hornos de
cemento, incluyendo combustibles que contengan
sustancias cloradas precursoras de COP.
Pero quizás por donde habría que empezar sería
asumiendo y remediando que la principal limitación en
este aspecto es que en Uruguay no existe ningún
equipamiento capaz de hacer un análisis completo de
detección e identificación de dioxinas y furanos, y
tampoco existe el personal técnico capacitado para
operarlo.
Carlos Amorín
Convenio Brecha / Rel-UITA
19 de abril de 2005
* Grupo de Trabajo sobre Dioxinas, PCB y Residuos, de
la secretaría de la Red Internacional para la
Eliminación de COP, redes-at (Uruguay), RAP-AL
(Uruguay) y Arnika Association (República Checa).
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