El 26 de abril se
cumple el vigésimo aniversario del accidente nuclear
más grave de todos los tiempos, Ecologistas en
Acción pide el cierre de todas las centrales,
empezando por las más inseguras y antiguas. Además
solicita que se cierren de inmediato todos los
reactores tipo BRMK, como el de Chernobil, y VVER,
igualmente peligrosos.
Todavía quedan en el mundo numerosos reactores como el de
Chernobil, o de modelos igualmente peligrosos, en
funcionamiento. Además del peligroso diseño de estos
reactores, hay que tener en cuenta la degradación de
la seguridad nuclear que se ha producido en algunos
de los países que los albergan, lo que hace que
aumente el riesgo de accidente. En concreto
funcionan 13 reactores del tipo RBMK-1000, el mismo
que sufrió el accidente en 1986, que están situados
en Lituania (2 en la central de Ignalia) y en Rusia
(4 en Sosnovi Bor, 4 en Kurks y 3 en Smolensk).
Además, funcionan 11 reactores de la primera
generación del tipo VVER (los VVER-440-230), de agua
a presión, que fueron calificados como muy
peligrosos por la propia OIEA en los primeros 90. En
estas condiciones, podemos decir que se está
coqueteando con el riesgo de un nuevo accidente.
Siempre se ha argumentado desde la industria nuclear que las
centrales occidentales son de un diseño más seguro
lo que hace muy improbable un accidente como el de
Chernobil. Sin embargo hemos asistido recientemente
en España a episodios en que la seguridad nuclear ha
estado muy degradada por la dejadez del organismo
regulador, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y
por la falta de cultura de seguridad de los
explotadores de las centrales. Ejemplos de esto son
los sucesos de Vandellós II (Tarragona), de Zorita
(Guadalajara) que, afortunadamente se cierra el día
30 de abril de 2006, y Garoña (Burgos), cuyo
circuito primario posee piezas afectadas por una
corrosión severa. Igualmente podríamos hablar de los
problemas de Almaraz (Cáceres) o de los detectados
en Cofrentes (Valencia), así como de las anomalías
de diseño que se hallaron en la central de Trillo
(Guadalajara) a mediados de los 90.
Y aunque la probabilidad de que se produzca un accidente como
aquél sea muy pequeña, las consecuencias del
accidente de Chernobil fueron tan catastróficas que
hacen urgente el cierre de las nucleares y olvidarse
del uso de esta peligrosa energía. El número de
personas afectadas supera ya los 7,5 millones. Las
tierras contaminadas severamente son unos 160.000
km2, como la tercera parte de la España peninsular,
distribuidos entre Rusia, Ucrania y Bielorrusia,
república que se llevó la peor parte de la nube
radiactiva, porque el viento sopló al principio
hacia el norte. La nube radiactiva integrada por
sustancias más volátiles como el cesio sobrevoló la
mayor parte de Europa y llegó hasta Francia e
Italia. Todavía es posible encontrar cantidades
apreciables del cesio radiactivo de Chernobil en los
Alpes y en los lagos de los Pirineos, tal como
revela un informe elaborado por el CSIC. Las
consecuencias sanitarias de esta nube radiactiva
están aún por determinar, pero es seguro que han
hecho aumentar la probabilidad de sufrir
enfermedades relacionadas con la radiactividad entre
la población. Un círculo de 30 km de radio fue
evacuado y es inhabitable. En él se encuentran unos
800 almacenes de residuos radiactivos sin ningún
control, con un volumen de materiales contaminados
que sextuplica la capacidad del cementerio nuclear
de El Cabril (Córdoba). La situación del reactor
sigue siendo penosa, puesto que está cubierto por un
sarcófago con más de 200 m2 de grietas que deja
escapar la radiactividad que emana de las
aproximadamente 100 Tm de combustible gastado y los
400 kg de plutonio que aún se conservan en el núcleo
del reactor.
El coste económico fue terrible, especialmente para Ucrania y
Bielorrusia, al que se sumó la crisis económica tras
la caída del muro. Las estimaciones independientes
cifran el coste en unos 38 billones de pesetas de
1996, unos 300.000 millones de euros. Además de la
crisis económica, hay que señalar la profunda crisis
de moral y, sobre todo, sanitaria, que se vive en
las zonas afectadas. Las consecuencias sanitarias se
han dejado ya sentir por ejemplo en un aumento muy
virulento de los cánceres de tiroides, cuya
incidencia se multiplicó por 100 en los niños
menores de 14 años, por un factor 60 en los
adolescentes y por 10 en los adultos. Además, en
hospitales especializados como el de Mogilev
(Bielorrusia) se han detectado un elevado número de
mutaciones en las células sanguíneas de las personas
que viven en las zonas más contaminadas, lo que hace
temer la aparición malformaciones congénitas en el
futuro. El estado de la salud en esta república está
francamente degradado.
El número total de víctimas está muy discutido y es, sin
duda, muy difícil de estimar. Hay que tener en
cuenta las dificultades para distinguir las personas
fallecidas por causa de la radiactividad a las que
lo hacen por otras causas, sobre todo en tan largos
lapsos de tiempo. Van desde la ridícula cifra que
maneja el OIEA, de entre 2.500 y 4.000 muertos,
hasta los 167.000, según la compañía de reaseguros
SWISS RE, una de las más grandes del mundo.
Asimismo, diferentes fuentes de científicos
independientes rusos y ucranianos cifran el número
de víctimas en torno a las 200.000, hasta el año
2004. Esto convierte al accidente en el peor
incidente causado por los seres humanos. Sería muy
importante, por respeto a las víctimas y para
avanzar en el conocimiento de los efectos de la
radiactividad, hacer una investigación exhaustiva de
los efectos del accidente sobre las personas,
mediante estudios epidemiológicos detallados que
tengan en cuenta las dosis recibidas por la
población. Si se tienen en cuenta los efectos de las
bombas nucleares arrojadas sobre de Hiroshima y
Nagasaki, el número total de víctimas puede
incrementarse en varios cientos de miles en las
próximas décadas.
Ecologistas en Acción considera que no debemos esperar a que
ocurra otro accidente como aquél. Hay que cerrar las
centrales más inseguras del tipo BRMK o VVER que
todavía funcionan y proceder también, y cuanto
antes, al cierre escalonado de nuestras centrales.
Convenio La Insignia / Rel-UITA
Ecologistas en Acción
25
de abril de 2006
Fotos:
www.underave.net
www.novenet.com.mx
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