Chico Mendes
fue asesinado el 22 de diciembre de 1988, en su
casa de Xapurí, en el estado de Acre, Brasil.
Pero ¿quién era Chico Mendes? Muchos conocen su
nombre pero no su historia, su lucha, sus
razones. A 20 años de su asesinato Sirel lo
homenajea y lo recuerda.
El padre de Chico, Francisco Mendes,
llegó en 1926 al remoto estado de Acre, en la
selvática y aislada Amazonia occidental lindante
con Bolivia y Perú, para trabajar
elaborando caucho obtenido de las heveas (1).
Venía huyendo de la extrema pobreza del “sertón”
en el desertizado estado de Ceará, el otro
vértice de Brasil. Llamativamente, los
Mendes habían luchado allí contra el trazado
de una carretera que trajo una avalancha de
flagelados (2), otra de las razones que les
obligó a emigrar.
Mendes
se instaló en el seringal (3) Santa Fe, cercano
a la población de Xapurí, y se transformó en
seringueiro (4). Había que navegar cinco semanas
por los ríos Purús y Acre, afluentes del río
Amazonas, para llegar desde Manaus hasta Xapurí.
Allí, un seringueiro debía “sangrar” entre 100 y
200 heveas por día para obtener su sustento (5).
A siete horas remando desde su seringal estaba
la "colocaçao" donde vivía Iraci Lopes Filho,
hija y nieta de seringueiros, que sería la madre
de Chico.
Francisco (Chico) Mendes
nació la noche del 15 de diciembre de 1944 en la
colocaçao Pote Seco del seringal Porto Rico. Se
crió en un ambiente donde predominaba el
analfabetismo, el abandono, el aislamiento, las
carencias de todo tipo y la sobreexplotación. En
1945 terminó la Batalla del Caucho al caer la
demanda creada por la Segunda Guerra Mundial y
la situación en Amazonia empeoró. Los
estadounidenses abandonaron los muelles y
aeropuertos, y los seringueiros se vieron
obligados a malvender el caucho a mercaderes
ambulantes, arriesgándose a violar la obligación
de vender sólo a los seringalistas (6). El
diario A Provincia do Pará calculó que de
los 50.000 “soldados del caucho” censados,
23.000 habían muerto “sin pan y sin cuidados
médicos”.
Para quemar la selva los
terratenientes paulistas no dudaron
incluso en usar NAPALM |
Chico
tuvo la suerte de conocer a Euclides
Fernández Távora, un refugiado político en
Amazonia. A los 14 años aprendió con él a leer y
a escribir, valiéndose de revistas y diarios
viejos, enterándose de lo que sucedía en el
mundo gracias a una radio de onda corta que
Euclides había traído consigo. Hacia 1970 el
presidente brasileño Medici decide
construir una carretera Transamazónica de 5.000
kilómetros para ofrecer “una tierra sin hombres
a los hombres sin tierra”. Sin embargo ni la
tierra era fértil, ni estaba vacía: allí estaban
los indios, los ribeirinhos, los seringueiros,
gente que vivía de y cuidaba la selva. Las
carreteras impactaron sobre 96 tribus. Sólo los
nambiqwara, admirados por el antropólogo Lévi-Strauss,
se redujeron de 20.000 a unos 650, después del
trazado de la BR-364. El padre Turrini,
misionero de Rio Branco, reveló que de cada mil
niños nacidos en Acre, 838 morían antes del
primer año de vida.
La deforestación masiva y los incendios
intencionales se extenderían durante las dos
décadas siguientes alentados por los fazendeiros
(7) y los garimpeiros (8). Los bosques
milenarios eran reemplazados por haciendas y
fincas de dudosa rentabilidad y más dudosa
duración. En Amazonia la expansión agrícola es
insustentable, la hacienda es cebú importado de
India para las hamburguesas de los Mc
Donald's de Texas, por ejemplo; y cuando
llueve el frágil suelo, desprotegido, se
erosiona rápidamente. En pocos años las fincas
abandonadas de Amazonia, como los campos
agotados de Mato Grosso, se parecen a un
semidesierto. Mientras, los indios y los
seringueiros emigran para hacinarse en los
ghettos de las chabolas y las favelas,
desarraigados y sin trabajo.
En los años '70 se fraguaban y adulteraban
títulos de propiedad, y se otorgaban títulos sin
importar que fueran territorios indígenas o
habitados durante décadas por familias de
seringueiros. Los fazendeiros quemaban la selva
para "ponerla a trabajar" mientras obtenían la
propiedad sobre cientos de miles de hectáreas y
reclamaban subvenciones estatales. Los incendios
pasaron de esporádicos a masivos. En el
paroxismo de la destrucción los aeropuertos se
cierran por las humaredas. Rondonia y Acre
ardían por los cuatros costados aprovechando
cada año la temporada seca (9).
“No firméis nada!”, decía Chico a los
seringueiros. “Esta tierra es vuestra. Cuando la
transformáis en dinero, perdéis la posibilidad
de sobrevivir. La tierra es la vida!”. Pero los
que no firmaban eran amenazados, desalojados por
la fuerza y muchas veces muertos por los matones
enviados por los fazendeiros. La nueva carretera
BR-317 que unía Rio Branco con Xapurí traía
consigo una pesadilla: para quemar la selva los
terratenientes paulistas no dudaron incluso en
usar napalm. Quemados los árboles el
suelo se erosionaba y se levantaban nubes de
mosquitos desde los charcos, transmitiendo la
malaria. En esos años los misioneros católicos
publican el “Catecismo de la Tierra”, explicando
los derechos básicos de los seringueiros. El
primer sindicato se formó en 1975. Entre sus
líderes estaban Maia, Wilson Pinheiro
y Chico Mendes. Pinheiro fue
muerto por asesinos a sueldo en julio de 1980.
Análisis de sangre de indios
kayapós vecinos a los garimpos
revelaron que más del 25 por ciento
tenían un exceso del letal mercurio,
al igual que la totalidad de los
peces |
A fines de los '70 el precio del oro se disparó
y la “fiebre del oro” se abatió sobre la
Amazonia. En marzo de 1980 había 5.000 personas
trabajando en el garimpo (10) de Serra Pelada;
en 1983 eran 100.000 y seguían llegando para
vivir en condiciones infrahumanas. Se
construyeron pistas de aterrizaje donde se
anudaban los circuitos ilegales del oro, el
tráfico de fauna, las drogas y la prostitución.
Parte del oro se refina con mercurio. Por cada
tonelada de oro, una tonelada de mercurio en el
ecosistema. Análisis de sangre de indios kayapós
vecinos a los garimpos revelaron que más del 25
por ciento tenían un exceso del letal mercurio,
al igual que la totalidad de los peces.
Frente a los avances sobre las tierras
ancestrales aparecen los “empates”,
movilizaciones de seringueiros y pequeños
productores que comprenden que van a perder su
trabajo y su modo de vida si no defienden la
selva. Chico acciona desde el sindicato,
pero cuando se aventura en la contienda política
electoral no obtiene los votos ni el apoyo
esperados. Es que, al decir de Javier Moro,
“al no ser dogmático Chico topaba siempre
con los límites impuestos por las distintas
ideologías”; la suya “era más una autoridad
moral que política”. Sin embargo, aprovecha los
mítines electorales para denunciar las talas
ilegales, las expulsiones violentas y los
arrestos arbitrarios. En abril de 1983 se casa
con Ilzamar Moacyr y se van de viaje de
bodas a un congreso de la CUT en San
Pablo. Después vivieron en una casa prestada.
A principios de los '80 el gobierno de facto
impulsa en Brasil el proyecto del
Polonoroeste destinado a “poner en producción”
25 millones de hectáreas sobre la frontera con
Bolivia; para ello hubo que alargar 1.200
kilómetros la BR-364 uniendo Cuiabá, capital de
Mato Grosso, con Porto Velho, capital de
Rondonia. El Banco Mundial y el BID,
desoyendo a sus propios expertos
medioambientales, fueron los financiadores. Los
pronósticos eran claros después de la BR-364:
aniquilamiento de los indígenas, devastación de
la selva, extinción de especies, erosión de los
suelos, desastre social y económico.
Poco más tarde se construye Tucuruí, en ese
momento la cuarta represa hidroeléctrica más
grande del mundo, sobre el río Tocantins, un
afluente del Amazonas, considerada hoy un
desastre ambiental, sanitario y social. Después
seguiría otro descalabro total: el de la
mega-represa de Balbina, construida para dar
electricidad a la zona industrial de Manaus.
Estos hechos promovieron proyectos de
legislación ambiental en Estados Unidos,
exigiendo estudios de impacto antes de la
financiación de este tipo de obras; “fáciles de
manipular, pero al menos un buen principio”,
dijo entonces Barbara Bramble, quien
desde la National Wildlife Federation conocía y
apoyaba la lucha de Chico, junto a
Bruce Rich, Blackwelder, Steve
Schwartzman y otros ecologistas
norteamericanos. Ellos comenzaron una tarea de
lobby en el Congreso, mientras cuestionaban al
Banco Mundial. El Departamento del Tesoro
pidió explicaciones al BM por primera
vez. Goodland y Price, asesores
del BM, dieron informes contundentes
sobre los desastres medioambientales y sociales
financiados por el Banco.
Goodland y Price, asesores del
BM, dieron informes contundentes
sobre los desastres medioambientales
y sociales financiados por el Banco |
Entretanto Adrian Cowell, un cineasta
británico, conmocionaba al mundo con una serie
titulada “La década de la destrucción”, filmada
en Amazonia, que incluye “Apostando al
desastre”, un documental con imágenes
escalofriantes de los incendios y las
consecuencias dramáticas después del asfaltado
de la BR-364. Se juntaron firmas para una carta
al BM, desde diversas ONG hasta el
Bundestag alemán. Poco después se logró la
victoria de bloquear temporariamente fondos del
BM, hasta que en 1985 el gobierno de
Brasil cumplió con demarcar un territorio
para los indígenas y la BR-364 siguió adelante.
Tony Gross
y Mary Allegretti, una antropóloga de
Brasilia que había conocido a Chico y
trabajado en la selva, refuerzan el movimiento
internacional para llamar la atención sobre
Amazonia. En esa época, Chico rescató de
las reuniones de los seringueiros la idea de las
“reservas extractivas”: áreas donde se
aprovecharía no sólo el caucho nativo sino
también la recolección de frutos y medicinas
silvestres -1.400 plantas selváticas contienen
principios activos, por ejemplo contra el
cáncer-. Se demuestra que una hectárea de selva
produce -sólo en caucho, nueces, resinas y
frutas- mucho más que una hectárea dedicada a la
ganadería. Además de que estas reservas
garantizan la conservación del bosque y las
poblaciones tradicionales (11).
En 1987 Chico, alentado por Mary,
Adrian y Steve, viaja a Estados
Unidos. Habla con directivos del BM y
del BID, y explica la idea de las
reservas extractivas mientras critica las
carreteras transamazónicas. Poco después, en
Washington, mantiene una serie de entrevistas
incluida una reunión clave en el Senado. Luego
el senador Kasten pedirá explicaciones a
los Bancos sobre los desastres en Rondonia y
Acre. La gira fue un éxito; pero también desató
reacciones adversas, sobre todo entre los
terratenientes de Brasil.
Entretanto, a mediados de 1987 el satélite
NOAA-9 detecta grandes quemas en la
Amazonia. Esa temporada, a los lados de la BR-364
hubo más de 200.000 incendios provocados: dos
veces la superficie de Suiza estaba
ardiendo. Setzer, el investigador
brasileño que había seguido atónito las imágenes
satelitarias en su computadora, calculó que los
incendios habían inyectado en la atmósfera más
de 500 millones de toneladas de carbono;
equivalente al 10 por ciento del aporte mundial
de gases de efecto invernadero que afectan el
clima, cada año (12).
En junio de 1987 Chico recibe el Premio
Global 500 de las Naciones Unidas, lo que lo
catapulta al interés internacional. Aunque el
gobierno de Brasil y los medios de su
país lo ignoran, Chico recibe el premio
en Londres con cobertura de la prensa
internacional. Poco después recibe en Nueva York
el premio de la Better World Society, creada por
Ted Turner, el dueño de la CNN.
Chico calculó que con lo que costaba un
desayuno en el Waldorf Astoria una familia de
caucheros vivía cuatro meses.
Una hectárea de selva produce
-sólo en caucho, nueces, resinas y
frutas- mucho más que una hectárea
dedicada a la ganadería |
El obispo Grechi apoya las propuestas de
Chico y su oposición al estilo de
“desarrollo” que se pretende imponer
salvajemente en Amazonia. En noviembre de 1987
Chico habla en la Asamblea Legislativa de
Acre. Se inicia la resistencia y un “empate”
histórico en el seringal Cachoeira frente a los
intentos de tala y colonización agrícola.
Chico impulsa la expropiación para
convertirla en reserva extractiva. En junio de
1988 el Ayuntamiento de Río le entrega las
llaves de la ciudad: es el primer reconocimiento
público en su propio país. Pero llega tarde; la
violencia de los terratenientes en Acre crece.
Luego de un nuevo asesinato de un líder
seringueiro el gobierno federal decreta que los
seringales Cachoeira, Sao Luis do Remanso, y dos
más, se conviertan en las primeras reservas
extractivas de Brasil. El clima de
represalias creado por los fazendeiros no se
detiene. El 6 de diciembre de 1988, en San
Pablo, Chico participa en un seminario
sobre Amazonia organizado por la Universidad.
Allí pronuncia el célebre discurso que termina
diciendo: “No quiero flores en mi tumba
porque sé que irán a arrancarlas a la selva.
Sólo quiero que mi muerte sirva para acabar con
la impunidad de los matones que cuentan con la
protección de la Policía de Acre y que desde
1975 han matado en la zona rural a más de 50
personas como yo, líderes seringueiros empeñados
en salvar la selva amazónica y en demostrar que
el progreso sin destrucción es posible”. El 22
de diciembre de 1988, en su casa de Xapurí,
Chico recibe en el pecho el impacto de un
disparo hecho a corta distancia, desde la
oscuridad.
Jorge Cappato
Prensa Proteger
12 de enero de 2009