Es profesor de
Geografía Agraria de la Universidad de São
Paulo, director de la Asociación Brasileña de
Reforma Agraria (ABRA). Integró en 2003 el
equipo que elaboró la propuesta del Segundo Plan
Nacional de Reforma Agraria para el gobierno de
Lula. En el marco del Taller sobre
Agrocombustibles realizado en mayo pasado por la
Federación de Empleados Rurales Asalariados del
Estado de
São Paulo (FERAESP) y la Rel-UITA en
la ciudad de Araraquara, Sirel conversó con él
para ampliar algunos de los conceptos que
esgrimió en su ponencia.
-Durante su ponencia usted relacionó el
crecimiento del área cultivada con caña de
azúcar y la disminución en la producción de
alimentos. ¿Podría explicar esto un poco más?
-Los beneficiarios y defensores de los agronegocios, y
específicamente de la caña de azúcar, exponen
desde hace muchos años el argumento de que la
caña no compite con la alimentación, y esta
posición es la que difunde permanentemente la
mayor parte de los medios de comunicación.
Tradicionalmente en Brasil cultivos como
el arroz y los frijoles eran plantados en áreas
inundables, y ahí es evidente que se trata de
tierras que no son propicias para la caña. Pero
se aprovechó este marco, que efectivamente
existe en varias regiones del país, para hacerlo
extensivo y plantearlo como una contradicción
entre los cultivos: donde se da uno no se pueden
dar los otros. Nada de eso. Lo que se verifica
en la realidad es un efecto de sustitución
gradual. En la Universidad de São Paulo
realizamos un trabajo, que es el que presentamos
aquí en Araraquara, en el cual se demuestra que
en los últimos años se ha perdido el 10 por
ciento de los cultivos de arroz y feijao en el
país. Y esto se extiende a otros cultivos
básicos como la mandioca, cuya área de plantío
también ha sido reducida. Es un proceso de
difícil observación, porque la estrategia del
sector sucroalcoholero es ir avanzando en las
áreas nuevas mediante el arrendamiento de
tierras. Los antiguos usuarios no dejan de
plantar sus cultivos inmediatamente, sino que lo
van haciendo progresivamente, mientras se
acostumbran a recibir una renta sin trabajar y,
al mismo tiempo, se les dificulta seguir
produciendo con fumigaciones aéreas y rodeados
de caña. Entonces, al fin, abandonan sus
cultivos, y ahí sí, la usina compra esas áreas.
Por eso estamos insistiendo en que se haga una
investigación oficial que permita comparar datos
desde 1990 hasta 2006.
-¿No existen estos datos?
-Todavía no. No se ha hecho una serie comparativa en ese
período. También estamos analizando la evolución
de otros cultivos. En la mayoría de los
municipios donde la caña ingresa por primera
vez, se observa que el promedio de 20 productos
que ellos obtenían se va reduciendo gradualmente
en beneficio de lo que demanda el agronegocio.
En la zona ubicada entre Campinas y Riberão
Preto, por ejemplo, la disputa de la tierra ya
es entre los distintos sectores del agronegocio
como caña, naranja, eucaliptos y ganado de
carne, ya que el lechero prácticamente
desapareció. Este avance progresivo y permanente
de la caña, que es el mismo que exhibe la soja
en otras regiones, expulsan a la ganadería, a
las pasturas, hacia la Amazonia, colaborando
fuertemente con la deforestación de la selva.
-Usted mencionó también que existen datos acerca
de la contaminación del Acuífero Guaraní con
agrotóxicos usados en la producción de caña de
azúcar y otros monocultivos.
-En la USP, en el Campus de Riberão Preto y de Piracicaba, y
la propia Empresa Brasilera de Investigación
Agropecuaria (EMBRAPA por su sigla en
Portugués) están haciendo sondeos y estudios de
monitoreo del Acuífero. Aquí en São Paulo
tenemos una amplia zona de recarga del Acuífero,
sobre tierras de primera calidad, justamente
donde la caña se ha asentado porque le permite
hacer hasta cinco cortes antes de rotar el
cultivo. En general la rotación es con
leguminosas, casi siempre con soja o maní, cuyo
cultivo es muy contaminante para las aguas
subterráneas. Y si agregamos que en otras
amplias áreas de la región se extiende el
eucalipto, también muy perjudicial para las
corrientes de agua, entonces vemos que el
Acuífero esta siendo atacado por cantidades
masivas de herbicidas, funguicidas y otros
agrotóxicos utilizados en estos cultivos.
-¿Cómo es eso de que, según afirmó usted en su
exposición, gran parte de la propiedad de la
tierra en Brasil ni siquiera está registrada?
-Hay enormes cantidades de tierra privada en nuestro país
cuya titulación de propiedad no aparece en
ninguno de los archivos nacionales que colectan
esa información. Se trata de tierras que son
explotadas económicamente. Ningún estado de
Brasil ha completado la demarcación y la
titulación de la totalidad de las tierras, lo
que pone de manifiesto la peculiar estructura
agraria del país. Las diversas elites locales se
han ido apropiado de esas tierras con la
complicidad de los gobiernos estaduales, lo que
permite comprender la ausencia de políticas de
demarcación, titulación y recuperación de
tierras fiscales ocupadas ilegalmente por
privados. Este proceso de ocupación privada de
las tierras sin registro, sin ley, ha influido
en el desarrollo histórico de la agroindustria
brasileña, y esa una de las principales causas
de la crítica actualidad que vivimos en este
ámbito.