Después de la
Amazonia, el Cerrado
es la mayor
región biogeográfica
de América del
Sur |
El
estado norteño de Piauí no tiene normalmente mucha prensa, la mirada del
mundo no se ha detenido todavía por allí. Judson es presidente de la
Fundación Aguas de Piauí (Funaguas)
y dialogó con Sirel relatando la tremenda agresión que están sufriendo los
pequeños y medianos productores locales, así como el ambiente característico
de esa región, único en el país: el Cerrado. Entre la deforestación y el
monocultivo de soja aparece un espantajo conocido: Bunge Alimentos
-¿Qué es
Funaguas?
-Es una
asociación civil con base en el estado de Piauí, ubicado en el nordeste de
Brasil. A pesar de que en nuestro nombre hay un énfasis en el tema
agua, en realidad nos involucramos con todos los asuntos ambientales en
general. Nuestro trabajo comenzó en 2001.
-¿Cuáles son
las características del estado de Piauí?
-Es uno de los
más pobres de Brasil, con una de las peores tasas de distribución de
la renta per cápita del país. En los últimos cinco años se produjo también
una enorme concentración de la propiedad de la tierra, promovida por la
instalación y expansión del llamado agronegocio. En la actualidad la
producción del estado está dominada casi exclusivamente por la soja, en
función de la demanda de la transnacional Bunge Alimentos.
Podemos afirmar que en estos últimos cinco años
cerca del 90 por ciento de la población rural del
estado abandonó el campo y emigró a las ciudades. |
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Hasta hace seis
años la agricultura familiar estaba muy extendida, había lo que se podía
llamar una pluricultura agrícola en virtud de una numerosa población rural
que plantaba arroz, frijoles, variedad de otros cereales, mandioca, frutas y
verduras de todo tipo que servían para la autosubsistencia de esas familias,
y que también abastecían a las ciudades y centros poblados. Pero desde la
aparición del monocultivo de soja, eso cambió mucho. Podemos afirmar que en
estos últimos cinco años cerca del 90 por ciento de la población rural del
estado abandonó el campo y emigró a las ciudades.
-¿Se ha
calculado cuántas personas han tomado el camino de la emigración interna?
-Los datos
concretos los tiene el gobierno del estado, pero no los comunica porque van
en contra de su imagen. Para dar un ejemplo: en cinco años, una de las
ciudades del área pasó de tener cinco mil habitantes a más de 20 mil. Las
organizaciones sociales y ambientales hemos estimado que los emigrantes son
centenares de miles. Piauí tiene 2,8 millones de habitantes, de los
cuales 1,2 millones viven en la zona más agredida por la soja. Han crecido
favelas como hongos, y se banalizaron problemas sociales que antes apenas
existían, como la prostitución, la criminalidad, la marginalidad. La
gente carece completamente de perspectivas. Los
pequeños propietarios que intentan permanecer en sus predios son agredidos
constantemente por las fumigaciones aéreas que envenenan a sus hijos, sus
cultivos y sus animales grandes y pequeños.
El “Cerrado” es un sistema de transición entre la caatinga típica del nordeste semiárido y la floresta
amazónica. En Piauí el “Cerrado” ocupaba 8 millones
de hectáreas y ahora apenas supera los 3 millones.
Sólo el año pasado se plantaron más de un millón de
nuevas hectáreas con soja |
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-¿Cuántas
hectáreas están dedicadas al cultivo de soja en Piauí?
-Lo que podemos
informar es que según un relevamiento efectuado por la organización
Conservación Internacional, cerca del 60 por ciento del área que antes
estaba ocupada por el ecosistema llamado “Cerrado” ya fue deforestado, y una
parte muy importante ya está ocupada con plantaciones de soja. El “Cerrado”
es un sistema de transición entre la caatinga típica del nordeste semiárido
y la floresta amazónica. En Piauí el “Cerrado” ocupaba 8 millones de
hectáreas y ahora apenas supera los 3 millones. Sólo el año pasado se
plantaron más de un millón de nuevas hectáreas con soja. La destrucción
social y ambiental es muy importante. Nosotros sólo podemos dar información
aproximativa en este aspecto, ya que el gobierno, que sí tiene los datos
exactos, se ha negado sistemáticamente a divulgarlos, siendo que es una de
las partes interesadas en este sistema productivista. Para dar sólo un
ejemplo: para atraer su instalación en Piauí, Bunge
recibió del gobierno estadual una exención total de impuestos durante 15
años. Se calcula que en la escala en la que está trabajando, Bunge se ahorra
anualmente unos 100 millones de dólares.
-¿Cuál fue la
contrapartida ofrecida por la transnacional?
-La de crear
más de 500 empleos directos en una planta que montó en el municipio de
Uruçuí, pero la información que tenemos dice que los empleados en esa
fábrica apenas llegan a 30. Originalmente la planta estaría concebida
para fabricar una serie de productos derivados de la soja como margarina,
aceites y otros. En realidad, lo único que ha hecho hasta ahora es triturar
los granos de soja, obtener el aceite bruto que distribuye en el mercado
interno, y la harina y los porotos de soja que no procesa los exporta hacia
el mercado europeo, principalmente a Holanda.
-¿Cuándo fue
que Funaguas denunció a Bunge ante la justicia y por qué?
-En 2002
nuestra Fundación hizo una campaña pública denunciando la forma en la que
Bunge estaba ingresando al estado, tratando de generar un debate que
involucrara al gobierno del estado y a la propia empresa, pero
desgraciadamente no obtuvimos ningún resultado positivo. Contestaron ambos
con una arrogancia muy grande diciendo que no tienen por qué discutir estas
cosas con la sociedad organizada. Como consecuencia, iniciamos una acción
civil ante la justicia contra Bunge, reclamando que se realizara un
estudio de impacto ambiental para medir las consecuencias de los proyectos
de la transnacional, ya que el que presentó Bunge carece
completamente de consistencia técnica según la evaluación del doctor
Fernando de Almeida, profesor de la Universidad de São Paulo (USP),
cuyo criterio fue requerido por Funaguas en esta ocasión. Esta acción
judicial, finalmente, fue suscrita también por el Ministerio Público Federal
y por el estadual. No obstante, poco después ambos Ministerios Públicos, el
gobierno estadual, los principales productores de soja y Bunge
llegaron a un acuerdo que Funaguas no avaló, y continuamos solos la
acción judicial. Desgraciadamente, hasta ahora la justicia no se ha
pronunciado. Sabemos que la justicia brasileña es muy lenta, pero a veces
uno llega a dudar de la moralidad y la transparencia con las que son
tratadas estas causas. Mientras tanto la soja se sigue expandiendo en el
estado.
Ahora ha llegado a nuestro estado la fiebre de los
agrocombustibles de la mano del propio presidente
Lula, que estuvo recientemente en Piauí para
promover el cultivo de la caña de azúcar y de
mamona. Todo esto nos preocupa enormemente, porque
evaluamos que si las cosas continúan así, en tres o
cuatro años quedará apenas un 10 por ciento de
“Cerrado” |
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-¿Qué otro
aspecto cuestionaron en la acción civil?
-Otro punto
importante es la matriz energética de la planta de Bunge, ya que se usa
exclusivamente leña como combustible para las calderas; al principio
quemaba 450 m3 de leña por día para procesar 600 mil toneladas de
soja por año, pero ahora ya duplicó su producción y está industrializando
1,2 millones de toneladas de soja, por lo que utiliza también el doble de
leña, esto es cerca de mil m3 al día. Por eso hay una parte de la
deforestación del “Cerrado” que no apunta a la soja, sino simplemente a
alimentar la enorme boca de las calderas de Bunge. Por si esto fuese
poco, ahora ha llegado a nuestro estado la fiebre de los agrocombustibles de
la mano del propio presidente Lula, que estuvo recientemente en Piauí
para promover el cultivo de la caña de azúcar y de mamona. Todo esto nos
preocupa enormemente, porque evaluamos que si las cosas continúan así, en
tres o cuatro años quedará apenas un 10 por ciento de “Cerrado”.
-¿A dónde
apuntarán las próximas acciones de Funaguas?
-Es muy difícil
para nosotros hacer trascender nuestra situación a nivel nacional e
internacional. Piauí es un estado poco conocido, y las ONG internacionales
se enfocan mucho en la Amazonia y otras zonas del país. Si lo que ocurre
aquí estuviese sucediendo en São Paulo o en el sur, sería un escándalo
internacional. Por eso estamos haciendo un esfuerzo grande para tratar de
dar a conocer la realidad de Piauí, donde además el respeto a los derechos
humanos deja bastante que desear y los activistas somos sistemáticamente
intimidados. Inclusive yo personalmente tengo dos juicios en mi contra
iniciados por Bunge que me reclama dos millones de reales (un millón
de dólares) por daños morales. Para nosotros la tarea ahora es difundir,
denunciar en todos los foros nacionales e internacionales la barbaridad que
se está cometiendo en la región.
Carlos Amorín
©
Rel-UITA
13 de agosto de 2007 |
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Foto:
Carlos
Terrana
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www.soscerrado.com