Contaminamos la tierra
que habitamos
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Asombra el incremento
espectacular del cáncer testicular en jóvenes menores de 25 años. Hasta hace
unos años, fuera de los ambientes sanitarios, nadie trataba de este tema. Debido
a la fortaleza de los jóvenes, esta enfermedad explota de manera súbita y con
amenazantes metástasis. Es conocida la espectacular agresión mediante quimio y
radioterapias, reserva de esperma y la intervención quirúrgica que provoca
conmoción en el paciente, en su pareja y en sus familiares. Resulta dramático
saber que sólo podrán tener descendencia mediante una inseminación que obliga a
vivir pendientes de los bancos de esperma.
También son conocidos los
estudios aparecidos en las prestigiosas revistas médicas New England Journal
of Medicine y en Lancet, y que registran la creciente disminución de
espermatozoides en el semen de los jóvenes en los países desarrollados. En los
últimos 50 años, se ha descendido hasta niveles inferiores a un 60% de
espermatozoides vivos en el semen de las poblaciones estudiadas.
Los estudios realizados
indican diversos problemas de salud sistemáticamente asociados a los tóxicos
persistentes, entre ellos los derivados de su actividad promotora de diversos
tipos de cáncer y de su actuación como disruptores endocrinos. La capacidad de
estos compuestos para afectar al sistema hormonal les permite desregular
funciones básicas del organismo y producir importantes efectos sobre el cerebro,
la pituitaria, las gónadas o el tiroides. Como consecuencia, los PTS afectan al
desarrollo de los fetos y recién nacidos, causan la pérdida de calidad en el
esperma e incrementan la incidencia de diversas enfermedades neurológicas o
endocrinológicas, con efectos tan llamativos como el adelanto de la pubertad en
las chicas.
El Programa Ambiental de
Naciones Unidas acaba de ultimar un informe (www.chem.unep.ch) en el que evalúa
su situación.
Muchos de estos productos
están al alcance de cualquiera, a pesar de su peligrosidad. Algunos, como el
lindano, se venden en las farmacias como componente de productos antipiojos,
ladillas y contra la sarna. Otros, como el endosulfan, forman parte de la
composición de más de 80 productos insecticidas de uso habitual en la
agricultura. El informe de Naciones Unidas alerta del uso de pesticidas
estrogénicos en amplias zonas de América central. El endosulfán es uno de ellos.
Se sabe que el endosulfán interfiere en la actividad de los estrógenos y aumenta
hasta cuatro veces las posibilidades del cáncer de mama. Preocupan productos
como el Bisfenol A, uno de los disruptores endocrinos más activos, que está
siendo usado en ingentes cantidades en Europa como base de los policarbonatos,
los plásticos rígidos con los que se fabrican desde los CD a los biberones.
Los factores
desencadenantes del cáncer testicular trajeron de cabeza a los científicos hasta
que, en el Hospital Universitario de Örebro (Suecia), han logrado establecer una
conexión causal entre esta enfermedad y la exposición que sufrieron sus madres,
decenas de años atrás, a substancias químicas como los PCB, el hexaclorobenceno
o el clordano que transmitieron estos tóxicos a sus hijos durante el embarazo y
la lactancia.
La alarma se ha disparado
ante la dramática multiplicación de casos en países tan avanzados en cuidados
sanitarios como los europeos. Nos estamos acostumbrando al incremento de los
cánceres de mama en mujeres cada vez más jóvenes, y crece la sospecha de que
existe una relación causal con la ingesta de alimentos precocinados, congelados,
o de la llamada comida basura.
También tiene una enorme
importancia la exposición a un medio ambiente degradado por los carburantes y
por el salvaje incremento de las emisiones de CO2 procedentes de industrias que
se niegan a aplicar las medidas acordadas en la Conferencia de Kyoto.
Mientras tanto, la
publicidad nos satura hasta hacernos creer que el que no tiene coche casi no es
persona, porque impera la nueva moral que sostiene que “no tener es pecado”.
La capa de ozono se
degrada ante la inactividad de las autoridades cuya primera obligación es cuidar
del bienestar de los ciudadanos. Y la mayor prioridad es una vida sana pues, sin
ella, no es posible vivir en libertad y ejercer el derecho a la búsqueda de la
felicidad.
Se ha hecho creer a los
habitantes del Sur que, si imitan nuestro modelo de desarrollo, pasarán de
“países en vía de desarrollo” a “países desarrollados”. Esto es una falacia pues
los países del Norte sociológico no podríamos mantener nuestro nivel de vida, de
consumo y de despilfarro si no fuera porque explotamos las materias primas que
extraemos de esos países empobrecidos al precio y en las condiciones que
imponemos. La Unión Europea necesita importar más del 60% de las materias que
necesita para mantener su industria.
Si para convertirse en
“desarrollados”, China e India tuvieran que disponer, proporcionalmente, del
mismo número de coches, de motocicletas o de refrigeradores que los europeos o
los norteamericanos la capa de ozono no resistiría ni veinte años. Los
investigadores médicos se muestran muy críticos ante esta situación y alertan
del peligro sanitario en que estamos inmersos.
José
Carlos García Fajardo
Convenio Rel-UITA
– La Insignia
3 de noviembre
de 2003