“Es
un contrasentido decir que
el etanol es una energía
limpia” |
Maria
Aparecida de Moraes Silva, profesora de la Universidad
de São Paulo,
cuestiona la política energética.
La expansión de la
monocultura de la caña de azúcar en regiones brasileñas –como el estado de
São Paulo, en el sudeste del país– es una de las prácticas que vienen
preocupando a los ambientalistas y movimientos sociales. Porque ese cultivo
debe aumentar, acompañando el aumento de la producción del etanol (el
alcohol combustible), definido en reciente acuerdo firmado en Brasil
entre los presidentes Lula y George W. Bush, de
los Estados Unidos. El memorandum de cooperación técnica en el
área de biocombustibles, firmado recientemente entre los dos países, generó
la expectativa del sector de duplicar la producción actual del combustible.
Esa producción hoy es de cerca de 17 mil millones de litros y debe pasar
para 34 mil millones anuales, en un plazo de no más de 20 años.
La producción del etanol es considerada por algunos estudiosos como una gran
alternativa para el cambio de matriz energética del país, por ser
considerada fuente limpia y renovable de energía. Pero no hay consenso sobre
este asunto. La profesora de sociología Maria Aparecida de
Moraes Silva, de la Universidad Estadual de São Paulo,
cuestiona este argumento.
“En la medida en que defiende esta tesis, usted olvida cuáles son los
métodos de producción de esta monocultura. Es una cultura que depende de
muchos agrotóxicos y, además, el método de la `quemada´. Existen varios
trabajos de químicos y bioquímicos que ya comprobaron que estos gases son
cancerígenos. Entonces es un contrasentido grande decir que el etanol es una
energía limpia. Limpia, ¿en que sentido?”
La cantidad de agrotóxicos lanzados en plantaciones de caña de azúcar ya
pone en riesgo también algunas capas freáticas. La profesora cita un estudio
de la Compañía de Tecnología de Saneamiento Ambiental, órgano del gobierno
del estado de Sao Paulo, comprobando que en cuencas hidrográficas como la
del río Pardo, en la región de la ciudad de Ribeirão Preto, las aguas ya
están contaminadas por agrotóxicos.
Rebelión
29 de marzo de 2007
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