Más de 13
millones de personas mueren cada año en el mundo
por causas evitables relacionadas con el medio
ambiente.
Los datos extraídos de un Informe de la Organización Mundial
de la Salud (OMS) atestiguan la relación cada
vez más recíproca entre el medio ambiente del
planeta y la salud de los humanos.
Según María Neira, directora del Departamento de Salud
Pública y Medio Ambiente de la OMS, casi
la mitad de las defunciones por malaria y el 94
por ciento de los casos de muerte por
enfermedades diarreicas podrían evitarse
promoviendo políticas favorables al cuidado del
entorno natural que nos rodea. La contaminación
por mercurio, la polución del aire, la
exposición a los pesticidas o el consumo de agua
con altos niveles de elementos contaminantes son
los principales agentes causantes de daños en la
salud de los hombres. La diarrea es provocada
por la insalubridad del agua, las infecciones de
las vías respiratorias inferiores son producidas
por la contaminación del aire, y la neumonía
obstructiva crónica se daría en menor medida en
ambientes libres de polvo o de humo de
cigarrillos o de gases creados en la combustión
de combustibles fósiles.
“Sabíamos que el medio ambiente influye muchísimo en la
salud, pero nunca habíamos tenido estimaciones
tan precisas como éstas, que nos ayudarán a
demostrar que las inversiones racionales
destinadas a crear un entorno favorable pueden
ser una estrategia eficaz para mejorar la salud
y lograr un desarrollo sostenible”,
afirma el Dr. Anders Nordström, Director
General interino de la OMS.
Los niños componen el colectivo más vulnerable a las
enfermedades provocadas por causas
medioambientales. El rápido crecimiento de los
humanos en sus primeros años de vida hace que su
respiración sea más acelerada y que ingieran una
mayor cantidad de alimentos y de agua,
aumentándose así el riesgo de padecer dolencias
asociadas al medio ambiente. El 33 por ciento de
las enfermedades en niños menores de 5 años son
causadas por los agentes citados.
Las personas con menos recursos económicos también están más
expuestas a los riesgos medioambientales. Casi
26 millones de latinoamericanos que viven en
Estados Unidos habitan en áreas que violan
los estándares de calidad del aire exigidos. Los
abastos de agua potable en Ajo, Albuquerque y
Arizona, con una elevada población
latinoamericana, poseen elevados niveles de
arsénico. El 12 por ciento de los habitantes de
las zonas limítrofes entre México y
Estados Unidos no tienen acceso al agua
potable.
Muchos inmigrantes latinoamericanos en Estados Unidos
se dedican a la agricultura. Trabajar en el
campo ya no supone ninguna ventaja
medioambiental para estas personas, ya que se
ven expuestas a los tóxicos pesticidas
utilizados en la agricultura extensiva.
Muchos de los peligros medioambientales, como las pequeñas
partículas contaminantes en el agua o en el aire
son invisibles para el ojo humano. La correcta
señalización y alerta a la población de estos
riesgos por parte de las autoridades sería el
primer paso. No verter residuos tóxicos a las
aguas ni al aire, o depurarlos cuando sea
preciso podría evitar muchas muertes.
Invertir en medio ambiente es invertir en salud
para todos. Por ello, promover un almacenamiento
limpio del agua destinada al consumo humano, el
uso de combustibles menos contaminantes y la
gestión más prudente de las sustancias tóxicas
son unas vacunas imprescindibles y eficaces que
alargarían y mejorarían la vida del planeta y de
los seres que lo habitan.