En 1970 se instauró
el Día de la Tierra y año a año más organizaciones
en el mundo se incorporan a esta conmemoración con
el objetivo de informar y crear una mayor conciencia
de los problemas ambientales en que nos vemos
enfrentados y proteger nuestro Planeta.
A nivel mundial la Tierra sufre constantes agresiones que
erosionan cada vez más la vida del planeta:
desaparición de especies vegetales y animales,
erosión de suelos, desertificación, deforestación,
contaminación de agua y aire, cambio climático y la
lista cada vez se hace más larga.
Con el objetivo de proteger la Tierra, legalmente se han
conseguido triunfos como leyes que prohíben la
emisión de contaminantes al ambiente o la caza y
pesca de especies en peligro de extinción. Para ello
se han firmado convenios internacionales con el
objetivo de que los países se comprometan a proteger
su propio ambiente y el de los vecinos.
Uruguay es país Parte de varios convenios internacionales que
se han creado con el objetivo de proteger la Tierra.
Uno de ellos es el Convenio de Estocolmo. En este
Convenio los países Partes se comprometen a
disminuir y en un futuro a eliminar los llamados
“Contaminantes Orgánicos Persistentes” (COPs),
dentro de los cuales se encuentran las dioxinas y
furanos, nueve plaguicidas, PCBs y hexaclorobenceno.
Las dioxinas y furanos son compuestos químicos tóxicos que
son producidos como resultado de procesos
industriales, principalmente como subproductos en
procesos en los que interviene el cloro.
La principal fuente de emisión atmosférica de dioxinas son
los incineradores de residuos peligrosos,
domésticos, hospitalarios o el uso de residuos
peligrosos como combustible alterno en los hornos de
cemento.
La principal fuente de emisión de dioxinas en el agua son las
descargas de la industria de la celulosa que usa
cloro para blanquear la pulpa para papel.
Las dioxinas y furanos tienen varias características comunes:
son muy tóxicos, son activos fisiológicamente en
dosis extremadamente pequeñas; son persistentes, es
decir no se degradan fácilmente y pueden durar años
en el medio ambiente; son bioacumulables en los
tejidos grasos de los organismos y se biomagnifican,
es decir, que aumentan su concentración
progresivamente a lo largo de las cadenas
alimenticias. Por su persistencia pueden viajar
grandes distancias siendo arrastrados por las
corrientes atmosféricas, marinas o de agua dulce, y
mediante la migración a larga distancia de los
organismos que los han bioacumulado.
El tema que ha estado en la prensa en estos últimos tiempos
ha sido la instalación de dos plantas de celulosa
sobre el río Uruguay. Una de las razones a la
oposición de estas plantas ha sido la contaminación
por dioxinas y furanos que emitirán estas plantas de
celulosa y que contaminarán ambas riberas del río
Uruguay, tanto a la argentina como a la uruguaya.
Hasta ahora, tanto las empresas, como el gobierno y los
consultores del Banco Mundial habían asegurado que
las plantas de Ence y Botnia no emitirían estas
sustancias tóxicas. Sin embargo, acaba de hacerse
público un nuevo informe que dice lo contrario.
En efecto, con fecha 27 de marzo 2006, dos expertos
independientes (Wayne Dwernychuk y Neil McCubbin) de
la consultora canadiense Hatfield contratada por la
Corporación Financiera Internacional para hacer un
análisis crítico del Estudio de Impacto Acumulativo
de las plantas de celulosa en Uruguay, han
presentado su informe, en el que hacen numerosos
comentarios críticos y recomendaciones al borrador
de la empresa consultora responsable del estudio
ahora cuestionado.
En lo que respecta a las emisiones de dioxinas y furanos el
informe dice: “Las referencias a dioxinas/furanos en
los vertidos de las plantas parecen haber sido
manejadas algo a la ligera. Estos compuestos son de
significativa preocupación para el público en
general y deben ser plenamente analizados. Dejar de
lado el tema mediante la conclusión de que las
dioxinas/furanos estarán en ‘niveles indetectables’
es inaceptable”.
En las recomendaciones los consultores agregan que el informe
“debe brindar prueba de que se producirán ‘niveles
indetectables’ de dioxinas/furanos”.
Tomando en cuenta estas observaciones, entendemos que lo que
ahora corresponde es que las autoridades de gobierno
competentes en este tema, analicen seriamente las
conclusiones y recomendaciones de este nuevo informe
y que lleven a cabo un estudio exhaustivo de las
emisiones de dioxinas y furanos que emitirían estas
dos plantas de celulosa.
Esperamos que este Día de la Tierra sea el último y que en el
futuro todos los días del año sean una demostración
de que tanto los gobiernos como los ciudadanos somos
celosos custodias de la salud de nuestra Tierra hoy
tan enferma. El desarrollo no puede hacerse a
expensas del ambiente, del que todas y todos
dependemos, porque a la larga todos saldremos
perdiendo.
María Isabel Cárcamo
RAP-AL Uruguay
21
de abril de 2006
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