21
de septiembre - 2007
Día
Internacional contra los
monocultivos de árboles |
Desde el 2004, a partir de una iniciativa de la “Red contra
el Desierto Verde” (Brasil), cada 21 de septiembre se conmemora el
Día Internacional Contra los Monocultivos de Árboles. La Red Latinoamericana
contra los Monocultivos de Árboles (RECOMA), una coalición que cuenta
con miembros en 16 países, adhiere a esta fecha, denunciando los impactos
negativos de las plantaciones de árboles a gran escala en los países de la
región.
En Argentina, gran parte de la selva de la provincia
de Misiones ha sido sustituida por enormes monocultivos de pinos exóticos,
en tanto que las plantaciones de eucalipto para celulosa avanzan en otras
provincias como Corrientes y Entre Ríos.
En Brasil, grandes empresas plantadoras vinculadas a
la industria de la celulosa están concentrando amplias áreas de tierra
fértil en sus manos, constituyéndose en uno de los mayores obstáculos para
la realización de la reforma agraria. Al mismo tiempo, los monocultivos de
eucalipto están afectando la seguridad alimentaria de las poblaciones
locales y volviendo imposibles las actividades tradicionales de las
comunidades indígenas, afrobrasileñas y campesinas.
En Chile, la expansión de las plantaciones forestales
se ha hecho a expensas de los territorios tradicionales del pueblo Mapuche y
de la violación sistemática de sus derechos. Dicha expansión está además
asociada a graves procesos de degradación ambiental, pérdida de
biodiversidad, reducción y contaminación con agrotóxicos de las fuentes de
agua superficiales y subterráneas, y la pauperización de la población local.
En Colombia, las plantaciones de palma aceitera han
dado lugar a graves violaciones de los derechos humanos, incluyendo muertes,
torturas, desapariciones y migración forzada de las comunidades locales, en
tanto que situaciones similares han acompañado la instalación de
plantaciones de pinos y eucaliptos.
En Costa Rica el gobierno incrementó el monto del
subsidio para las plantaciones de monocultivos pasando de $500 a $800 /
hectárea establecida. Asimismo, se aumentó el área total a subsidiar de 4000
a 7000 hectáreas por año. Todo esto a pesar de que los monocultivos de
árboles para producir madera no han rendido lo esperado y se ha demostrado
que 20 años de políticas de subsidios a las plantaciones de árboles han sido
un fracaso.
En Ecuador, las comunidades indígenas,
afrodescendientes y campesinas están siendo afectadas por el avance de
monocultivos de pinos, eucaliptos y palma aceitera, que destruyen las bases
de sustentación de las poblaciones locales y expulsan a la población rural.
En Nicaragua se ha dado un importante paso en sentido
inverso, cuando en junio de este año el Director del Instituto Forestal
declaró que “No se derribarán más bosques para sembrar palma africana”,
agregando que “No estamos permitiendo la siembra de monocultivos porque
destruye la biodiversidad del ecosistema”.
En Paraguay en estos momentos está en discusión un
proyecto de ley que estaría abriendo las puertas al monocultivo de árboles a
través de una política de promoción basada en subsidios y otros apoyos
estatales a la forestación. Genera una preocupación adicional el hecho de
que en el proyecto en estudio se prevé una activa participación del sector
maderero en la propia implementación de la ley.
En Perú, el gobierno ha aprobado el marco legal para
la expansión de los monocultivos de árboles, en base a las mismas promesas
de empleo y desarrollo que ya se han demostrado falsas en todos los países
de la región.
En Uruguay, los monocultivos de eucaliptos y pinos han
generado graves impactos sobre el principal ecosistema del país (la pradera)
y han dado lugar a un agudo proceso de concentración y extranjerización de
la tierra por parte de grandes empresas, que han desplazado a los
tradicionales productores de alimentos. Además, han significado un uso
masivo de agrotóxicos en toda la cadena productiva desde los viveros hasta
la aplicación de herbicidas para matar los rebrotes.
En todos los países donde se han implantado estos
monocultivos, las consecuencias han sido las mismas: mayor riqueza y poder
para unas pocas empresas nacionales y extranjeras y mayor pobreza para las
comunidades locales. Como contrapartida, la oposición a este modelo social y
ambientalmente nefasto está creciendo a nivel local, nacional y regional.
Sin embargo pareciera que en la mayoría de nuestros países se
hace oídos sordos a los reclamos de la gente y se continúan promoviendo
políticas que están agravando aun más las situaciones descritas arriba y que
incrementarían las áreas de “desiertos verdes”. Las que se anuncian como
“soluciones” para el cambio climático, no sólo no solucionarán el problema
sino que serán causa de mayores sufrimientos en las comunidades. Los mal
llamados “sumideros de carbono” y los agrocombustibles son ejemplos de estas
falsas soluciones que ya se están implementando en nuestros países. A ello
se suma el peligro de los planes para la liberación de árboles transgénicos,
que en nuestra región ya están siendo genéticamente manipulados en
laboratorios en Chile y Brasil.
En este nuevo 21 de septiembre, hacemos entonces un
llamamiento a unificar las luchas para forzar a los gobiernos a cambiar el
rumbo y a volcar los recursos del Estado a la promoción de actividades
agrícolas y forestales socialmente beneficiosas y respetuosas del medio
ambiente.
WRM
21 de septiembre de 2007
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