Según datos proporcionados por la organización no
gubernamental Guyrá Paraguay (Aves del Paraguay), de los 8
millones de hectáreas que existían en la zona denominada
Bosque Atlántico del Alto Paraná, sólo perduran 1.300.000
hectáreas, lo que implica una enorme pérdida de fauna y
flora autóctonas.
Pero a pesar de esta preocupante situación, aquellos
que detentan el poder en el país son quienes más incurren en
negocios ilegales con el fin de lucrar a expensas del
deterioro del ecosistema, como fue el reciente caso del
diputado colorado Julio Colmán, quien fue desaforado para
ser sometido a la justicia por tráfico ilegal de rollos y
desacato a la autoridad judicial.
La creciente deforestación que sufre el Paraguay poco
parece importar a ciertos sectores oficialistas.
Quienes deberían velar por la defensa y la conservación del
medio ambiente como si se tratara de una misión patriótica,
son quienes más frecuentemente incurren en los delitos de
deforestación y extracción ilegal de rollos de especies
forestales nativas, arropados por la protección que el poder
y la impunidad les otorga al formar parte del Partido
Colorado, en el gobierno desde hace 58 años.
Sin embargo, en un fallo considerado sin precedentes,
el diputado colorado Julio Colmán perdió sus fueros para ser
sometido a la justicia por haber liberado una carga ilegal
de rollos de madera, que la fiscal ambiental María Bernarda
Álvarez había ordenado decomisar durante una intervención en
el Departamento de Canindeyú, en la zona de Curuguaty, de
donde es originario el desaforado parlamentario.
Para tener una idea de la gravedad del delito cometido por
Colmán, la deforestación provocó entre 2002 y 2004 la
pérdida de 130 mil hectáreas anuales de bosques, un dato que
debería ser manejado por un parlamentario de cualquier país.
Pero parece que para Colmán las estadísticas no cuentan
cuando se trata de enriquecerse ilícitamente.
Desde 1989 la destrucción masiva de bosques se aceleró a
pasos agigantados, hasta llegar al triste récord de la tala
de 300 mil hectáreas de árboles en un solo año. Pero para el
ahora ex diputado, esto tampoco pareció muy importante y
siguió aportando su granito de arena en el proceso de
deforestación masiva de la mermada floresta nativa.
Durante 1981 y 1990 los organismos internacionales ubicaban
a Paraguay en los primeros lugares del ranking de los países
donde más bosques se talaron en América Latina, llegando a
una devastación del 2,4% anual, sólo superado por Jamaica,
República Dominicana y Costa Rica, según los datos
proporcionados por la organización no gubernamental Guyrá
Paraguay.
Técnicos ambientalistas de esta misma institución sostienen
que la actual situación del país es crítica, pues cuenta con
los índices más elevados de deforestación a escala mundial,
cuya recuperación requerirá fuertes inversiones que el
gobierno no tiene voluntad de asumir, por lo menos por
ahora. Al respecto, el
biólogo Alberto Yanosky señaló que los propietarios de
tierras con bosques son los grandes responsables de la
deforestación que afecta al país, porque el 90% de los
recursos forestales que se hallaban en manos privadas han
desaparecido y sólo subsisten aquellos bosques que forman
parte de los parques nacionales o de las áreas de reserva
forestal.
Pero estos graves problemas ambientales tampoco fueron
obstáculos para el diputado Julio Colmán, quien sin un
atisbo de cargo de conciencia seguía contribuyendo hasta
hace sólo algunos meses con la depredación de los pocos
bosques que persisten en el país, para dedicarse a la
comercialización ilegal de especies nativas en peligro de
extinción.
Escándalo y desafuero
El pedido de desafuero e imputación a Colmán fue presentado
en enero pasado ante la Cámara de Diputados por el fiscal
Rafael Ojeda, apenas unos días después de que el
parlamentario protagonizara un escándalo durante la
intervención de la fiscal ambiental María Bernarda Álvarez,
quien durante un procedimiento realizado a pocos kilómetros
de la ciudad de Curuguaty, de donde es originario el
diputado, ordenó la incautación de un cargamento de madera
que presumiblemente pertenecía a Colmán.
Este trató de evitar con agravios e insultos de todo tipo
que Álvarez se incautara del gran cargamento de rollos,
amenazándola con destituirle del cargo y calificándola de
"plaga", "fiscalucha", "mujerzuela" y "loca". También la
acusó de querer “transar” (en ese término) con el diputado
Agustín Perdomo, del Partido Liberal Radical Auténtico,
quien se encontraba también recorriendo la zona junto a la
Comisión Permanente del Congreso.
El hecho probablemente hubiera pasado desapercibido si unos
periodistas que se encontraban con la fiscal Álvarez no
hubieran denunciado el atropello del diputado Colmán en sus
respectivos medios de comunicación. Las grabaciones captadas
por los hombres de prensa en el lugar de los hechos que
reproducen los improperios lanzados por el ex diputado
contra Álvarez, resonaron una y otra vez en los medios de
prensa de todo el país.
La coordinadora “Ciudadanos contra la Impunidad”, conformada
por 99 organizaciones no gubernamentales de todo el país,
cumplió un papel protagónico en la lucha por lograr el
desafuero de Colmán. Fue esta coordinadora que en un par de
meses reunió 20 mil firmas de ciudadanas y ciudadanos para
que el caso fuese llevado a una Audiencia Pública, durante
la cual las organizaciones sociales exigieron el desafuero
del diputado colorado. Para atraer a los firmantes y
concientizarlos sobre los graves delitos ambientales
cometidos por el parlamentario, incluyendo el desacato a la
autoridad pública, los miembros de “Ciudadanos contra la
Impunidad” realizaron una serie de actividades callejeras
que incluyó obras de teatro, captación de firmas y
manifestaciones contra el diputado “rollero”.
Estas actividades podrían ser apenas un hecho anecdótico
más, pero cuando se trata de la sociedad paraguaya,
caracterizada por la apatía y la falta de compromiso social
con una causa en particular, el logro alcanzado resulta más
que destacable.
Siendo Colmán diputado por el Partido Colorado, pensar
en su desafuero parecía casi una utopía, pues como ya había
pasado en otras ocasiones con pedidos similares que
afectaban a parlamentarios oficialistas, probablemente el
pedido caería en saco roto. Pero esta vez no fue así por una
simple razón: el presidente Nicanor Duarte Frutos tuvo mucho
que ver con el desafuero. Él, personalmente, solicitó a
Colmán que pusiera a disposición sus fueros parlamentarios,
acorralado por la presión ciudadana que puso al mandatario
entre la espada y la pared.
A pesar de la interferencia del Presidente de la
República, cuyo pedido pesó en el voto de la bancada
colorada de la Cámara de Diputados para desaforar a Colmán,
uno de los coordinadores de “Ciudadanos contra la
Impunidad”, Carlos Barreiro, manifestó que se sienten
satisfechos con el resultado porque Duarte Frutos se vio
obligado a ceder ante la presión ciudadanía.
Insultos y agravios
La conducta de Colmán fue calificada de impropia,
maleducada y fuera de lugar por la ciudadanía, no sólo por
que éste insultó y maltrató a la fiscal Álvarez cuando ésta
detuvo el cargamento de rollos, calificándola de
“prostituta” y “borracha”, sino también porque la
deshonesta actuación del legislador afectó directamente la
lucha por la conservación del medio ambiente, impulsada por
diversos grupos ambientalistas e, incluso, por el sector
gubernamental.
El fiscal Rafael Ojeda, quien imputó a Colmán, señaló que la
conducta del ahora ex diputado se enmarca en cuatro tipos de
delitos: “Frustración a la persecución penal, resistencia,
coacción grave y usurpación de funciones públicas”.
Ojeda también imputó a tres policías que desobedecieron las
órdenes de Álvarez en el momento de la intervención, por
temor a una reacción adversa de Colmán, quien usualmente
actúa como si fuera el “amo y señor”, el caudillo máximo y
la autoridad absoluta en Curuguaty.
Sin embargo, no todo salió a pedir de boca para los miembros
de la coordinadora ciudadana, pues los correligionarios de
Colmán votaron en masa, haciendo gala de la “aplanadora
colorada” que logró que el parlamentario no fuera sometido
al Código de Ética de la Cámara de Diputados y siguiera
cobrando la dieta que percibía como si aún ejerciera sus
funciones.
En busca de justicia
Para Carlos Bareiro, de “Ciudadanos contra la Impunidad”, la
lucha no termina aquí:
Silvio Flores,
el
Juez de Garantías de Curuguaty, el pequeño poblado donde
reside Colmán, resolvió otorgar la libertad ambulatoria al
legislador en vez de la reclusión domiciliaria solicitada
por el fiscal de Ciudad del Este, Rafael Ojeda. Este
magistrado dispuso también prohibir a Colmán la salida del
país, comunicarse con la fiscal del Ambiente, María Bernarda
Álvarez, le fijó una fianza y le impuso la comparecencia
obligatoria ante el juzgado cada 30 días, hasta agosto,
cuando será nuevamente llamado a declarar.
Barreiro es consciente de que el acuerdo entre Duarte Frutos
y Colmán podría haber consistido en que éste entregara sus
fueros a cambio de impunidad durante el proceso judicial.
Esta sospecha parece ir cumpliéndose, más aún si se tiene en
cuenta que el diputado se negó a comparecer ante el Juzgado
y recibió el beneficio de la libertad ambulatoria de parte
del juez de Curuguaty, donde todas las autoridades públicas
le rinden pleitesía, y el juez Flores no podía ser menos.
El activista social expresó que para la coordinadora
ciudadana la lucha no acaba con el desafuero de Colmán.
Afirmó que seguirán insistiendo hasta lograr que el diputado
sea juzgado y pague por el delito ambiental que cometió y
por el desacato a la autoridad del Ministerio Público,
faltas que podrían llevarlo a la cárcel por varios años.
Pero la lucha que se avecina se presenta dura y difícil para
las organizaciones que conforman la coordinadora “Ciudadanos
contra la Impunidad”, por el gran poder que aún detenta el
Partido Colorado en todos los ámbitos de la sociedad
paraguaya y, en especial, en el judicial, en donde tres de
los cinco miembros de la Corte Suprema de Justicia ocupan el
cargo gracias al apoyo del oficialismo. Ante esto, aún está
por verse si Julio Colmán recibe el ejemplar castigo que se
merece por los delitos que cometió o, como es tradicional en
Paraguay, esto se resuelva nuevamente “entre amigos” y todo
quede en el “opareí” (palabra en guaraní que expresa que
todo termine en la nada, sin condena alguna).
Rosalía Ciciolli
© Rel-UITA
2 de mayo de 2005