La ocupación, iniciada el lunes, se había reducido en
principio al sector de calderas, que detiene el proceso de
industrialización de cromo que se efectúa en el lugar.
Los trabajadores se quejan por las condiciones sanitarias en
que trabajan, reclaman que la firma incremente los controles
sobre las emanaciones tóxicas de la fábrica y que se realice
un chequeo sanitario a todos los funcionarios. También piden
el reintegro de unos 20 empleados que fueron cesados el año
pasado.
Sin embargo, la negativa de la empresa a que ingresen
funcionarios con alimentos fue interpretada como "una
demostración de fuerza inaceptable" por el sindicato, que
tomó el control de toda la planta.
En tanto, dos abogados y un sociólogo del Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social estuvieron en la planta
industrial, dialogaron con los ocupantes y luego trasladaron
la posición gremial a los directivos de la empresa a última
hora de ayer.
Los puntos fundamentales de la plataforma gremial son la
reducción de la carga horaria en función de los problemas
sanitarios detectados y el carácter insalubre de la función,
así como el control médico estricto de los funcionarios a
cargo de una institución que "merezca confianza".
José
Luis Álvarez
El País
8 de
setiembre de 2005