Ence “suspende” su planta de celulosa
Un país rehén de vendedores de ilusiones |
Una
de las dos megaplantas de celulosa que se levantaría en la ciudad uruguaya
de Fray Bentos, la de la española Ence, ya no se hará. El abandono del
proyecto pone en entredicho la política del gobierno del socialista Tabaré
Vázquez de apostar sus mayores fichas a la inversión extranjera.
Paralelamente, la otra fábrica de celulosa proyectada
en la misma ciudad, ésta sí en franco proceso de construcción, la de la
finlandesa Botnia, vio paralizadas sus obras por un conflicto laboral y
ahora se sabe que generará para los uruguayos muchos menos empleos que los
anunciados.
Fray Bentos, la capital del litoraleño departamento de
Río Negro, que en los últimos meses se había acostumbrado a vivir en una
suerte de burbuja soñando con un futuro próspero y de pleno empleo gracias a
las plantas de celulosa europeas, parece ahora sumida en la incertidumbre.
Tras semanas de marchas y contramarchas y de anuncios
contradictorios, la dirección de Ence confirmó finalmente este jueves 21 que
abandona su proyecto de planta en Fray Bentos, anunció el despido de más de
la mitad de sus 70 empleados en Montevideo, despidió a los diez que
trabajaban en la división de investigación y desarrollo en Fray Bentos y
puso a la venta la mayor parte de las oficinas de su sede central en la
capital del país. A su vez, ordenó la “repatriación” de los 20 ejecutivos
españoles que estaban viviendo en este país.
Si bien la plana mayor de la firma sostiene que
“relocalizará” la usina, edificándola en “otro punto del territorio
nacional”, y que la fábrica que se construirá duplicará en dimensión a la
proyectada inicialmente para Fray Bentos pocos creen que ese plan llegue
algún día a concretarse. Todo hace pensar que Ence podría terminar yéndose
de Uruguay.
Los obreros de la compañía ahora desempleados ya
anunciaron que demandarán colectivamente a la empresa por “despido abusivo
con engaño”. Muchos de ellos habían abandonado otros empleos seducidos por
los salarios y las promesas de la firma.
Mientras esto sucede con Ence, en Botnia el obrador
permanece inactivo desde el miércoles 20. Los trabajadores de la firma
rechazan la decisión de la dirección de “importar” de Europa a unos mil
obreros para hacerse cargo de tareas para las cuales no se contaría con mano
de obra suficientemente capacitada en Uruguay.
La medida relativiza uno de los “atractivos” más
propagandeados de estos megaproyectos: la generación de “miles de empleos”
para los trabajadores nativos, en particular para los de Fray Bentos y sus
alrededores, una zona particularmente deprimida y afectada por la
desocupación.
La intención de Botnia es que los trabajadores
europeos, provenientes de Europa del este, Alemania y Finlandia, permanezcan
en Uruguay entre noviembre próximo y febrero de 2007 y se ocupen de las
tareas de montaje. “Se requiere personal que tenga experiencia en la
construcción de empresas de celulosa, y la gente que viene de Europa sí la
tiene”, dijo el portavoz de la firma en Uruguay, Carlos Faroppa.
Marcelo Abdala, dirigente nacional del sindicato
metalúrgico, si bien reconoció que puede haber cierto desfasaje entre las
necesidades de la firma y la formación de los obreros uruguayos, recordó que
Botnia suscribió un convenio por el cual se comprometió a capacitar a
trabajadores locales para esas tareas. “Vamos a estar vigilantes”, dijo
Abdala.
El grupo ambientalista Guayubira denunció a su vez que
desde que se instaló en Uruguay la empresa sabía que no había en este país
gente “con experiencia en la construcción de plantas de celulosa”,
simplemente porque no existían emprendimientos de este tipo, y sin embargo
dejó que la ilusión se adueñara de los trabajadores locales.
El sindicato de la construcción aparece dividido en
este conflicto. La dirección nacional del gremio es partidaria de aceptar la
llegada de los trabajadores europeos siempre y cuando la empresa no les
pague menos que a sus asalariados nacionales, les brinde condiciones de
vivienda dignas y les permita sindicalizarse.
Ante todos estos problemas que se presentan en la
capital de su departamento, sobre todo la partida de Ence, el intendente
(equivalente a gobernador) de Río Negro, Omar Lafluff, se mostró
decepcionado.
Lafluff estima que el verdadero motivo de que los
españoles abandonen su departamento hay que buscarlo en las presiones
ejercidas por el gobierno argentino, enfrentado desde hace casi de un año a
su par uruguayo por la instalación de las plantas de celulosa sobre el
compartido río Uruguay.
Argentina habría actuado para impedir que el Banco
Mundial otorgue a Ence un préstamo de 200 millones de dólares sin el cual la
firma española no podría concretar su emprendimiento. La Corporación
Financiera Internacional, filial del Banco Mundial, debe decidir en octubre,
al término de los estudios de impacto ambiental que encargó, si finalmente
recomienda conceder ese préstamo, así como otro a Botnia por un cifra
similar. Los finlandeses, de todas maneras, no dependen de ese crédito, ya
que su emprendimiento está atado básicamente a otras fuentes de
financiamiento.
Altos directivos de Ence llegados a Uruguay esta
semana, incluido su presidente Juan José Arregui, abundaron en primera
instancia en el mismo sentido que Lafluff. Pedro Oyarzábal, delegado de la
firma, dijo que la resolución de retirarse de Fray Bentos había sido tomada
por “condicionantes externas”, como el conflicto entre Uruguay y Argentina y
la tardanza de la CFI en concretar sus préstamos. Oyarzábal llegó a sostener
que las afirmaciones argentinas de que la acumulación de actividades de dos
plantas de las dimensiones de Ence y Botnia serían ambientalmente
perjudiciales para el río Uruguay y su entorno tenían fundamento y debían
ser tenidas en cuenta por el gobierno uruguayo.
Pero luego Arregui rumbeó por otro lado, y sugirió que
en realidad Ence “relocalizaba” su proyecto no por motivos ambientales sino
porque no le convenía contar con una planta tan cercana a la de Botnia
(estaban separadas por apenas siete quilómetros), puesto que se producirían
“problemas de operativa industrial”, por ejemplo con el traslado de la
madera por rutas que se verían rápidamente congestionadas por camiones de
ambas empresas.
El presidente prometió entonces trasladar la planta a
Paysandú, 200 kilómetros más arriba de Fray Bentos por el río Uruguay, y que
la usina que allí se edificaría tendría una producción de celulosa dos veces
superior a la pensada anteriormente. Las obras para ese proyecto no podrían
comenzar nunca antes de dos años, por lo cual resulta absurdo mantener en
Uruguay una estructura operativa tan pesada como la ctual, dijo Arregui para
justificar los despidos y el cierre de oficinas e instalaciones.
Pero el directivo es poco creíble. Se sabe que desde
que asumió la conducción de la empresa en abril, desplazando a sus antiguos
conductores, nunca vio con buenos ojos “el proyecto Uruguay”. En una visita
anterior a Montevideo, recuerda el diario “El Observador”, Arregui pasó su
tiempo encerrado en su oficina haciendo cuentas y ni siquiera visitó las
plantaciones de eucaliptus de Ence. En esa ocasión habría dictaminado que en
Uruguay la firma debería dejarse de locuras y limitarse a montar una mediana
empresa de forestación y chipeado de madera y “mandar madera barata, al
costo, hacia las plantas en España”. La elaboración de celulosa y los
procesos industriales posteriores se harían en Europa, comentó entonces el
empresario.
El cambio de autoridades en Ence supuso además un
cambio de estrategia de la firma. Hasta abril tenía un peso esencial en el
capital de la firma la estadual Caixa de Galicia, que mantenía fuertes
vínculos con el entonces gobernador de Galicia Manuel Fraga, un conservador
a su vez muy vinculado al en aquel mmento presidente de Uruguay Jorge
Batlle.
“Los vascos”, como se conoce a Arregui y Oyarzábal,
tienen una cultura empresarial muy distinta a la de “los gallegos” que antes
dominaban Ence. “No se manejan con criterio político ni preocupación social
alguna, lo único que quieren es obtener rentabilidad a como dé lugar”,
comentó a Rel-Uita una fuente del sindicato de Ence en Galicia.
Antes de la reestructuración de la filial uruguaya, la
actual dirección de la firma metió el bisturí a fondo en la propia Galicia,
despidiendo a decenas de trabajadores de la división investigación, esencial
para la operación de la planta.
A “los vascos” se les atribuye también la intención de
redireccionar la operativa de Ence hacia el sector de la energía, de donde
ellos provienen, en detrimento del de la celulosa.
Una de las hipótesis que más se está manejando
actualmente en medios sindicales uruguayos para explicar el abandono del
“proyecto Fray Bentos” es que la dirección de Ence está embarcada en una
operación especulativa de envergadura.
La idea de “los vascos” sería reestructurar su filial
en Uruguay, achicando al máximo sus costos, para hacer crecer la cotización
global de las acciones de la empresa y luego venderla. Esa operación
requiere que se continúe afirmando que la planta de celulosa se va a
construir de todas maneras.
Circula la versión de que la sueco-finlandesa Strora
Enso, que asegura tener planes de construir una fábrica de celulosa en
Uruguay, donde ya invirtió decenas de millones e dólares en forestación,
podría comprar las instalaciones de la empresa española.
Desde que está en funciones la nueva dirección de
Ence, la “política del achique” de costos le dio resultado financiero: las
acciones de la compañía pasaron de 29,91 a 36,75 euros, y las ganancias
ascendieron a 300 millones de dólares.
Por otra parte, el supuesto plan de relocalizar la
planta de celulosa en Paysandú o en cualquier otro punto de Uruguay debe
sortear numerosos escollos.
La firma debería tramitar nuevamente los permisos de
operación ante la Dirección Nacional de Medio Ambiente de Uruguay, que
además debería expedirse sobre la sustentabilidad ambiental del pedido de la
firma de duplicar su producción de celulosa.
Ence ya había obtenido autorización para operar desde
una zona franca en Fray Bentos. Debería montar otra.
Si la empresa decidiera sacar la celulosa que exporte
a través del puerto que ella misma construyó en las 35 millones de dólares,
los costos que debería enfrentar en caso de que ubicara la fábrica en otra
zona del país serían mucho mayores a los previstos inicialmente. ¿Le sería
rentable?
“¿A santo de qué Ence tiraría por la ventana” las
inversiones ya realizadas en puerto y, zona franca y volvería a realizar
estudios ambientales y retramitar permisos?, se pregunta el conservador
diario “El Observador”.
Lo que la compañía no abandonó ni abandonará son sus
plantaciones de eucaliptos, como tampoco cerró ni cerrará las chipeadoras de
madera que posee a través de filiales.
Pero en Fray Bentos, por lo pronto, Ence ya dejó el
tendal. Canceló las donaciones que entregaba mes a mes a centros educativos
e instituciones deportivas de la zona, clausuró la reserva de flora y fauna
que había construido en las afueras de la ciudad y que era visitada por
miles de escolares de Fray Bentos y otras localidades, provocó el
vaciamiento de viviendas y el abandono de planes municipales ya en marcha
para mejorar la infraestructura de la ciudad.
Y el tendal puede dejarlo también en el gobierno
uruguayo, que se había jugado entero a favorecer de todas las maneras
posibles inversiones como la de Ence, presentadas como decisivas para la
edificación del proyecto del “Uruguay productivo”.
En Montevideo,
Daniel Gatti
© Rel-UITA
25 de setiembre de 2006 |
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Foto:
lacalle-online.com
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