Cambio Climático
Exxon y la desinformación ambiental |
La
petrolera cambia de rumbo y pone fin a la financiación de organizaciones
contrarias a las tesis del cambio climático. El grupo admite que el riesgo
es real y abre negociaciones sobre la posible regulación de las emisiones de
gases.
El coloso norteamericano
ExxonMobil,
primera empresa del mundo por ingresos
(263.760 millones de euros) y primera potencia petrolera en valor bursátil
(405.000 millones), utilizó las mismas tácticas de
desinformación que la industria del tabaco en relación con la nicotina para
neutralizar las tesis del cambio climático, con el fin de evitar o retrasar
las políticas de reducción de la emisión de gases que causan el efecto
invernadero. Un informe de la Union of Concerned Scientists (UCS) afirma que
entre 1998 y 2005, Exxon invirtió
12,5 millones de euros en una red de 43 organizaciones y expertos dedicados
a intervenir en el debate público para confundir a la opinión sobre la tesis
del recalentamiento del planeta y la influencia de la emisión de gases.
"ExxonMobil
ha generado incertidumbre en torno a las causas humanas del
calentamiento global de la misma manera que las compañías tabaqueras negaron
que sus productos causaran cáncer de pulmón", afirmó Alden Meyer, director
de estrategia y política de la UCS. Meyer señaló que una "inversión modesta
pero eficaz ha permitido al gigante del petróleo poner en duda el
calentamiento global para demorar la acción gubernamental, como la gran
industria del tabaco hizo durante cuarenta años". El informe titulado Smoke,
Mirrors & Hot Air (humo, espejos y aire caliente) surge en pleno cambio de
rumbo del gigante de Texas, que ha revisado su política sobre la cuestión y
ya en el 2006 cortó el grifo de la financiación a los grupos más
beligerantes.
Tal es el caso notable del
Competitive Entreprise Institute
(CEI), un influyente “think tank“(NdE
Grupo
expertos e
investigadores), con base en
Washington que recibió casi 1,5 millones de euros por su acción en los
medios de opinión. El CEI llegó a difundir el año pasado spots de televisión
con escenas infantiles que relativizaban los riesgos de la emisión del
dióxido de carbono. El propio Kenneth Cohen, número dos de
Exxon para las
relaciones con el Gobierno, confirmó esta misma semana que otras "cinco o
seis" organizaciones particularmente activas en el debate sobre el cambio
climático han dejado de recibir fondos del grupo. El dirigente de la
petrolera norteamericana evitó revelar los nombres de estas organizaciones,
pero se conocerán a más tardar en primavera, cuando
Exxon publique su lista
anual de donaciones.
El cambio de clima en
Exxon, según
proclama del propio The Wall Street Journal, ha llevado al grupo a entablar
conversaciones con una veintena de otras grandes corporaciones industriales
con el fin de considerar posibles medidas reguladoras de la emisión de
gases, en una inédita ronda patrocinada por la asociación Resources for the
Future, implicada en el debate y las políticas para hacer frente al cambio
climático.
Esta serie de iniciativas
se produce a caballo del vuelco político propinado por los demócratas en
Estados Unidos,
el mayor emisor de dióxido de
carbono (CO) del planeta, donde la administración
Bush ha mantenido una férrea
obstrucción al protocolo de Kioto. La gran industria norteamericana teme que
la nueva mayoría del Congreso impulse medidas reguladoras.
Exxon
mantiene sus reservas sobre el cambio climático y el pacto de Kioto, pero
ahora admite ya que los estudios son consistentes. "El modelo es imperfecto,
pero es útil como análisis, aunque no como predicción", afirmó el propio
Kenneth Cohen, quien añadió que "ahora ya sabemos - y la sociedad también-
que el riesgo es serio y hay que actuar". En este clima, la Union of
Concerned Scientists delata el camino seguido por
Exxon hasta hoy, acusándole
de influir en la política obstruccionista de
Bush. "Exxon-Mobil
debe ser considerada responsable por su cínica campaña de desinformación
sobre el calentamiento global. Los consumidores, accionistas y el Congreso
deben hacer saber a la compañía de forma enérgica y clara que su
comportamiento es inaceptable y debe cambiar", concluyó Alden Meyer,
directivo de la UCS.
J. Ramón González Cabezas
La Vanguardia
1 de febrero de 2007
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