El protocolo de Kyoto entrará en vigor el 16 de
febrero. El objetivo primordial es reducir en tres
años la emisión de gases contaminantes a los niveles
existentes en 1990. Nace condicionado por el alto
coste de su aplicación y por al ausencia de EEUU, el
país más contaminante de la Tierra.
El 16 de febrero entra en vigor el Protocolo de Kyoto,
siete años después de haberse acordado. Las 129
naciones firmantes empezarán a aplicar medidas que
reduzcan la emisión de los gases contaminantes que
causan el calentamiento global. El objetivo es
disminuir los niveles existentes en el año 1990 en más
de un 5% durante el período 2008-2012. Los países que
no alcancen estos objetivos serán multados y tendrán
que cumplir con niveles de contaminación más reducidos
en el futuro.
Kyoto nace condicionado por el alto coste que supone
su aplicación. Se estima que rondará entre los 150.000
y 300.000 millones de dólares al año. Los países en
vías de desarrollo han solicitado ayudas a los más
ricos para que permitan la consecución de este
tratado. Así lo argumentó el delegado de Tanzania en
nombre de los países más pobres: “para nosotros el
cambio climático es más catastrófico que el
terrorismo”. Sin embargo, si este Tratado no se aplica
en las próximas fechas, su coste se multiplicará en el
futuro.
El país más contaminante de la Tierra no se encuentra
entre los que han suscrito el Protocolo de Kyoto.
Estados Unidos emite más de la cuarta parte de todos
los gases contaminantes que se producen en el planeta.
Su presidente, George W. Bush, alega que cumplir con
Kyoto perjudicaría la competitividad de las empresas
norteamericanas en favor de naciones como India y
China. Sin embargo, este último país ha reducido sus
emisiones de dióxido de carbono de 715 a 181 millones
de toneladas, mientras seguía creciendo en el mercado.
Este cambio fue posible debido a una campaña de
concienciación que difundió el Gobierno chino en el
año 1996 entre todas las industrias que emitían
dióxido de carbono durante sus procesos de producción.
Dinamarca también ha demostrado que es posible
aumentar la producción y el empleo mientras se reduce
la emisión de gases. El Gobierno danés estimuló la
inversión y la investigación en ellas para reducir las
importaciones de los combustibles fósiles. Al mismo
tiempo creó más de 15.000 puestos de trabajo en el
sector de la energía eólica. Todo ello provocó que
Dinamarca haya pasado de producir un 4% en 1993 de
energía a través de fuentes renovables a hacerlo en un
16% en el año 2004.
Las consecuencias de la no aplicación de Kyoto son
impredecibles para el futuro. Los científicos
advierten de que la capa de hielo que forma el Círculo
Polar Ártico y la Antártida se seguirá reduciendo en
los próximos años y las especies que viven sobre
ellas, como los osos polares o las focas, corren grave
peligro de extinción. Un ejemplo es el trozo de hielo
que se desprendió hace cinco años de la Antártica. Su
extensión era de tamaño similar al país de Luxemburgo.
Este bloque de hielo navegaba a la deriva y el peligro
de que colisionase contra otro iceberg puso en peligro
la vida de cientos de pingüinos, así como la de varias
comunidades científicas asentadas en la zona.
Cada año sube cuatro milímetros el nivel del mar, se
reduce la extensión de las costas, se inundan las
playas, se producen con más frecuencia olas de calor,
las sequías y las lluvias escasean. Estos efectos ya
los está padeciendo la población. En 2003, 20.000
personas murieron a causa de la ola de calor que asoló
Europa durante los meses de verano. También los
científicos vaticinan que la temperatura del planeta
se incrementará entre 1,5 y 6 grados centígrados
durante el presente siglo, así como que se produzca
una mayor presencia de catástrofes naturales cada año.
La organización WWF/Adena asegura que el impacto del
efecto invernadero se sentirá durante los próximos
años en la disminución de la cubierta de hielo y de
nieve. El cambio climático también provocará un
calentamiento adicional del planeta, ya que el suelo y
el océano absorberán más radiación.
La entrada en vigor del Protocolo de Kyoto es el mejor
tratamiento para que el futuro del planeta se
prolongue durante generaciones.
Iván Trenado Turrión
Agencia de Información Solidaria
3 de marzo de 2005