La empresa finlandesa Botnia presenta una
particularidad que la distingue de todos los demás
emprendimientos –nacionales y extranjeros–
existentes en el país: su encerramiento en enclaves
estrechamente vigilados por guardias de seguridad
privada y por funcionarios policiales. En un breve
recorrido por Paysandú y Fray Bentos realizado entre
el 28 y 29 de julio pudimos identificar cuatro de
tales enclaves: el vivero, la fábrica, el barrio de
los trabajadores y el barrio de los ejecutivos.
Habría incluso un quinto enclave (el colegio privado
para los hijos de los finlandeses), pero dejaremos
el tema de los niños de lado.
La fortaleza del
vivero
Botnia
es propietaria de unas 160.000 hectáreas, donde
tiene instaladas sus plantaciones bajo el nombre de
Forestal Oriental (FOSA). Las plántulas de
eucaliptos para las plantaciones son producidas en
el vivero San Francisco, ubicado a 8 kilómetros de
Paysandú. Allí trabajan unos 30 funcionarios de la
empresa y otros 100 trabajadores de la contratista
Nazca. Desde fecha muy reciente, el vivero está
totalmente rodeado con un tejido de alambre muy
grueso, de alrededor de 3 metros de altura, con
enormes focos de luz. Cuenta además con 6 cámaras de
vigilancia y en este momento se está instalando una
gran antena. Tiene una puerta de entrada que solo se
abre si se anuncia quien es. De todas maneras, las
visitas son programadas y los trabajadores entran en
los ómnibus. En la portería y en todo el vivero hay
guardias de seguridad y para la noche la empresa
contrata el servicio 222, es decir, que es
custodiada por policías. Una vez dentro del vivero,
los trabajadores no pueden salir sin autorización,
ni siquiera durante la hora –no paga– de descanso a
medio día. Tampoco pueden ingresar si llegan unos
minutos (2-3) tarde, por más buena razón que puedan
tener para no llegar en hora.
La fortaleza de la
fábrica
Como en el caso de cualquier fábrica, es comprensible que su
acceso sea limitado. Lo que no es entendible es que
no se permita sacarle fotos. En el mes de junio
fuimos en auto hasta el puente internacional con el
único objetivo de tomar una foto desde el puente a
la fábrica. Los funcionarios de Prefectura que se
encuentran a la entrada del mismo nos dijeron que no
estaba permitido fotografiar la fábrica. Un mes más
tarde, transitábamos en auto de Paysandú a Fray
Bentos y pasamos frente a la entrada de la fábrica.
Allí nos detuvimos y nos bajamos a tomar una foto.
De inmediato apareció un guardia de seguridad quien
nos dijo que no se podía fotografiar y que para
hacerlo había que pedir permiso en la oficina. Le
respondimos que estábamos en una carretera pública y
que él no tenía ninguna autoridad para impedirnos
sacar fotos, por lo que procedimos a hacerlo.
Más tarde nos dirigimos a la Playa Ubici, ubicada a pocos
kilómetros de distancia, desde donde pudimos tomar
todas las que quisimos –esta vez sin ninguna
restricción– del conjunto del complejo industrial.
La fortaleza del
barrio de los trabajadores
Cerca de la entrada a la fábrica se encuentra, al otro lado
de la ruta, el barrio destinado a los trabajadores
extranjeros de la empresa. Allí hay dos tipos de
viviendas: los contenedores y las casas.
A manera de fortaleza, cada pocos metros hay una garita con
guardias de seguridad, así como funcionarios
policiales vigilando las viviendas. En vista de la
experiencia anterior en materia de "tomas
fotográficas", esta vez optamos por entablar una
conversación amistosa con un guardia antes de
proceder –con su permiso– a fotografiar las
viviendas. Dicha conversación tuvo además frutos
interesantes, ya que tuvimos la suerte de topar con
un profundo conocedor de la historia local. Esta
persona nos contó que la de Botnia es una
historia repetida para los fraybentinos, ya que
antes habían tenido la experiencia de la
construcción del puente internacional, que había
dejado dos secuelas: la triplicación de los casos de
enfermedades venéreas y el aumento de jóvenes
solteras embarazadas. Según nuestro informante, las
consecuencias ahora serán las mismas, pero en mucho
mayor cantidad.
La fortaleza del
barrio residencial Botnia
La cuarta fortaleza de Botnia se encuentra a la salida
de Fray Bentos en dirección al balneario Las Cañas.
Aquí hay un conjunto de grandes casas, destinadas a
ser habitadas por los altos ejecutivos de la
empresa, en su mayoría finlandeses. También aquí,
los funcionarios de Botnia están resguardados
por garitas con guardias de seguridad. Conociendo ya
la alergia a las fotos de la empresa, fuimos
haciendo tomas desde el auto en marcha en el trecho
que media entre una garita y la otra.
Luego nos detuvimos en la última garita y le preguntamos a un
guardia si podíamos atravesar el barrio para llegar
a la carretera. Estuvimos conversando con el
simpático guardia por unos minutos y nos dijo que no
había ningún problema, pero cuando nos despedimos
nos dijo: "lo único que les pido es que no vayan a
sacar fotos, porque a esta gente no le gusta que se
saquen fotos". Y esta vez, por respeto al guardia,
no lo hicimos. Fue una lástima, porque pasamos un
extraño edificio, que nos hubiera gustado
fotografiar, que es casi seguramente un sauna
finlandés.
¿Por qué tantas
fortalezas?
La construcción de fortalezas se justifica cuando al exterior
de las mismas existen enemigos reales o potenciales
de quienes es necesario defenderse. En teoría, una
empresa que trae riqueza, desarrollo y empleos no
debería generar enemigos sino concitar adhesiones en
la zona donde se instala.
Es claro que Botnia ha sabido granjearse de enemigos,
particularmente entre la gente de Gualeguaychú.
Aunque parece muy poco probable que ello pudiera
resultar en algún tipo de atentado, podría en cierto
modo justificar la vigilancia (aunque no la
prohibición de sacar fotos) de la fábrica. Pero la
vigilancia de las dos zonas residenciales parece más
apuntar a la defensa contra posibles robos por parte
de los pobres locales, que siguen siendo tan pobres
como cuando la empresa llegó prometiendo empleos y
desarrollo.
En realidad, el enemigo potencial más importante no es el
externo sino el interno y ese parece ser el temor de
Botnia. En efecto, el "boom" económico que la
construcción de la fábrica trajo a Fray Bentos ya
está llegando a su fin. Es más, según nos informaron
en el restaurante fraybentino donde almorzamos, ya
llegó a su fin, porque casi desaparecieron
totalmente los trabajadores que supieron gastar
parte de sus sueldos en la ciudad. Ahora viene la
hora de la verdad.
En ese sentido, hace años que el Grupo Guayubira advirtió
acerca del tema del empleo y de que tanto la
forestación como la fábrica de celulosa se
traducirían en una pérdida neta de empleos a nivel
local. En base al propio informe de evaluación de
impacto ambiental de la empresa dijimos que la
fábrica no generaría empleos para la gente local,
que a lo sumo podría trabajar en la seguridad y
limpieza de la planta. Tal afirmación ya se está
haciendo realidad en el área de la seguridad, donde
los temores de la empresa han resultado en la
creación de sistemas de vigilancia que requieren la
contratación de guardias privados y servicio 222. Es
también probable –aunque no lo hemos investigado–
que la limpieza de las casas de los dos barrios de
Botnia haya significado la contratación de
limpiadoras/es. Se cumpliría así lo vaticinado por
Guayubira en materia de empleos. A eso se suma –como
también lo auguramos– el empleo generado a nivel de
trabajadoras sexuales, que incluye altos niveles de
prostitución infantil.
En el área forestal sigue aumentando el éxodo rural provocado
por la forestación de más y más campos. Esas
plantaciones generan una creciente oposición a la
empresa por parte de muchos actores afectados por
las mismas. Al mismo tiempo sigue aumentando la
organización de los trabajadores –tanto a nivel del
vivero como de las plantaciones– lo que le genera
nuevos temores. La época en la que podía hacer
cualquier cosa en el plano laboral sin pagar las
consecuencias –como por ejemplo impedir la
sindicalización– también está llegando a su fin.
Y todavía no llegó la tan esperada instancia de la puesta en
funcionamiento de la fábrica. En ese momento se
sabrá si las promesas de cero olor y cero
contaminación son ciertas. De no serlo, aparecerán
nuevos potenciales enemigos afectados en el sector
turístico, en la pesca, en la producción de miel.
Finalmente, llegará la hora de saber si las promesas de
desarrollo se cumplen o si todo se redujo al "boom"
provocado por la construcción de la fábrica, como
fue vaticinado por Guayubira.
A lo mejor la empresa ya conoce las respuestas a esas
preguntas y quizá eso explica su aversión a las
fotos, que servirán para ilustrar lo que se dice en
artículos como éste. Y quizá su tendencia a la
construcción de fortalezas se deba a que es
conciente de que va a tener que vivir rodeada de
trabajadores desocupados buscando sobrevivir de la
forma que sea, como ya está sucediendo en la antes
tranquila y segura ciudad de Fray Bentos.
Ricardo Carrere
Julio 2007