En su
discurso en Zapicán, el Presidente Vázquez hizo
mención a la proyectada planta de celulosa de la
empresa finlandesa Botnia. Dijo textualmente que
“También escribimos la palabra responsabilidades … al
disponer la instrumentación de los mecanismos de
control ambiental por parte del Estado que requeriría
un emprendimiento tan importante como el de Botnia en
Río Negro”.
En este
tema, es importante señalar que ese emprendimiento fue
heredado por el actual gobierno y que el anterior se
aseguró de dejar todo el paquete bien atado. Por un
lado, le concedió a Botnia una zona franca para
operar, que se constituyó en un elemento central para
asegurar la rentabilidad de la empresa. Según el
director ejecutivo de Metsä-Botnia, Erkki Varis, “la
planta se establecerá en una zona franca, lo que
significa que la empresa no deberá pagar aranceles
onerosos de importación por el equipamiento, que en su
mayoría vendrá de Finlandia y Suecia”. No menos
importante, el gobierno de Batlle aprobó
diligentemente la licencia ambiental, con lo cual
Botnia sorteó ese obstáculo legal para iniciar su
operativa. Durante ese mismo gobierno se aprobó (con
la oposición del EP/FA/NM), el acuerdo internacional
Uruguay-Finlandia, que le dio a Botnia las garantías
que necesitaba para asegurarse, entre otras cosas,
contra los perjuicios que podrían ocasionarle las
posibles “manifestaciones” que pudieran ocurrir en
caso de contaminación.
Pero no
todo lo hizo Batlle; la empresa también hizo muy bien
sus deberes en materia de opinión pública. Entre otras
tantas cosas, invitó a periodistas y parlamentarios a
visitar sus plantas en Finlandia. Uno se imaginaría
que una empresa como ésta, que muchos describen como
“seria”, llevaría a sus invitados a observar plantas
similares a la que instalarían en Uruguay. Sin
embargo, no lo hizo, por la sencilla razón de que no
tiene ninguna con iguales características. Por un
lado, porque sus plantas en Finlandia producen en
promedio unas 500.000 toneladas de celulosa, en tanto
que la planta en Uruguay produciría 1.000.000
toneladas, es decir el doble. Tratándose de una
industria contaminante como ésta, esa diferencia de
escala tiene una enorme importancia en materia de
posibles impactos ambientales. Por otro lado, ninguna
de sus 5 plantas en Finlandia reúne los dos elementos
que caracterizan al emprendimiento en Uruguay: el
blanqueo con dióxido de cloro (sistema ECF) y el uso
de madera de eucalipto (que forma parte del grupo de
maderas llamadas “latifoliadas”) como materia prima.
En efecto, las plantas de Joutseno (blanqueo ECF) y
Rauma (blanqueo totalmente libre de cloro - TCF)
emplean madera de coníferas, en tanto que las de
Äänekoski y Kemi usan una
mezcla de madera de coníferas y latifoliadas. La única
que utiliza madera de latifoliadas como materia prima
exclusiva es la planta de Kaskinen, pero su sistema de
blanqueo es una combinación ECF/TCF. Es decir, que en
todos los casos se mostró algo distinto a lo que habrá
en Uruguay en caso de que la proyectada planta se
llegue a instalar.
Pero
además, la empresa se olvidó de mencionar que su
accionista mayoritario en el emprendimiento en Uruguay
es UPM/Kymmene y que esta empresa fue responsable de
un grave desastre ambiental en la propia Finlandia. En
efecto, en el verano del 2003, unos 7.500 metros
cúbicos de licor negro escaparon de la planta de
celulosa de esa empresa en el lago Saimaa (el mismo
lago en el que se encuentra una de las 5 plantas de
Botnia). De acuerdo con la prensa local, “la planta de
tratamiento biológico no fue capaz de hacer frente a
esa súbita descarga y en el espacio de unos pocos días
el licor negro se esparció aguas adentro del lago”. La
prensa continúa diciendo que “el licor negro consume
el oxígeno del agua, causando una elevada mortandad de
peces y también oscurece el agua y contamina las
orillas. Además, tiene un olor sumamente desagradable.
La mitad de la población de peces resultó erradicada
en un radio de tres kilómetros de la planta”.
Aún con
controles estrictos -como seguramente existen en
Finlandia y quizás más de los que se podrían
eventualmente instrumentar en Uruguay- desastres como
el provocado por UPM/Kymmene (que, insistimos, es la
principal accionista de Botnia en Uruguay) igual
ocurren y una vez ocurridos resultan en graves
impactos para quienes habitan la zona afectada. En
esos casos, la voluntad de responsabilidad queda
sobrepasada.
Consideramos que Uruguay está a tiempo de evitar una
situación de riesgo tal como la que plantearían las
fábricas de celulosa proyectadas, cuyos impactos
ambientales, sociales y económicos se contradicen con
un proyecto de Uruguay productivo, solidario y
natural. Por eso, creemos que la mejor manera de ser
responsables es evitando su instalación.
Grupo Guayubira