Invitado por la Asociación
Finlandesa para la Protección de la Naturaleza, visité
Finlandia del 7 al 15 de junio de 2005, con el objetivo de
recopilar información independiente acerca de fábricas de
celulosa en ese país, dado que la empresa finlandesa Botnia
planea instalar una fábrica de ese tipo en Uruguay. Durante
la visita tuve la oportunidad de recorrer el sudeste de
Finlandia, sobre el lago Saimaa, donde se ubican las plantas
de UPM (Lappeenranta), Metsa Botnia (Joutseno) y Stora Enso
(Imatra). Tanto allí como en Helsinki y Tampere, pude
conversar con pobladores locales, con ambientalistas, con
agencias de monitoreo ambiental y con sindicalistas,
obteniendo así información de primera mano sobre el tema de
los impactos sociales y ambientales de la producción de
celulosa. Agradezco a todas y a todos sus valiosos aportes y
su gran cordialidad y gentileza.
Una larga
historia de contaminación
Las fábricas de celulosa tienen
una larga historia de contaminación en Finlandia. El mismo
grupo de empresas (UPM/Kymmene, Metsa Botnia, M-Real, Stora-Enso)
que ahora se presenta al mundo como cuidadosas del medio
ambiente, contaminaron impunemente durante décadas el agua,
el aire y la salud de la gente de ese país. Fueron las
luchas ambientalistas de la década del 80 y principios de
los 90 las que finalmente obligaron a la industria mundial
de la celulosa y el papel a introducir cambios tecnológicos
para limitar sus emisiones y efluentes contaminantes. Como
dice Esa Konttinen (2001), quienes forzaron a las fábricas
de celulosa y papel a adoptar esos cambios fueron los
ambientalistas regionales y locales. “Sin esa presión ‘desde
abajo’ –afirma Konttinen- la legislación nacional no habría
sido efectiva”.
Ese pasado explica dos actitudes
de mucha gente de la Finlandia de hoy. Por un lado, cuando
se les pregunta acerca de olores y contaminación,
inmediatamente dicen que ahora la situación es mucho mejor
que antes. Por otro lado, cuando se le pregunta más acerca
del olor actual, muchos responden, como un chiste repetido,
y sujeto a distintas interpretaciones, que “el dinero
huele”, dando la impresión de un fatalismo aceptado en su
visión acerca del pasado y el presente de la industria de la
celulosa y el papel.
La
contaminación y el olor aún existen
Sin embargo, pese a las mejoras,
la contaminación y el olor aún existen. Durante mi visita no
pude percibir olor alguno, por la sencilla razón de que las
fábricas no estaban funcionando, a resultas de una medida de
“lock-out” (cierre) adoptada por las patronales en conflicto
con sus trabajadores. Dicha situación fue aprovechada por
dos organizaciones locales (el Centro de Naturaleza del
Sureste de Finlandia y la Asociación para la Protección del
Lago Saimaa), para hacer una investigación sobre la calidad
del agua. Como resultado del estudio, el 10 de junio el
periódico Etelä-Saimaa publicó un artículo con el sugestivo
título de “Cierre de las fábricas: mejoró la calidad del
agua del lago Saimaa”. Allí se explica que estando las
operaciones de la fábrica suspendidas se tomaron muestras de
agua cerca de la misma y se constató una fuerte caída en
materia de presencia de nitratos, de sodio y de fósforo, así
como una menor Demanda Química de Oxígeno. Es decir, que en
menos de un mes de inactividad, la calidad del agua mejoró
sustancialmente, demostrando así que las fábricas siguen
contaminando.
En la región visitada hay dos
oficinas de monitoreo ambiental. Una de ellas se centra en
la calidad del aire (el Centro Ambiental del Sudeste de
Finlandia) y la otra en la calidad del agua (la Asociación
para la Protección del Agua del Lago Saimaa), en una amplia
zona del lago Saimaa, donde existe una gran concentración de
fábricas de celulosa. En ambas oficinas se me proveyó de
información detallada sobre el tema.
Observando las gráficas de
calidad del agua, se percibe que en todos los casos hay una
mejoría entre la situación reinante en 1982 y la de 2004,
pero de cualquier manera se constata que sigue habiendo
contaminación en las áreas cercanas a las fábricas.
En materia de calidad del aire
también se evidencian mejoras entre 1989 y 2004, pero aún
persisten importantes emanaciones de dióxido de azufre y de
compuestos sulfurosos olorosos. Preguntados concretamente
acerca de los olores, los investigadores estimaron que
alrededor de una vez al mes se notan olores fuertes y
desagradables. Tal opinión en general coincide con la de
muchas otras personas a las que formulé la misma pregunta,
aunque para algunas los olores son más frecuentes (dos veces
al mes o incluso diarios). Sin embargo, prácticamente todos
agregaron que la gente local no es capaz de percibir niveles
de olor más bajos, que en cambio son olidos por visitantes
externos no acostumbrados a esa contaminación.
A lo anterior debe agregarse que
ninguna de las fábricas de la región visitada tiene el porte
de la proyectada para Uruguay, cuya producción sería casi
dos veces mayor que cualquiera de las tres visitadas. La
contaminación sería por lo tanto al menos el doble o quizá
tres veces mayor si también se instalara en Fray Bentos la
planta de 500.000 toneladas de la empresa española Ence.
El olor no es
sólo molesto: es peligroso
Durante la visita también
concurrí al Instituto de Karelia del Sur sobre Alergia y
Ambiente, donde a principios de la década de los 1990 se
llevaron a cabo una serie de estudios acerca de los impactos
de los compuestos sulfurosos olorosos sobre la salud humana.
Estos compuestos son fundamentalmente el sulfuro de
hidrógeno (H2S), el metil mercaptan (CH3SH) y los sulfuros
de metilo [(CH3)2S y (CH3)2S2]. Los mismos son emitidos por
fábricas de celulosa que utilizan un proceso con sulfato,
que es el empleado por la mayoría de las fábricas de esta
industria y por todas las del área visitada.
De los varios estudios
realizados surge claramente que estos olores no son
simplemente desagradables y molestos (que lo son), sino que
además impactan sobre la salud, en particular incrementando
el riesgo de infecciones respiratorias agudas, problemas de
la vista, cefaleas y problemas neuropsicológicos, entre
otros. Los estudios además constataron que estos compuestos
ingresan a las viviendas de los habitantes locales, por lo
que la gente también está expuesta a los mismos dentro de
sus casas.
A su vez, varias personas
preguntadas al respecto de su experiencia en materia de
enfermedades que asocian a las fábricas de celulosa,
inmediatamente hablaban de asma, alergias y problemas de la
piel.
El desastre
ambiental de 2003
En el verano de 2003, unos 7.500
metros cúbicos de licor negro escaparon de la fábrica de
celulosa de UPM en Lappeenranta y contaminaron gravemente un
área importante del lago Saimaa. De acuerdo con la prensa
local, “la planta de tratamiento biológico no fue capaz de
hacer frente a esa súbita descarga y en el espacio de unos
pocos días el licor negro se esparció aguas adentro del
lago”. La prensa continúa diciendo que “el licor negro
consume el oxígeno del agua, causando una elevada mortandad
de peces y también oscurece el agua y contamina las orillas.
Además, tiene un olor sumamente desagradable. La mitad de la
población de peces resultó erradicada en un radio de tres
kilómetros de la planta”.
Conversando al respecto con la
gente local, se me informó que el accidente generó un enojo
muy grande, ya que ocurrió justo cuando empezaban las
vacaciones de verano (en Finlandia el verano es muy corto) y
la gente se disponía a disfrutar del lago. Para peor, la
empresa no informó a nadie acerca del problema. Una persona
me dijo: “Yo estaba realmente asombrada. Era como en los
viejos tiempos. El agua estaba pesada, blanca, llena de
espuma. El olor era terrible. Nos estropeó las vacaciones,
ya que el problema duró un mes entero”. Lo más increíble es
que hasta el día de hoy el Estado no ha presentado cargos
contra la empresa, lo que estaría mostrando el poder
político de la misma.
Algo más
sobre el agua
Uno de los argumentos que se han
utilizado en Uruguay para “demostrar” que las fábricas de
celulosa finlandesas no contaminan, es que la gente se baña
en el lago Saimaa, donde las fábricas vierten sus efluentes.
Sin embargo, se olvidan de mencionar que esas zonas de baños
son precisamente las que no están expuestas a los efluentes
y que el lago Saimaa es el más grande de Finlandia, con una
superficie de 4.400 km2 (4 veces más grande que
la laguna Merín), una profundidad media de 12 metros y una
máxima de 93 metros. Por otro lado, tuve la oportunidad de
ser llevado a una isla que se encuentra frente a la planta
de UPM, donde constaté que la propia empresa reconoce
implícitamente la contaminación. La isla ha dejado de ser
tal, debido a la construcción de un dique que es a la vez
carretera. De un lado está la planta y la parte del lago
donde vierte sus efluentes, en tanto que del otro lado del
dique el agua está limpia. A poca distancia hay una bomba,
que la empresa utiliza para sacar agua del lado donde ésta
está limpia para enviarla a la planta para su uso en el
proceso industrial. O sea, que reconoce que el agua del otro
lado no es apta ni siquiera para la industria. Además, se me
mencionó –aunque no tuve la oportunidad de verlo- que en
otras plantas las empresas utilizan un sistema de bombeo
para empujar sus efluentes lejos de las costas.
También es importante mencionar
una diferencia sustancial con Uruguay: el largo y muy frío
invierno. En efecto, durante muchos meses el agua del lago
permanece totalmente congelada, a tal punto que pueden
transitar vehículos pesados sobre el mismo. Eso hace que los
efluentes fluyan por debajo de la capa de hielo durante todo
ese tiempo, por lo que no es una situación comparable a la
de Uruguay.
Una zona
llamada “Pulp”
La fábrica de Botnia se
encuentra en Joutseno en una zona llamada “Pulp”. Lo
interesante es que “pulp” ni siquiera es una palabra en
finlandés, sino que significa celulosa en inglés. Más
interesante aún es que antes se llamaba Haukilahti, que en
finlandés quiere decir “Bahía de los Hauki” (una especie de
pez). Demás está decir que ese nombre es cosa del pasado, ya
que son pocos los peces de esa especie que han logrado
sobrevivir. Una pobladora local nos acompañó a orillas del
lago y nos contó los problemas sufridos a lo largo de su
vida por causa de la fábrica de celulosa. Nos dijo que si
bien la situación había mejorado, la pesca estaba prohibida
cerca de la fábrica y que no se podía alimentar “ni a los
gatos” con esos pescados. Si bien ahora el agua está mucho
menos sucia que antes, igual es frecuente ver espuma sobre
el agua. Nos contó además un chiste del humor negro local:
“Esta es la mejor playa para quienes quieran adelgazar,
porque uno se mete en el agua y sale con solo los huesos”.
Joutseno solía ser una región
eminentemente agrícola. Ya no más. Ahora su casi única
actividad económica es la fábrica de celulosa. Su otra
actividad es de “servicios”: una cárcel. Hasta el hospital
para enfermos mentales que hay allí dejó de funcionar. El
turismo no existe y no pude pernoctar allí como quería, por
la simple razón de que no hay ningún lugar donde alojarse.
El peligro
químico latente
Es importante saber que las
fábricas de celulosa utilizan grandes cantidades de
compuestos químicos peligrosos. Entre ellos se encuentra el
dióxido de cloro (utilizado para el blanqueo de la
celulosa), que es un gas violentamente explosivo. Sumado a
todos los demás productos químicos que se utilizan en la
producción de celulosa, resulta claro que estas fábricas
implican un peligro químico latente y permanente. De acuerdo
con informaciones de una integrante del Partido Verde
finlandés, el Director del Organismo de Ordenamiento
Territorial de la ciudad de Lappeenranta dijo recientemente
que nadie debería vivir en el entorno de 5 kms alrededor de
la fábrica de celulosa. Afirmó que esa era una directiva de
la Unión Europea y que la razón principal era precisamente
la posibilidad de accidentes vinculados a los productos
químicos utilizados en las plantas. Se nos dijo además que
en las escuelas locales hay prácticas mensuales de
seguridad, que incluyen el uso de máscaras antigás.
El misterio
de las dioxinas
Uno de los principales problemas
ambientales asociados a la industria de la celulosa ha sido
el de la liberación de un conjunto de sustancias sumamente
tóxicas conocidas bajo el nombre genérico de dioxinas.
Imaginé que éste sería uno de los principales aspectos del
monitoreo ambiental en esta región. Para sorpresa mía,
cuando pregunté a las personas encargadas del monitoreo del
aire y a las responsables del tema agua, me respondieron que
ni se hacía ahora ni se había hecho antes un seguimiento de
estos contaminantes. Es más, no tenían ni idea si alguien
estaba haciendo ese monitoreo en otras zonas del país. Esto
resulta un misterio, ya que de acuerdo con las afirmaciones
de los representantes de UPM/Botnia en Uruguay y de los
delegados finlandeses a la Conferencia de las Partes del
Convenio de Estocolmo (que incluye a las dioxinas entre los
contaminantes a ser eliminados), parecía que en Finlandia el
tema estaba bajo total control. Sin embargo, al menos en la
zona recorrida (con tres grandes fábricas de celulosa), el
tema dioxinas ni siquiera es conocido y mucho menos
controlado.
Un turismo
muy particular
En Uruguay, los representantes
de UPM/Botnia han utilizado como “prueba” de que la planta
de celulosa prevista para Fray Bentos no va a incidir
negativamente sobre el turismo local, el hecho de que tanto
en Lappeenranta, como en Imatra, hay una importante
corriente turística. Sin embargo, se olvidan de mencionar
dos temas importantes. El primero es el ya mencionado de los
baños en zonas donde la contaminación no llega, que no sería
el caso de Fray Bentos, donde los efluentes de la fábrica
deben necesariamente ir aguas abajo, donde se encuentra la
zona turística del Balneario Las Cañas. El segundo es la
diferencia entre el tipo de turistas que van a esa zona de
Finlandia y el que llega a Las Cañas. A Lappeenranta e
Imatra concurren fundamentalmente finlandeses y rusos. Como
vimos, los finlandeses parecen aceptar el olor como algo que
forma parte de su realidad y confían en el gobierno en
materia de control de la calidad del agua. A su vez, los
rusos tienen fábricas de celulosa más vetustas y olorosas
que las finlandesas (entre ellas, una de la norteamericana
International Paper cerca de la frontera con Finlandia), por
lo que tampoco les ofende el olor que se percibe en
Finlandia. Totalmente distinto es el caso de Las Cañas,
donde los turistas vienen al “Uruguay Natural” a respirar
aire puro y a bañarse en las aguas del río Uruguay y donde
no existe demasiada confianza en los controles ambientales
del Estado.
Exportando
problemas ambientales
Hablando con el economista del
sindicato de papeleros de Finlandia, me explicaba que en su
país se hace un manejo bastante bueno de los bosques,
tratando de utilizar el recurso sin agotarlo. A eso se suma
la muy fuerte presión ambientalista para la conservación de
los bosques. Sin embargo, la producción maderera del país ya
no es suficiente para abastecer a las fábricas de celulosa
existentes y alrededor de un tercio de la madera utilizada
proviene de Rusia. En ese país, la producción maderera está
dominada por mafias cuyo interés central es la obtención de
ganancias a costa de los bosques del país. Pero la
corrupción no solo existe en Rusia. Pocos días atrás, la
policía de Rusia y de Finlandia anunciaron que un ejecutivo
de la empresa finlandesa UPM estaba bajo sospechas de haber
estado recibiendo millones de euros en la comercialización
de madera rusa, en una maniobra en la que tanto la empresa
vendedora como UPM evadían impuestos en Rusia y en
Finlandia. A eso se suma que últimamente UPM ha sido objeto
de duras críticas en Finlandia, por considerársela corrupta
y de poca confiabilidad (YLE Uutiset, 21/6/2005).
El resultado final es que la
importación de madera de Rusia a Finlandia implica una forma
de exportar los problemas ambientales. Si bien por ahora los
bosques rusos son percibidos como minas inagotables, lo
cierto es que son finitos y que en algún momento se va a
restringir su uso. Es por eso que las empresas papeleras
finlandesas están comenzando a buscar nuevas fuentes de
materia prima –en particular de fibra corta- y nuevos sitios
donde instalar otras fábricas de celulosa y papel.
En junio de este año, cuatro
empresas finlandesas de este sector dijeron que actualmente
estaban invirtiendo en fábricas de celulosa en América del
Sur y China y que en el futuro lo harían en la India
(publicado en Kaleva, 7/6/05). En materia de papeleras,
afirmaron que no instalarían nuevas fábricas ni en Finlandia
ni en Europa y que las futuras inversiones para la
fabricación de papel las harían en mercados de consumo
creciente tales como China e India. Dado que Sudamérica no
es percibida como un mercado futuro importante para el
consumo de papel, cumpliría el rol de producir celulosa para
la exportación.
La nueva materia prima para la
producción de celulosa provendría de las plantaciones de
monocultivos de eucaliptos en países como Uruguay, donde
crecen a un ritmo 10 veces más rápido que en Finlandia. Es
decir, que también aquí, las empresas finlandesas estarían
exportando los problemas ambientales asociados a esos
monocultivos y a la producción de celulosa a terceros
países.
Patronales
como tantas
Las patronales de la celulosa y
el papel de Finlandia han demostrado ser iguales a tantas
otras. En efecto, el 18 de mayo desencadenaron un serio
conflicto, al decretar un “lockout” patronal (cierre de la
fábrica por la patronal) en todas las fábricas de celulosa y
papel de ese país. Durante toda la duración de mi visita a
Finlandia las fábricas permanecieron cerradas.
¿Cuál fue la “grave” causa de
este conflicto? La causa aparente fue que el sindicato
adoptó la medida de suspender las horas extras. Sin embargo,
de acuerdo con fuentes sindicales, las verdaderas causas son
otras. Entre ellas se destacan:
- que las empresas exigen que la
fábrica siga funcionando durante las vacaciones de verano y
Navidad, sin compensación para los trabajadores
- la tercerización discrecional de todas las tareas que las
empresas deseen pasar a la órbita de subcontratistas
- la suspensión de trabajadores durante ciertos períodos
- jornadas de 12 en vez de 8 horas diarias
- acortar las vacaciones de verano a una semana.
El argumento de la patronal es
que esas son prácticas comunes en otros países productores
de celulosa y papel. Es decir, que lo que se intenta es
rebajar las condiciones de trabajo en Finlandia a los
niveles más bajos posibles. ¿Hace falta mencionar por qué
Uruguay les resulta tan atractivo?
Los sindicalistas finlandeses
también mencionan otra posible razón para explicar la
inflexibilidad patronal en el conflicto: que se trata de una
maniobra para elevar el precio del papel. En efecto, el
largo cierre de las fábricas en Finlandia (a las que se ha
sumado el paro solidario en fábricas ubicadas en otros
países) ha tenido un impacto sobre los precios, que se han
visto incrementados frente a un posible desabastecimiento.
Es decir, que quienes tenían importantes stocks de papel se
han visto beneficiados por el cierre de las fábricas.
Problemas
sociales
Una táctica utilizada para
dividir a la opinión pública por parte de los sectores
políticos de derecha consiste en decir que los trabajadores
finlandeses de la celulosa y el papel son los mejores pagos
de Finlandia. Sin embargo, se esconde el hecho de los
problemas que han sufrido y sufren. Por un lado, la
modernización de la industria a partir de principios de los
años 90 implicó un proceso de automatización importante, que
dejó a muchos trabajadores sin puestos de trabajo. Por otro
lado, la propia automatización está dando lugar a problemas
de salud debido al aislamiento en que muchos trabajadores
desarrollan sus tareas, sentados todo el día o la noche
frente a una pantalla de computadora. Además, el sistema
vigente de turnos de trabajo rotantes (diurnos y nocturnos)
también resulta en impactos sobre la salud de los
trabajadores, en particular vinculadas a dificultades para
dormir en forma adecuada. En base a esos problemas, el
sindicato vincula la muerte de unos 300 trabajadores a
factores de alguna manera relacionados a las condiciones
laborales. A eso se suman problemas de alcoholismo
relacionados a despidos y a condiciones de trabajo, que a su
vez resultan en problemas de violencia familiar. O sea, que
estos trabajadores no son en definitiva tan privilegiados
como se los quiere presentar frente a la opinión pública.
A modo de
conclusión
De todo lo anterior surgen una
serie de elementos que aportan nuevos datos al debate
instalado en Uruguay acerca de las fábricas de celulosa.
Poco de ello pudo ser percibido por quienes viajaron a
Finlandia invitados por la principal parte interesada -la
empresa Botnia- que mostró lo que quería mostrar y demostró
lo que quería demostrar. Por supuesto que de ninguna manera
cuestionamos la honestidad de legisladores y periodistas que
participaron en dichos viajes y que sacaron sus conclusiones
a partir de lo que efectivamente tuvieron la oportunidad de
ver. En este relato intento mostrar la otra cara de la
moneda, que entiendo se acerca mucho más a la realidad a la
que nos podremos ver enfrentados –uruguayos y argentinos- en
caso de instalarse una o dos plantas de celulosa en Fray
Bentos, con una capacidad de producción dos o tres veces
superior a cualquiera de las tres fábricas de la región que
visité en Finlandia.
Ricardo Carrere
Grupo Guayubira
26 de julio de 2005
Fuentes
consultadas
- Asociación
para la Protección del Agua del Lago Saimaa. (contiene
gráficos y tablas de datos de contaminación del agua entre
los años 1982 y 2004).
- Etelä-Karjalan
Ilmanlaatu (2004) (contiene información de contaminación del
aire entre los años 1988 y 2004).
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Fotos:
www.pefcwatch.org
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www2.lut.fi