En 2004 se produjeron 18.617
incendios que destruyeron casi 150.000 hectáreas. El número
de incendios registrados del 1 de enero al 31 de mayo de
2005 superan la media del decenio: 11.842 incendios y
conatos en el periodo de referencia para el 2005, frente a
los 7.114 de media del decenio 1995-2004, según los datos
provisionales del Ministerio de Medio Ambiente.
En los últimos 14 años los incendios forestales han
ocasionado la muerte de 62 personas, la mitad de las cuales
eran profesionales de la extinción. En ese periodo, además,
han ardido más de un millón setecientas mil hectáreas, y se
han producido unas pérdidas económicas de casi 9.000
millones de euros.
Causas
Las causas estructurales de los incendios forestales son
conocidas y predecibles: desde los factores ecológicos a los
factores sociales o económicos y a la combinación de todos
ellos. Las características del territorio y el tipo de
vegetación son determinantes. La existencia en nuestro país
de grandes masas forestales monoespecíficas y pirófitas sin
discontinuidad favorece la extensión del fuego y los grandes
incendios. Además, la desestructuración del mundo rural y la
terciarización de su economía, con el consiguiente abandono
de los bosques y la reducción de las practicas silvícolas,
agrícolas y ganaderas que de forma secular han servido para
controlar la dinámica y el estado de las masas forestales,
acrecienta la vulnerabilidad de nuestros ecosistemas
forestales ante los incendios. Una actuación de fondo sobre
estas causas debería contemplarse en cualquier estrategia
preventiva.
Hay otras causas no estructurales o inmediatas. Entre ellas
algunas que originan buena parte de los incendios forestales
y que son muy conocidas: quemas agrícolas, quema de montes
para pastos, cosechadoras, tendidos eléctricos, líneas de
ferrocarril, etc. Pero incluso sobre estas causas inmediatas
apenas se actúa preventivamente.
El modelo de estrategia adoptada para la lucha contra los
incendios forestales se basa principalmente en la extinción
del fuego en los meses de mayor riesgo a partir del uso del
agua y de maquinaria pesada, y en menor medida en los
trabajos de prevención durante todo el año. Además, la
notable descoordinación entre los colectivos y
administraciones que intervienen en la extinción de los
incendios forestales determina una menor efectividad de los
medios. Este modelo ha fracasado, la situación de Galicia es
la más clara expresión de este fracaso. La falta de
conocimiento de la causalidad de estos siniestros en un
importante porcentaje, 19,15%, debido a la insuficiente
inversión en personal y medios para la investigación, resta
eficacia a la acción preventiva.
No obstante, se sabe que el 53,3% de los incendios fueron
intencionados. Sorprende por ello la falta de actuaciones en
la persecución del delito y la ausencia de condenas.
Por último, la privatización de muchas labores de prevención
y extinción e, incluso, de investigación de la causalidad de
los incendios forestales, redunda en un deterioro de la
calidad de estas tareas.
Investigación
de incendios forestales y prevención de delitos
Los datos oficiales sobre causalidad de incendios forestales
son extremadamente preocupantes, e indican que sigue
existiendo un elevadísimo número de incendios forestales
cuyas causas se desconocen, lo que pone en evidencia el poco
esfuerzo que se imprime para la investigación de las causas
y la persecución del delito.
Según la distribución del número de siniestros en 2003, los
incendios por causa desconocida constituyeron el 19.15%, y
los intencionados, el 53,3%, y en 8 de las 17 Comunidades
Autónomas la primera causa de los incendios forestales ha
sido la acción criminal intencionada.
Las Comunidades Autónomas con mayor porcentaje de incendios
por causas desconocidas son la de Madrid (77,16%) y el
Principado de Asturias (70,15%). En cuanto a las que tienen
mayor porcentaje de incendios intencionados, nos encontramos
con Galicia (81,5%), Castilla y León (59,88%), Canarias
(58,6%) y Cantabria (56,20%).
Sólo un 1% de los incendios forestales acaba con alguna
detención, sin que conste en ninguna estadística oficial el
porcentaje que finalmente es acusado en los tribunales, ni
cuántos de los imputados son encausados, lo que pone de
manifiesto la necesidad de una mayor actuación fiscal y
penal.
Hemos podido comprobar que la participación del cuerpo de
agentes forestales en la investigación de la causalidad de
los incendios forestales es muy baja, pese a que este cuerpo
constituye un colectivo conocedor del terreno y formado en
la materia en la mayoría de las Comunidades Autónomas. En
pocas Comunidades existe colaboración entre los agentes
forestales y las fiscalías (sólo en Castilla y León,
Cataluña, Región de Murcia, y de manera parcial), mientras
que hay casos en que esta colaboración se realiza de forma
extra-oficial (Islas Baleares). En otras, se llega a
prohibir a los agentes forestales acudir a la administración
competente y a los juzgados (Comunidad de Madrid).
Modelos de silvicultura preventiva
La inversión en prevención es muy baja tanto en términos
absolutos como comparada con la inversión en extinción.
El personal dedicado a labores forestales preventivas es
claramente insuficiente y su situación laboral se
caracteriza por la precariedad, asociada a carencias
formativas, alta exposición a riesgos laborales y escasez de
medios y equipamientos.
Los modelos de silvicultura preventiva siguen los
"tratamientos clásicos", y continúan siendo en general muy
agresivos para el medio ambiente, con gran impacto
paisajístico y con la función principal de favorecer el
modelo de extinción y ataque del fuego, el acceso a los
montes y el uso de agua. Incluso al comparar las comunidades
autónomas con vegetación atlántica con las de vegetación
mediterránea, no existan diferencias significativas en
cuanto a los modelos de silvicultura actualmente empleados.
Los trabajos de silvicultura preventiva más habituales
consisten en la apertura y mejora de accesos y pistas, el
seguimiento y quemas controladas y autorizadas, los
desbroces y podas y la apertura de fajas cortafuegos. De
forma relativa, las quemas autorizadas constituyen el
tratamiento silvícola más común en aquellas Comunidades
Autónomas en las que se realiza esta práctica. En cuanto a
los residuos forestales, se eliminan, de forma generalizada,
por trituración y quema controlada.
La continuidad de un número alarmante de incendios
forestales en nuestro país cuestiona los modelos de
silvicultura preventiva empleados, así como la bajísima
inversión en prevención y la precaria situación laboral.
Así, nos preguntamos si las labores de silvicultura
preventiva que se vienen realizando no obedecerán
simplemente a los esquemas de las empresas, tanto públicas
como privadas, que de forma generalizada se encargan de
estos trabajos, y que han adquirido a lo largo del tiempo
tanto hábitos y rutinas de trabajo concretos como maquinaria
y equipamiento para este modelo de silvilcultura.
Extinción de incendios forestales
Inversiones y
medios
El presupuesto para la Defensa contra Incendios Forestales
del Ministerio de Medio Ambiente para el 2005 es de
59.371.600 euros, lo que supone un incremento de apenas un
1,4% con respecto al del 2004. El presupuesto destinado a la
prevención constituye el 33%, con un incremento del 4,3%
respecto al año anterior, mientras que el presupuesto
destinado a extinción es el 65,8% del total, con un
incremento del 0,1% del total. En cuanto a las Comunidades
Autónomas, en general también han incrementado el
presupuesto para la lucha contra los incendios forestales,
principalmente en medios materiales para la extinción, como
sigue:
- Andalucía: 108,5 millones de
euros (el 50,13% destinado a prevención), con un incremento
del 6,89% con respecto al del año pasado;
- Aragón: 24 millones de euros,
con un incremento del 29,72% respecto al presupuesto de
2004;
- Principado de Asturias, sólo
para trabajos de gestión de montes: 10.739.000 € (el 70%
está destinado a medidas de prevención de incendios
forestales);
- Islas Baleares: 5,6 millones
de euros;
- Canarias: unos dos millones de
euros sólo en Tenerife y Gran Canaria - Cantabria: 5,286
millones de euros para actuaciones relacionadas con la
prevención, extinción o regeneración en los montes;
- Castilla - La Mancha: 47
millones de euros (un nueve por ciento más que la pasada
campaña contra los incendios forestales) distribuidos en los
planes de prevención, detección y alarma y extinción;
- Extremadura: al menos 1,2
millones de euros para el convenio suscrito con las
Diputaciones Provinciales de Badajoz y Cáceres sobre
coordinación y colaboración de las mancomunidades;
- Galicia: al menos 10,22
millones de euros en materia de prevención y lucha contra
los incendios forestales;
- Comunidad de Madrid:30
millones de euros, un 8% más que el año anterior.
- Región de Murcia: 6 millones
de euros;
- Comunidad Valenciana: 76
millones de euros, un 3,75% más de lo que se destinó el año
pasado.
- País Vasco: al menos 1,6
millones de euros entre Álava y Vizcaya, sólo para la
gestión de los montes.
Aunque estas cifras parecen importantes, sin embargo, los
agentes consultados consideran que sólo en Aragón y La Rioja
los medios humanos son suficientes. También en el Principado
de Asturias si estuvieran mejor distribuidos. En cuanto a
los medios materiales disponibles para la vigilancia y
extinción de incendios forestales, pese al incremento
presupuestario de las Comunidades Autónomas, según los
agentes consultados, estos medios en la mayoría de los casos
son obsoletos, o inadecuados, o insuficientes,
particularmente:
- Los medios de vigilancia
aérea: en el Principado de Asturias, Canarias y País Vasco;
- Las aeronaves de extinción: en
Andalucía, Aragón, Principado de Asturias, Canarias,
Cantabria, Galicia y Región de Murcia;
- Las autobombas forestales en
Andalucía, Aragón, Baleares, Cantabria, Castilla y León,
Extremadura y Galicia;
- Las unidades ligeras en
Extremadura y Galicia;
- Los medios de comunicación en
Andalucía, Aragón, Baleares, Canarias, Extremadura, Galicia,
Comunidad de Madrid, Región de Murcia, Comunidad Valenciana
y País Vasco, y
- Las instalaciones en Baleares,
Castilla y León, Cataluña, Extremadura, Galicia, Región de
Murcia, Comunidad Valenciana y País Vasco.
Coordinación
En cuanto a la coordinación de actuaciones, cabe destacar
que por primera vez, el Gobierno Central ha puesto en marcha
un dispositivo que engloba a 13 Ministerios para la lucha
contra los incendios forestales, en coordinación con las
Comunidades Autónomas. Se trata de una iniciativa muy
positiva, de cuya real implementación habrá que hacer un
seguimiento riguroso y una evaluación posterior para que no
quede en meras buenas intenciones, y que sería conveniente
generalizar en el ámbito autonómico.
Hasta ahora, hemos podido comprobar que existe una gran
descoordinación en las labores de extinción de incendios
forestales, debido a las siguientes razones:
- No todas las Comunidades
Autónomas cuentan con un Protocolo de Actuación que
establezca las normas para el funcionamiento y la
organización correctos, eficientes y seguros en las tareas
de extinción de todos los colectivos que participan en las
mismas. Es el caso de Cantabria, Comunidad de Madrid,
Navarra, País Vasco (Álava) y Castilla - La Mancha. En el
caso de las Comunidades que sí cuentan con este protocolo,
su ejecución registra una serie de problemas comunes por la
descoordinación y falta de contacto en el terreno entre
distintos colectivos, la toma de decisiones por parte
personal no cualificado, el no cumplimiento de la cadena de
mando, la improvisación, o la competencia entre distintos
cuerpos y jerarquías.
- Existe, a su vez, una gran
descoordinación entre las Comunidades Autónomas que
comparten superficies forestales o espacios naturales.
- No está generalizado el Mando
Único
- Las comunicaciones no siempre
se unifican, y los medios de comunicación adolecen de graves
carencias en muchos casos.
Prevención de
riesgos laborales en tareas de extinción
En general hemos podido comprobar que la situación en
materia de prevención de riesgos laborales asociados a las
tareas de extinción de incendios dejan bastante que desear
en el caso de los agentes forestales, y más aún en el del
personal contratado temporalmente por las empresas para las
tareas de vigilancia y extinción a través de los retenes.
Por ejemplo, sólo se ha realizado el Mapa de Riesgos
Laborales asociados a las labores de extinción para los
agentes forestales en los Territorios Históricos de Vizcaya
y Álava en País Vasco. En Madrid, existe pero no se ha
aplicado. Además, los agentes no han recibido información ni
formación en materia de prevención de riesgos laborales
asociados a las tareas de extinción en las Comunidades
Autónomas de Baleares, Canarias, Madrid y País Vasco. En
Extremadura los agentes han sido informados pero no han
recibido formación específica en la materia.
También es muy preocupante que los agentes no dispongan de
EPI (Equipos de Protección Individual) homologados y en
perfectas condiciones en Andalucía, Aragón, Cataluña,
Extremadura, Galicia, Madrid, Región de Murcia, Comunidad
Valenciana, y Guipúzcoa y Álava en País Vasco.
Por otro lado, las contrataciones temporales del personal de
las brigadas de extinción o retenes por parte de las
empresas se vienen realizando demasiado a menudo sin
convenios, sin apenas formación para los contratados, que
carecen de la necesaria profesionalidad y eficacia, y a los
que demasiado habitualmente no se les dota de equipamiento
adecuado, lo que, sumado al elevado grado de desconocimiento
de las normas y funcionamiento que sufren, condiciona una
elevada exposición a situaciones arriesgadas para estas
personas, que desarrollan un trabajo extremadamente
peligroso.
ISTAS
España
21 de junio del 2005