El insostenible papel

 Desde la invención del papel en la antigua China, su uso ha ido en un aumento constante. Un soporte que Occidente importó de Oriente. Pronto superó al papiro y comenzó a diversificarse hasta alcanzar los más variados sectores industriales. Hoy, el consumo de celulosa tiene consecuencias que suponen una deforestación consecuente y consentida. Cientos de hectáreas son taladas y replantadas cada día en un proceso que se retroalimenta desde los bosques a la industria. Y muchas veces desde la impresión a la papelera. El reciclaje todavía es una solución cara y, por ello, poco interesante.
 

Los bosques aparecen y desaparecen a los ritmos que marca el consumo. Además, las plantaciones de especies como pinos y eucaliptos no suponen un freno a un fenómeno que tiene en la pérdida de la biodiversidad su más preocupante destino. Las empresas plantadoras justifican socialmente el aumento de la producción de celulosa: la alfabetización, el acceso a la información escrita y a una mejor calidad de vida. La realidad es diferente y, como el consumo, no es igual en todos sitios: el norte sigue explotando al sur.

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25-02-2004

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Mientras los Estados Unidos y Japón tienen un consumo per cápita de papel de 330 y 230 kilos al año, países exportadores de celulosa como Chile, Sudáfrica, Brasil e Indonesia muestran unas cifras de 42, 38, 28 y 10 kilos respectivamente. Consumidores y exportadores mantienen unas relaciones de abastecimiento que poco influyen en las necesidades reales de la población.

 

El uso final del papel también desmiente algunos supuestos iniciales. Alrededor del 40 por ciento de la producción mundial es utilizado para embalaje y envoltura, frente al 30 por ciento destinado a ser soporte de escritura o impresión. Incluso este último aspecto es matizable. En Estados Unidos, el 60 por ciento del espacio de las revistas y periódicos está reservado para la publicidad al tiempo que la tirada anual de diversos folletos, catálogos y material publicitario asciende a unos 52.000 millones de unidades. Productos de corta vida y escasa utilidad que denotan un consumo excesivo e injustificado.

 

Los avances informáticos no han frenado el consumo actual de papel. El soporte digital no cubre todas las necesidades y su alcance es menor. El nivel de alfabetización se mueve lejos del número de hectáreas de las nuevas plantaciones. El uso de la celulosa se orienta hacia fines meramente comerciales en la mayoría de los casos. La rentabilidad económica se enfrenta de nuevo a la sostenibilidad ambiental. La demanda de papel se impone en una sociedad que sigue apoyándose en una planteamiento insostenible.

 

Justo Pérez

CCS. España

Convenio La Insignia / Rel-UITA

26 febrero del 2004.

  

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