La infancia, principal víctima de la degradación ambiental

 

Recién iniciado el siglo XXI, parece imposible que uno de los factores de mortalidad más importantes ente los niños y niñas menores de 5 años sea el entorno en el que viven. Sólo el 10% de la población mundial son niños menores de cinco años, pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que ese grupo de edad sufre el 40% de las enfermedades relacionadas con el medio ambiente. El organismo internacional acaba de publicar el primer atlas sobre salud infantil y medio ambiente, presentado durante la celebración de la Cuarta Conferencia Ministerial Europea sobre Salud y Medio Ambiente, en Budapest (Hungría).

 

 

"Los niños son quienes más sufren los peligros ambientales. Es inaceptable desde todos los puntos de vista que los miembros más vulnerables de la sociedad sean quienes paguen el precio de la incapacidad para proteger a la salud frente a los peligros medioambientales", ha declarado el Dr. Lee Jong-Wook, Director General de la OMS. "Es una llamada de atención para nosotros y para el mundo entero. La cifra de defunciones infantiles es alarmante. Refleja una funesta imagen de desatención. Tenemos que afrontar la realidad y actuar de inmediato para que el futuro sea brillante y sostenible", ha declarado la Dra. Kerstin Leitner, Subdirectora General de la OMS para Desarrollo Sostenible y Ambientes Saludables.

 

Cada año mueren más de tres millones de menores de cinco años en todo el mundo, incluyendo en esa cifra las muertes causadas por el agua y el saneamiento insalubres, la contaminación del aire en exteriores e interiores, el cambio climático y el paludismo. La ingestión de sustancias potencialmente venenosas es más abundante en el caso de los niños, el peligro que presentan en ellos es relativamente mayor a causa de su peso y, en la mayoría de los casos, especialmente en las zonas más peligrosas, que son también las más desfavorecidas, el seguimiento y control de las andanzas de los niños por parte de los padres es muy pequeño. Los niños aprenden a descubrir el mundo por su cuenta, pero desconocen los lugares donde no deben acercarse, qué desechos no deben tocar o llevarse a la boca, y su naturaleza curiosa les impulsa hacia lo novedoso, aproximándoles a enclaves degradados en los que no hay adultos, y a sustancias contaminadas o corrosivas. De ahí derivan las consecuencias, hasta ahora no tomadas en cuenta, que tienen sobre los niños el agua y el aire, la falta de saneamientos, los insectos que transmiten enfermedades, los productos químicos y el ruido. Las enfermedades relacionadas con el entorno pueden causar diarreas, enfermedades respiratorias, malaria y lesiones derivadas de accidentes. Además de las muertes, muchos niños se ven disminuidos de por vida por esas enfermedades, y desarrollan problemas crónicos relacionados con el medio ambiente, desde alergias hasta discapacidad mental o física.

 

Algunos de los datos presentados en el atlas son los siguientes:

 

  • El agua contaminada produce diarrea, que mata a unos 1,8 millones de personas en todo el mundo; de ellos, 1,6 millones son niños menores de cinco años. También es responsable de muchas otras enfermedades, como cólera, disentería, fiebre tifoidea y diversas enfermedades parasitarias.

  • El 86% de las aguas residuales urbanas de América Latina y el Caribe y el 65% de las de Asia se vierten sin tratar en ríos, lagos y mares.

  • El río Ganges recibe cada minuto 1,1 millones de litros de aguas residuales sin tratar, que resulta especialmente alarmante si tenemos en cuenta que en 1 gramo de heces vertidas en esas aguas puede haber 10 millones de virus, un millón de bacterias, 1000 quistes de parásitos y un centenar de huevos de helmintos, causantes de enfermedades como diarrea, cólera, disentería, fiebre tifoidea, helmintiasis y tracoma.

  • Aproximadamente un millón de niños muere cada año a causa de enfermedades provocadas por la contaminación del aire en sus propias casas. En más del 75% de los hogares de Asia y África se utilizan combustibles sólidos como madera, estiércol, carbón o restos vegetales cuyo humo, inhalado por los miembros de la familia, provoca o agrava en ellos diversas enfermedades respiratorias.

La Declaración del Milenio de las Naciones Unidas pide a los gobiernos que reduzcan en dos tercios la mortalidad de los niños y niñas menores de cinco años antes del final de 2015. Vistos los números, ésta puede resultar una de las metas más ambiciosas. Para abordar las amenazas ambientales se requiere un enfoque coordinado y la participación de diferentes sectores como salud, educación, vivienda, energía, agua y planificación, así como la estrecha colaboración de las familias y su participación activa. La creación de un entorno saludable para niños y adultos es la estrategia menos costosa y más eficaz, como la mayoría de las medidas de prevención que, en este caso exige un exacto conocimiento de la situación, educación medioambiental básica, respeto por la infancia y compromiso político.

 

Arancha Desojo*

Agencia de información Solidaria

2 de julio de 2004

 

 

 * Farmacéutica y experta en cooperación sanitaria.

 

 

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