Cuando los consorcios o empresas constructoras hablan
de "represas" sostienen que éstas permitirán brindar y
asegurar energía para el progreso de las comunidades locales
y/o regionales, pero nada dicen de los desastres ambientales
o ecológicos que tales proyectos entrañan, como la
destrucción de la biodiversidad, original y genuina fuente
de la energía necesaria para el desarrollo sustentable de la
humanidad.
No existe la menor duda en cuanto a la necesidad de
ciertas clases y cantidades de energía para el desarrollo de
la ciencia, de la técnica y del confort humano, pero el
concepto de calidad y amplitud de progreso que sostienen y
profesan las transnacionales es el de obtener energía con la
máxima rentabilidad al menor costo posible, sin importar las
consecuencias.
Los pueblos nativos, los campesinos, algunos
sindicatos, los movimientos ecologistas, algunas iglesias y
muy distintos sectores de la sociedad luchan todos los días
a favor de un progreso y un desarrollo justo, equitativo,
sostenible y armónico, que incluya la preservación de la
naturaleza para las generaciones venideras.
El veredicto de Misiones
En Misiones, Argentina, en una consulta popular
obligatoria y vinculante llevada a cabo en abril de 1996, la
población rechazó abrumadoramente (88 por ciento de los
votantes así lo hicieron) la construcción de la
hidroeléctrica de Corpus. La mayoría de los partidos
políticos locales lucharon para defender a la provincia del
avasallamiento del federalismo que se proclamaba el Estado
central.
Sin embargo, el actual gobierno provincial (casi los
mismos gobernantes que en 1996) ha dado la espalda a aquella
voluntad popular. Tanto los partidos políticos tradicionales
como el recién nacido Frente Renovador (fuerza gobernante en
Misiones, escisión del Partido Justicialista) y funcionarios
de dudosa ubicación ideológica han demostrado un total
desconocimiento de asuntos ecológicos.
Raúl Bregagnolo, de la Red de Asociaciones Ecologistas
de Misiones, formuló un inventario de las mentiras sobre las
que se apoya el argumento neoliberal oficialista en favor de
la represa. Son cuatro:
Primera mentira: generación de energía barata
Es muy claro que la producción de Corpus estará
destinada al mercado brasileño, debido a que no hay otro
demandante en la región capaz de absorber semejante cantidad
de energía. Pero no debemos confundir desarrollo regional
con el desarrollo de Brasil, que ya tiene la demanda
energética equivalente a "un Corpus por año" aunque sigue
exigiendo la urgente construcción de todas las posibles
generadoras de electricidad para saciar su hambre de
"crecimiento".
La energía generada en Corpus sería en 60 ciclos y
Argentina trabaja en 50. Hacer la transformación tiene
costos elevados que el capital privado no estaría dispuesto
a pagar. En consecuencia, lo de "energía barata" resulta una
verdadera mentira. Más, si pretenden ese tipo de "desarrollo
industrial", teniendo en cuenta que Misiones no es
industrial, ni podrá serlo jamás, salvo que se sigan
sacrificando sus recursos naturales y humanos, como lo están
haciendo actualmente las industrias forestopapeleras.
Misiones no puede tener industrias contaminantes, su
topografía y recursos naturales no lo permiten. Asumamos de
una vez que esta provincia tiene todo como para que con
adecuadas políticas se pueda vivir de una actividad
turística no contaminante (evitando ese turismo depredador
que hoy se ha lanzado sobre ella).
Segunda mentira: las regalías
Se sabe, por un cálculo que relaciona la energía
facturada con el tiempo, que las regalías que dejaría Corpus
a Misiones serían, como máximo, de 34 millones de dólares al
año. Claro que una vez que la represa esté funcionando a
pleno y siempre y cuando Paraguay no reclame su parte. Si
esa cifra, que supone unos 2,8 millones de dólares al mes,
se reparte entre los 75 municipios de la provincia, a cada
uno le corresponderán monedas. Por otro lado, ¿qué garantías
tiene Misiones de cobrar esas "monedas de Judas"? Y, si se
perciben, ¿quién asegura que serán destinadas a la población
y no a otros oscuros destinos? Con estos menguados ingresos,
¿se justifica sacrificar los recursos generados por el
turismo, que se perderían por la inundación de zonas del
territorio provincial? Sin considerar los problemas de salud
que produciría la represa, que pasarían a ser un gasto
extra.
Tercera mentira: la creación de mano de obra
“Se dijo que en el pico de la obra estarían trabajando
7.000 operarios y que el promedio durante toda la
construcción sería de 500 personas”, comenta Bregagnolo.
Pero enseguida el militante ecologista desmiente esos
vaticinios. “A Paraguay también le corresponde parte de la
mano de obra, por lo cual no las autoridades de Misiones no
deben crear la ilusión de que los puestos de trabajo serían
todos para los misioneros. Además, el consorcio constructor
traerá la mano de obra especializada (ingenieros, técnicos,
arquitectos, directores de obra), así como también los
choferes de grúas, camiones Terex, topadoras. La mano de
obra que se ocuparía localmente sería para trabajos pesados,
con mayor riesgo e insalubres”. Por otra parte, los puestos
de trabajo creados serían de corta duración, ya que el
consorcio que promueve Corpus tiene intención de utilizar
equipamientos que les permitan acortar los tiempos de
construcción de la represa. El estado provincial deberá
luego hacerse cargo de la mano de obra que quedará
desocupada.
Cuarta mentira: los argumentos de los políticos
La falta de seriedad de los intendentes, concejales,
diputados, gobernantes e instituciones que apoyan la
construcción de la represa, y que no han hecho oídos sordos
al pronunciamiento popular de 1996, es patente.
Bregagnolo confía en que la movilización popular eche
por tierra el proyecto. “Ningún capital privado –apunta–
haría una inversión tan grande en una obra que es rechazada
por la población de la región donde estaría insertada. Ya se
tuvieron que descartar, para el emplazamiento de Corpus y
como consecuencia de la presión popular, su construcción en
Itacuá y en todo el río Paraná. Para descartar las tres
posibilidades que aún se manejan, ¿se tendrán que llevar a
cabo tres plebiscitos? Los gobernantes no pueden ser tan
irrespetuosos del pueblo al que se deben servir”.
El impacto ambiental previsible
En caso de que se construyera la represa, el impacto
ambiental sería enorme:
-
se formaría un gran embalse continuo al de Yacyretá, perdiendo
definitivamente el Alto Paraná su característica de río,
agravándose aun más la merma de peces como dorado,
surubíes y otros de irremplazable valor para el trabajo y
la economía de todo el litoral argentino.
-
se violarían derechos humanos básicos de las comunidades locales,
incluyendo decenas de familias indígenas tales como los
Mbyá-Guaraní, que habitan en una de las zonas que sería
inundada por la megarrepresa. "El derecho a la vida
–concluye Bregagnolo– sería amenazado por la propagación
de enfermedades hídricas como la esquistosomiasis y la
malaria".
Domingo López y Raúl Aramendy
CEMEP-ADIS
5 de julio de 2004