La
deforestación progresiva de los bosques nativos y de
las áreas silvestres protegidas, así como el avance de
la producción de soja transgénica y el uso
indiscriminado de agrotóxicos son los problemas
ambientales más graves que afronta Paraguay, destaca
un informe del Comité de Iglesias para Ayudas de
Emergencia (CIPAE).
En su balance 2004, la organización no
gubernamental destaca también que se registraron
hechos positivos. Subraya en ese sentido la sanción de
la ley 2524/04 de Deforestación Cero, que propicia la
protección, la recuperación y el mejoramiento de los
bosques nativos en la región oriental del país,
amenazados por los explotadores de madera y los
productores sojeros, así como la decisión de la
Secretaría del Ambiente (SEAM) de suspender por un año
la emisión de permisos de exportación y guías de
traslados comerciales de la vida silvestre.
Pero sin duda una de las grandes victorias en
material ambiental y en derechos humanos registradas
en 2004 se dio en el plano judicial, cuando luego de
casi seis años de lucha los pobladores de la localidad
de Rincón’í ganaron el juicio que habían entablado en
1999 contra la transnacional Delta&Pine. Esa empresa
fue encontrada responsable de haber arrojado más de
600 toneladas de semillas vencidas en un predio de
este pequeño poblado localizado en el departamento de
Paraguari, hecho que produjo la mayor catástrofe
ambiental conocida en la historia nacional.
Nery Guzmán Rivas, asesor de Delta&Pine en
Paraguay, fue condenado a dos años de prisión como
responsable directo del hecho, mientras Julio César
Chávez, propietario del predio en donde fueron
depositados los desechos, recibió una sanción de un
año y tres meses en tanto cómplice por el delito de
contaminación. La pena de prisión quedó suspendida por
el lapso de tres años a prueba.
Por otra parte, la familia de Silvino Talavera,
un niño de 11 años muerto en el departamento de Itapúa
a causa de la fumigación de un campo de soja, ganó el
juicio que emprendió contra productores alemanes
encontrados responsables de ese hecho. El chico había
sido literalmente fumigado cuando pasaba a metros de
la plantación perteneciente a esos productores. Luego
de unos días, Silvino enfermó y finalmente murió. Su
familia ganó el juicio oral en primera instancia y los
productores fueron condenados a pagar unos 8 mil
dólares para evitar cumplir penas carcelarias de entre
uno y dos años. Aunque la suma resulta irrisoria vista
la gravedad del caso, se trató del primer juicio de
esta naturaleza en que los causantes del daño
resultaron condenados.
Sin embargo, estos logros siguen siendo opacados
por las continuas extracciones descontroladas e
ilegales de rollos de los parques nacionales y de los
bosques nativos, así como por los constantes
accidentes con agroquímicos debido a la fumigación
irracional de la soja o por la falta de control en el
transporte de estos elementos, muchos de ellos
altamente tóxicos para la salud humana.
Según el documento del CIPAE, investigadores de
la unidad penal ambiental del SEAM corroboraron la
gigantesca devastación de bosques y tráfico de rollos
en las propiedades de Ible Paraguaya pertenecientes a
una familia brasileña. En el lugar se habrían
depredado más de 20 mil hectáreas de bosques.
Entre 2002 y 2004 se han perdido en promedio 130
mil hectáreas de bosques anuales. El proceso de
deforestación se incrementó desde 1989, llegando a 300
mil hectáreas en un solo año.
"El contrabando de productos forestales al Brasil
puede durar cuanto menos unas horas de viaje, pero los
rollos de las especies nativas llevan de 40 a 80 años
de desarrollo”, señala el documento.
.
El tráfico ilegal de rollos de madera sigue
siendo una constante, ante la “vista gorda” de los
funcionarios de los entes encargados de controlar esa
comercio, subraya el documento. En un caso ventilado a
fines de marzo último en la Reserva Ecológica
Capiibary estaban involucrados militares, según
denunció la Mesa Coordinadora Nacional de
Organizaciones Campesinas. Otros uniformados, al igual
que algunos grupos campesinos, habrían sido a su vez
responsables de la deforestación de 3.307 hectáreas
del área boscosa de la misma reserva.
Autoridades encargadas de impedir el tráfico
ilegal de especies vegetales aparecen sin embargo
involucradas en el mismo.
Sólo en el departamento de Boquerón, en la región
occidental del país, la tala ilegal mueve unos 6
millones de dólares por año, sin tener en cuenta la
masiva explotación de la madera en el departamento del
Alto Paraguay ni las exportaciones.
En la misma época en que se dieron a conocer
estas denuncias, la Federación Paraguaya de Madereros
dio cuenta de que en 2003 Paraguay importó madera por
casi 12 millones de dólares. Este país,
"tradicionalmente reconocido por la producción y
procesamiento de madera, ahora debe recurrir a la
importación de ese producto para abastecer a las
industrias locales”, expresa el informe del CIPAE.
Este hecho refleja, una vez más, la salvaje y
descontrolada depredación de los bosques nativos, a
tal punto que ni siquiera resta madera para el consumo
interno, indica el texto.
El Informe 2004 hace también referencia a la
situación del Acuífero Guaraní, uno de los tres más
grandes del planeta y sobre el cual Paraguay sostiene
que no es patrimonio de la humanidad sino de los
países que abarca el reservorio (los cuatro
integrantes del Mercosur). El CIPAE destaca que en
2004 cinco localidades del departamento de Itapúa se
comprometieron, a instancias de la SEAM, a implementar
un proyecto piloto de protección ambiental y
desarrollo sostenible del suelo del área donde se
encuentra el acuífero. Estas localidades están
ubicadas en una zona netamente agrícola-ganadera, de
alto impacto ambiental por el cambio de uso de suelo.
“Las poblaciones y autoridades locales del área
del Acuífero Guaraní deben entender la importancia del
cuidado de dicha reserva subterránea de agua, que está
actualmente amenazada por el fantasma de la
deforestación, un factor que podría llegar a ocasionar
un grave daño a la calidad del agua subterránea”,
indicó el ingeniero uruguayo Daniel García Segredo,
coordinador del proyecto Acuífero Guaraní a su paso
por Asunción. El uso indiscriminado de agrotóxicos es
otro factor que podría afectar seriamente a esa
reserva, señaló.
La liberación de la soja transgénica, una medida
que está a estudio del Ministerio de Agricultura de
Paraguay, fue también centro del interés del informe
del CIPAE. Entidades ambientalistas se oponen a ese
proyecto, por los peligros que puede acarrear esa
producción a la salud humana, tal como lo advirtió el
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
al destacar que los genes modificados pueden pasar
descontrolada-mente de una especie a otra. Esas
asociaciones pidieron mantener la prohibi-ción en el
país de la soja genéticamente modificada y el
etiquetado obligatorio de alimentos elaborados con
productos transgénicos.Sin embargo, el 80 por
ciento de los cultivos de la oleaginosa en Paraguay ya
es transgénica. Las presiones ejercidas sobre el
gobierno por los productores sojeros y por
transnacionales como la Monsanto hacen temer que esa
proporción aumente en los próximos tiempos.
El uso desmedido de agrotóxicos ha producido en
2004 serios estragos tanto sobre el medio ambiente
como sobre la salud de los agricultores que sufren la
condena de deber convivir con las extensas
plantaciones de soja transgénica existentes en todo el
país. A principios del año pasado, dos campesinos
murieron en enfrentamientos con la policía cuando
intentaban impedir la fumigación de un campo de soja
perteneciente a un productor brasileño en la colonia
de Ypekua, en el departamento de Caaguazú.
A su vez , el 11 de noviembre último el vuelco de
un camión que circulaba a gran velocidad con 21 mil
litros de agroquímicos fosforados por poco causa una
catástrofe ecológica en plena zona urbana y comercial
de la ciudad de Capiatá, en el departamento Central.
El líquido derramado (unos 600 litros) habría ido a
parar al arroyo Capiatá, que alimenta el lago
Ypacarai.
La peligrosa carga iba transportada sin ningún
tipo de medida de seguridad ni control. Los
agrotóxicos en cuestión, de origen chino y que están
prohibidos en diversos países, entre ellos Brasil,
todavía se utilizan en Paraguay.
“Los pesticidas órgano-fosforados que se
esparcieron son absorbidos por el cuerpo humano por
todas las vías y especialmente a través de la
inhalación. Incluso se consideran sustancias
cancerígenas a largo plazo”, destaca el informe del
CIPAE.
En otro orden, el documento indica que, como
parte de los esfuerzos realizados para combatir el
contrabando de especies protegidas, a fines de marzo
unas 5.100 ranas de tres especies chaqueñas fueron
incautadas por la SEAM en el aeropuerto internacional
Silvio Pettirossi cuando estaban a punto de ser
embarcadas hacia Estados Unidos, donde iban a ser
comercializadas como mascotas.
En diversas intervenciones, la SEAM y la Fiscalía
del Ambiente decomisaron asimismo al menos 55 mil
pieles de animales silvestres, cuyo valor superaría
los 2 millones de dólares. Se trató de la incautación
más grande de pieles silvestres realizada en el país.
También en 2004, el fiscal del Medio Ambiente,
Ricardo Mello Faella, constató que la mayoría de los
propietarios de terrenos que lindan con el lago
Ypacarai habían alambrado la zona de las playas, que
forman parte de la franja costera de dominio público.
En algunos casos, los alambrados llegaban hasta las
aguas.
La Fiscalía del Medio Ambiente comprobó por su
lado el daño ecológico ocasionado al arroyo Naranjo
por parte de propietarios de terrenos ribereños que
represaron parte de las aguas para uso particular.
En Asunción, Rosalía Ciciolli
© Rel-UITA
27 de enero de 2005