Uruguay

CONTAMINACIÓN CON PLOMO

La sociedad se organiza desde el pie

 

La pasada semana la Comisión “Vivir sin plomo” y la Policlínica de Contaminantes Químicos Ambientales del hospital pediátrico Pereira Rossell, organizaron en la Intendencia de Montevideo, Uruguay, el 1er. Encuentro Social que reunió a profesionales de diversas disciplinas, militantes ambientalistas de base, sindicalistas, víctimas de la contaminación y periodistas.

   

 

El objeto del Encuentro fue analizar los “Impactos y respuestas sociales frente a la contaminación por plomo en Uruguay”. En enfoque no sólo fue pluridisciplinario, sino también múltiple, esto es, desde las diversas posiciones que implica este conflicto ambiental. Esta amplitud confirió a la actividad una gran riqueza conceptual, así como una novedosa metodología que augura nuevos encuentros.

 

La exposición de la pediatra Elena Queirolo, responsable de la Policlínica de Contaminantes Químicos Ambientales del Pereira Rossell (CHPR), aportó un contexto general de los aspectos científicos de la contaminación e intoxicación con plomo. Queirolo analizó también algunos aspectos sociales y económicos del problema y evaluó la respuesta del Ministerio de Salud Pública ante la emergencia. Su conclusión fue que se reaccionó tarde y con dificultades de comprensión del tema, aunque cuando se adoptaron decisiones la acción generada sobre el lugar donde se hallaron los primeros casos de contaminación (en el barrio montevideano de La Teja) fue bastante importante: se realizaron más de 7 mil exámenes de sangre a niñas y niños de hasta 12 años y a mujeres embarazadas, se creó la Policlínica y se establecieron criterios de acción. No obstante, Queirolo señaló que la presión de la población organizada fue determinante para desencadenar la acción oficial, que ésta quedó restringida casi exclusivamente a las áreas donde la gente reclamó atención organizadamente, siendo que la contaminación con plomo está en todo el país, que no se hallaron canales adecuados y sostenibles de relación entre la comunidad y las instituciones de salud y que algunos de los criterios adoptados por las autoridades sanitarias deberían ser revisados, como por ejemplo el que determina que sólo aquellos niños con más de 20 microgramos de plomo por decilitro de sangre sean considerados contaminados, cuando la recomendación más actualizada se refiere a 10 microgramos y en franca tendencia a la baja.

 

Daniel Renfrew, por su parte, candidato al doctorado en Antropología Social por la Universidad de Binghamton, State University of New York, que está desarrollando su tesis sobre la contaminación con plomo en Montevideo, brindó un ilustrativo pantallazo de la lucha que tuvo lugar en Estados Unidos sobre este tema. Citando documentos que probaron la insensibilidad de los industriales que sabían que incluir plomo en las naftas sería transformarlo en un contaminante universal, y también exhibió cuadros y gráficas donde se analizaba la relación directa entre la eliminación del plomo de los combustibles y el descenso constante de la media de plomo en sangre de la población estadounidense. Así, en menos de 20 años, ese país logró bajar de casi un promedio de 20 microgramos por decilitro de sangre a menos de 3 microgramos a nivel nacional. En Estados Unidos fueron tomadas otras medidas importantes como la eliminación del plomo en las pinturas y otros compuestos industriales de uso doméstico.

 

En el panel “Niñez y adolescencia: desarrollo, aprendizaje y conducta”, la maestra Elena Viana, directora de la Escuela No. 149 (de “Contexto Crítico Vulnerable”, según el eufemismo en boga) recordó los factores agravantes de los efectos de la contaminación en el caso de los niños más pobres, las dificultades curriculares y de comportamiento que el sistema escolar debe enfrentar en estos casos, con escasa información y capacitación al respecto. La maestra ortofonista Liliana Althabe, ex directora de la Escuela de Sordomudos, sorprendió al público confesando que se enteraron por las organizaciones sociales de que la contaminación por plomo puede ser una de las causas de hipoacusia, ya que en su formación profesional nunca figuró entre las razones de la sordera.

 

Los psicólogos Marta Imperial y Nelson de León, de la Policlínica de Contaminantes Químicos Ambientales del CHPR, detallaron algunos de los diversos problemas que identifican cuando trabajan con las familias de los niños, casi siempre afectivamente desbordadas por las implicancias del problema.

 

Por otra parte, se presentaron varios testimonios de vecinos de La Teja, del Cerro y de otros barrios que ilustraron acerca de las enormes dificultades que encuentran a la hora de buscar un apoyo oficial, ya sea para el traslado de sus viviendas o para el seguimiento adecuado de los niños contaminados ya que las policlínicas barriales no asumen el problema del plomo.

 

En el panel “Trabajo y Riesgo”, Julio Brunini y Julio López, integrantes de la Federación ANCAP, el sindicato de la empresa estatal de combustibles, declararon que se sentían responsables de parte de la contaminación por trabajar en la empresa que durante tantos años introdujo el plomo en la nafta. Recordaron que apenas comprendieron la envergadura del problema se sumaron a la movilización social para reclamar cambios en la metodología productiva de los combustibles, y anunciaron que el sindicato se mantendrá alerta contra todo tipo de contaminación. Denunciaron la sustitución por parte de la empresa del tetraetilo de plomo por el MTBE, un poderoso cancerígeno que se ha dejado de usar en muchas partes del mundo, y que por ejemplo en Estados Unidos está en vías de sustitución después de una polémica de años que probó la peligrosidad del MMTBE. Señalaron que este producto puede ser sustituido ventajosamente por el etanol, que se puede obtener a partir de la fermentación de distintos vegetales, y que esta opción, además implicaría una cuota importante de trabajo y actividad productiva para un sector agrícola en caída libre como el uruguayo.

 

Finalmente, el presbítero y profesor de Ética, Omar França, el arquitecto José Camarda y el diputado Ramón Legnani intervinieron cada uno desde su área específica: la ética social y el ambiente, la vivienda y la programación social y los aspectos legislativos de la prevención de la contaminación con plomo.

 

Carlos Pilo, vecino de La Teja, integrante de la Comisión Vivir sin Plomo y distinguido con el “Premio Ambiental de Montevideo, 2004”, otorgado por el Grupo Ambiental Montevideo, cerró el evento llamando la atención acerca de que es mucho más lo que queda por hacer que lo que se ha hecho, y que la única garantía de permanencia del tema entre las preocupaciones de la sociedad, los medios y los ámbitos oficiales es la movilización popular. “Sin ella nada es posible”, aseguró.

 

Finalmente, y aunque no se llegó a consolidar en esta ocasión, quedó planteada la posibilidad de estructurar una coordinación entre las instituciones y personalidades que participaron del Encuentro.

 

 

Carlos Amorín

© Rel-UITA

30 de setiembre de 2004

 

 

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