El inmenso
humedal Esteros del Iberá, en el noreste
argentino, es objeto de una polémica entre
intereses conservacionistas y empresariales, con
actores privados y públicos repartidos en los
dos bandos.
La punta del iceberg de esas tensiones apareció este mes,
cuando el Superior Tribunal de Justicia de la
provincia de Corrientes ordenó demoler de
inmediato un terraplén de 27 kilómetros
construido sin estudio de impacto ambiental por
empresarios forestales en la Reserva Natural
Esteros del Iberá. La reserva, creada en
1983, está conformada por 13.000 kilómetros
cuadrados de lagunas poco profundas, bañados,
pastizales, selvas y palmares que son hábitat de
125 especies de peces, 40 de anfibios y 60 de
reptiles, además de 344 de aves.
También allí viven mamíferos como el aguará-guazú (Chrysocyon
brachyurus), voz guaraní que significa "zorro
grande", y dos especies en peligro de extinción:
el lobito de río (Lontra longicaudis), pariente
de la nutria, y el venado de las pampas (Ozotoceros
bezoarticus), un tipo de ciervo sudamericano.
Pero cerca de 60 por ciento de la reserva está en manos
privadas y 90 por ciento de esa porción
corresponde a suelos no inundables. Sus
propietarios se dedican a la ganadería, la
forestación y el cultivo de arroz y pasturas. El
40 por ciento restante, bajo dominio público,
está bajo agua. Esto ha provocado que los
productores estén a la defensiva por temor a que
se restrinja la actividad económica y a que los
ecologistas reclamen el fortalecimiento del
control estatal de una zona única, dinámica y
frágil.
Pero en el bando de los ambientalistas milita The
Conservation Land Trust (conocida por la
sigla CLT), una organización fundada en
1992 por el millonario estadounidense Douglas
Tompkins, que está adquiriendo tierras en la
zona con el declarado fin de donarlas al Estado
y ampliar el área protegida de Iberá. "Ya
se adquirieron 130.000 hectáreas, pero no se van
a donar hasta que no se garantice la
preservación", dijo a Tierramérica la bióloga
Sofía Heinonen, directora del Proyecto de
Conservación de los Esteros de CLT.
"Esperamos hacerlo en menos de 20 años", añadió.
Mientras, CLT fomenta actividades para crear
conciencia en la población local y fortalecer a
las instituciones que deben controlar la
reserva. En ese marco, apoyaron la acción
judicial iniciada en 2005 por un poblador contra
la construcción ilegal del terraplén. Bruno
Leiva, oriundo del Paraje Yahaveré,
denunció a la empresa Forestal Andina por
construir una muralla de un kilómetro sobre los
esteros, sin estudio de impacto ambiental. La
justicia ordenó derribarlo, pero el proceso de
apelaciones siguió y la obra también.
"La zona es muy baja y el terraplén hace que no haya agua o
que se inunde mucho más que siempre", explicó
Leiva a Tierramérica. "En el paraje somos 14
familias y si no me hubiera presentado yo, lo
habría hecho cualquier otro porque nos están
acorralando", aseguró. Cuando el litigio llegó
al máximo tribunal que falló este mes, el
terraplén tenía ya 27 kilómetros de extensión.
El Instituto Correntino del Agua y el
Ambiente (ICAA), con poder de control
y policía en la reserva, nunca le puso freno.
"Desde 2005 reclamábamos al ICAA que acreditara la
existencia de un estudio de impacto ambiental
por el terraplén y nunca lo hizo", dijo a
Tierramérica la abogada patrocinante de Leiva,
Patricia Mc Cormack, que trabaja como
asesoría jurídica de CLT. Por eso Mc
Cormack ha denunciado también a los
funcionarios de esa entidad por incumplimiento
de sus deberes de control. El dictamen fue
celebrado por las fundaciones Proteger,
Vida Silvestre y Ambiente y Recursos
Naturales, entre otras.
La abogada prepara más litigios contra otros terraplenes sin
estudios de impacto ambiental y contra
productores arroceros por contaminación del
humedal. "Toman agua de las lagunas sin permiso
de uso y sin abonar cánones obligatorios, y no
están sometidos al control del ICAA pese
a que utilizan químicos que afectan la calidad
del agua", aseguró. Las estrategias de CLT
son resistidas por Iberá Patrimonio de los
Correntinos, una organización de productores
agropecuarios que acusan a Tompkins de
llevar a cabo la "extranjerización" de las
tierras de Iberá.
"Trabajé 14 años en la Administración de Parques Nacionales,
y decidí incorporarme a CLT porque
conozco el antecedente de la donación que hizo
Tompkins de Monte León", dijo
Heinonen, en referencia a 62.000 hectáreas
que el filántropo compró y donó, en la austral
provincia de Santa Cruz. "Nada indica
segundas intenciones en el esfuerzo de
Tompkins. Su conducta fue demostrada en la
donación que hizo posible la existencia del
Parque Nacional Monte León", dijo a Tierramérica
el titular de la Fundación Proteger,
Jorge Cappato, activa en toda la región
litoral, extremo nororiental de Argentina.
"La actividad agropecuaria y forestal en esa región debe
responder a un ordenamiento territorial", añadió
Cappato. El problema es que algunas
empresas "quieren utilizar el lugar para
terminar plantando soja o eucaliptos dentro de
la reserva y eso no se puede permitir",
finalizó.
Marcela Valente
Tierramérica/IPS
25 de marzo de 2008