Los problemas de la nanotecnología |
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Las
nanotecnologías prometen beneficios de todo tipo,
desde aplicaciones médicas nuevas o más eficientes a
soluciones de problemas ambientales y muchos otros;
sin embargo, la mayoría de la gente todavía no sabe
de qué se trata. |
Las nanotecnologías son un conjunto de técnicas que se
utilizan para manipular la materia a la escala de átomos y
moléculas. Nano es una medida, no un objeto. A diferencia de
la biotecnología, donde "bio" indica que se manipula la
vida, la nanotecnología habla solamente de una escala.
Un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro. Para
comprender el potencial de esta tecnología es clave saber
que las propiedades físicas y químicas de la materia cambian
a escala nanométrica, lo cual se denomina efecto cuántico.
La conductividad eléctrica, el color, la resistencia, la
elasticidad, la reactividad, entre otras propiedades, se
comportan de manera diferente que en los mismos elementos a
mayor escala.
El oro se ve amarillo a simple vista mientras que las
nanopartículas de oro son rojas. El dióxido de titanio que
se usa desde hace décadas como protector solar y aditivo
alimentario es blanco, pero a nanoescala es transparente. El
grafito que encontramos en los lápices se compone solamente
de átomos de carbono y es muy blando, pero los mismos átomos
de carbono, estructurados como nanotubos (llamados fulerenos),
forman materiales más resistentes que el acero y mucho más
livianos.
Las aplicaciones más usadas comercialmente a escala mundial
son las nanopartículas –fabricadas para cambiar las
propiedades que tienen esos elementos a mayor tamaño o
combinarlas con otros materiales otorgándole nuevas
propiedades– y las nanocápsulas, pequeños contenedores de
sustancias para su liberación controlada, por ejemplo en
administración de medicamentos, cosméticos, o agrotóxicos,
que no se liberan hasta entrar en contacto con ciertos
tejidos en humanos, animales o plantas.
En el mercado ya existen cerca de 475 productos que usan
nanotecnología: protectores solares, cosméticos, aditivos
alimentarios, plaguicidas, textiles (por ejemplo en camisas
y pantalones), barnices, recubrimientos y membranas que se
aplican a artículos del hogar, chips electrónicos, sensores
y dispositivos para diagnóstico. La Fundación Nacional de la
Ciencia de Estados Unidos estima que en 2012 la mitad de la
industria farmacéutica se basará en la nanotecnología.
Pese a que la nanotecnología ya está ampliamente en contacto
con nuestra vida cotidiana, casi no existen estudios sobre
sus potenciales efectos negativos. Hay escasos estudios
sobre los problemas que podría acarrear en la salud y el
ambiente, y prácticamente ninguno en torno al impacto
político, militar y en las economías, sobre todo de los
países del sur.
Para tomar uno de los aspectos que más preocupan, veamos qué
se sabe respecto a los impactos en la salud.
En 1997 investigadores de la Universidad de Oxford y la
Universidad de Montreal mostraron que el dióxido de titanio
y el óxido de zinc usados como nanopartículas en la mayoría
de los bloqueadores solares producen radicales libres en las
células de la piel, dañando el ADN. Ambas sustancias se usan
hace décadas como protectores solares, pero debido a que son
blancos y opacos en su formulación de mayor tamaño sólo los
usaban quienes tenían más exposición al sol a causa de su
trabajo. Ahora, al ser transparentes, se ha generalizado su
aplicación.
El mismo efecto de producir radicales libres se observó en
cosméticos que usan nanopartículas (la mayor parte de las
cremas antiarrugas y otros cosméticos de efecto rápido),
convirtiéndolas en una contradicción en sí mismas, ya que
los radicales libres aceleran el envejecimiento de las
células.
L'Oreal, una de las empresas que más utiliza este sistema,
conoce estos efectos y alega que ha recubierto las
nanopartículas con otras sustancias, además de agregarles
factores que combaten los radicales libres que originan.
Imaginen el cóctel que uno se aplica en la piel.
En 2002, el Centro de Nanotecnología Biológica y Ambiental
de la Universidad de Rice, Houston, informó que las
nanopartículas se acumulan en los órganos de animales de
laboratorio (hígado y pulmones). Esto podría dar origen a
tumores, al igual que el daño del ADN. Los nanotubos,
similares a finísimas agujas, podrían clavarse en los
pulmones con efectos parecidos al que provoca el asbesto.
En 2003 en un estudio solicitado por el Grupo ETC, el
tóxico-patólogo Vyvyan Howard concluyó que el tamaño de las
nanopartículas, más que el material que las constituye, es
un riesgo en sí mismo porque aumenta exponencialmente su
potencial catalítico y el sistema inmunológico no las
detecta, pese a que atraviesan, por ejemplo, la barrera
sanguínea que rodea el cerebro, con efectos potencialmente
tóxicos por sí mismas o por lo que pueda adherirse a ellas y
pasar de polizón.
En 2004, Howard informó en una conferencia mundial sobre
nanotoxicidad que las nanopartículas se mueven de la madre
al feto por medio de la placenta. Ese mismo año un informe
presentado en la reunión de la Asociación Americana de
Química mostró que las nanoesferas de carbono disueltas en
agua, simulando un grado de contaminación ambiental común,
dañan el cerebro de los peces y provocan mortandad en pulgas
de agua.
Estamos ante la liberación masiva al ambiente, al cuerpo
humano, animal y vegetal, de partículas construidas
artificialmente para las que los organismos no tienen
ninguna prevención.
Silvia Ribeiro *
27 de setiembre de 2005
* Investigadora de Grupo ETC.