Ciudades que respeten el medio ambiente y energías
renovables son las alternativas para disminuir el
calentamiento global. Los bosques, mares y
ecosistemas están pidiendo a gritos un cambio en
nuestro modelo de desarrollo.
Este año 2005 que
concluye se inició la aplicación del Protocolo de
Kyoto, pero en la reciente Conferencia de Montreal
sobre el Cambio Climático se ha perdido una
oportunidad de frenar algunos de los efectos
irreversibles que están deteriorando nuestro
planeta. Todos los países, incluido EEUU, se
comprometieron en Montreal a combatir el
calentamiento del planeta, pero no se han concretado
fechas. Nos estamos quedando sin tiempo para ponerle
freno al calentamiento global.
Los activistas de Greenpeace instalaron un reloj de
arena de 4 metros de alto ante la sede donde
comenzaba la citada cumbre. Era su forma de recordar
a las delegaciones asistentes la falta de tiempo
para actuar contra la mayor amenaza al medio
ambiente de nuestros días. En Montreal se buscaba un
calendario para la adopción de nuevos compromisos de
reducción de emisiones, una vez concluya el periodo
cubierto por el Protocolo de Kyoto (hasta 2012).
La combinación de cambio climático regional y los
efectos de la deforestación, entre otros factores,
podrían convertir los bosques amazónicos en praderas
y hacer desaparecer glaciares y hielos polares antes
de que concluya este siglo. Las consecuencias de los
cambios sobre la biodiversidad, las poblaciones
indígenas y el desarrollo económico serían enormes.
La necesidad de un cambio en el mercado energético a
favor de energías renovables es urgente, no sólo
porque las reservas de combustibles fósiles se
agotarán, sino para reducir las emisiones de CO2 a
la atmósfera, causantes del efecto invernadero y de
la aceleración del cambio climático. Sabemos que las
reservas de energía almacenada bajo tierra son
finitas y su agotamiento producirá una gran crisis
energética. Se calcula que un 80% de la energía
primaria consumida en el mundo tiene su origen en
los combustibles fósiles y un 6,5% en los
combustibles nucleares. Al ritmo de consumo actual,
en el planeta queda petróleo para 40 años.
Las energías alternativas, como la eólica, la solar,
de las mareas, biomasa, etc. poseen menor intensidad
energética que los combustibles fósiles y resultan
más caras de producir. Separar un átomo de
hidrógeno, por ejemplo, de una molécula de agua,
exige más energía que la que proporciona el
hidrógeno liberado de esta forma. La energía nuclear
de fisión tiene un coste muy alto, no sólo porque se
basa en un combustible escaso, el uranio, sino
porque sus residuos alcanzan una vida media
radioactiva de varios miles de años. La energía de
fusión aún está lejos de poder disponer de un
reactor comercial. Para fusionar átomos de deuterio
o de tritio y deuterio se precisan temperaturas de
millones de grados y estos sistemas se encuentran
con problemas difíciles de resolver.
Otro de los desafíos medioambientales a los que nos
enfrentamos está relacionado con el crecimiento
demográfico. En los próximos 25 años, casi todo el
crecimiento tendrá lugar en las ciudades, en su
mayor parte en los países menos desarrollados. Para
2030, más del 60% de la población mundial vivirá en
zonas urbanas. Actualmente, uno de cada tres
habitantes de las zonas urbanas vive en barrios
marginales y son muy pocos los pueblos y ciudades de
todo el mundo en los que se protege y respeta el
medioambiente y se planifica un crecimiento
sostenible. Un proceso de urbanización tan rápido
plantea importantes problemas, como la pobreza, el
desempleo y la violencia.
Las ciudades consumen muchos recursos naturales,
generan grandes cantidades de desechos y emiten la
mayoría de los gases de efecto invernadero. Con
frecuencia degradan la calidad del agua local,
contaminan el medio ambiente marino y el aire, y
ocupan terrenos, devastando la diversidad biológica.
Crear ciudades respetuosas al medio ambiente es
posible, tenemos los conocimientos y tecnologías
necesarios. Los sistemas de transporte limpio, los
edificios eficientes desde el punto de vista
energético, el saneamiento seguro y el uso adecuado
del agua se pueden realizar hoy mismo, y en general,
de forma asequible para todos.
Las decisiones que los gobiernos, la industria y la
sociedad civil tomen en las próximas dos décadas son
cruciales. Para mantenernos por debajo de un aumento
de temperatura media global de 2ºC necesitamos
reducir las emisiones en un 50% para el 2050. Una
meta posible de alcanzar.
Junto al cumplimiento de los compromisos globales
adquiridos por los gobiernos, el consumo responsable
de la energía y el respeto a nuestro entorno verde
son la responsabilidad y la aportación de cada uno
de los habitantes del planeta.
María José
Atiénzar
CCS-España
3 de enero de 2006
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