De acuerdo con
información divulgada por el diario El País, el presidente para América
Latina de Stora Enso, Nils Grafström, y altos ejecutivos de la firma
sueco-finlandesa estarán entre el 4 y el 5 de setiembre en Durazno y
Tacuarembó para informar sobre su proyecto de instalar una nueva planta
de celulosa.
Según dicho medio de
prensa, el Intendente de Durazno, Carmelo Vidalín habría dicho
que "los gobernantes de la región centro vemos con muy buenos ojos la
posibilidad de instalación de una industria de estas características,
que generaría riqueza y desarrollo sustentable, preservando el medio
ambiente, del cual nosotros queremos ser sumamente cuidadosos".
Dichas declaraciones se
basan por supuesto en las afirmaciones que hace la propia Stora Enso
en cuanto a las bondades sociales, económicas y ambientales de su
proyecto. Sin embargo la experiencia de la fábrica de celulosa
Veracel -propiedad conjunta de Stora Enso y Aracruz y
operada por la primera- en el estado brasileño de Bahia demuestra
exactamente lo opuesto.
En efecto, el Grupo
Guayubira acaba de recibir una carta firmada por un conjunto importante
de "hombres, mujeres y jóvenes, trabajadores rurales y urbanos,
indígenas, ambientalistas, científicos, profesores y estudiantes" de esa
región brasileña, en la que denuncian "la situación de degradación y
miseria en que se encuentra la región del Extremo Sur de Bahia,
promovida por la empresa de celulosa, Veracel, una joint venture
de Stora Enso".
Dicha situación es el
resultado de los impactos sociales y ambientales derivados tanto de los
grandes monocultivos de árboles que la empresa ha estado estableciendo
desde hace años en esa región para disponer de la necesaria materia
prima, como de la propia fábrica de celulosa que empezó a operar en el
año 2005 con una producción anual de 900.000 toneladas de celulosa para
exportación.
En esa carta se dice
que "a lo largo de los años, Veracel originó antecedentes de
degradación al medio ambiente, concentración de tierra, expulsión de
miles de trabajadores del campo para las periferias de las ciudades,
causando grandes trastornos sociales y ambientales".
Hombres, mujeres y jóvenes, trabajadores rurales y
urbanos, indígenas, ambientalistas, científicos, profesores
y estudiantes" denuncian la situación de degradación y
miseria en que se encuentra la región del Extremo Sur de
Bahia, promovida por la empresa de celulosa, Veracel, una
joint venture de Stora Enso. |
Con respecto al tema de
la generación de empleo, la carta afirma que "no satisfecha con la
cantidad de tierras adquiridas en el extremo sur de Bahia para la
plantación de eucaliptos, Veracel Celulose avanza ahora
para el sur del estado" y que "solamente en el municipio de Mascote, la
empresa adquirió diversas propiedades. Aproximadamente 400 trabajadores
perdieron sus puestos de trabajo. Gran parte de estos trabajadores se
trasladaron para las periferias de las ciudades vecinas".
Al igual que lo que
está aconteciendo en muchas partes de Uruguay, los firmantes de la carta
denuncian que "En una de las propiedades del Conjunto Santa Rita
(formada por 4 haciendas) adquiridas por Veracel... las casas,
corrales y plantaciones ya fueron destruidos para borrar los vestigios
de que un día hubo allí seres humanos que sobrevivían de la tierra".
También como ya está
ocurriendo en Uruguay, las plantaciones impactan sobre el agua, y en ese
sentido la carta dice que: "En toda la región, la plantación extensiva
de eucalipto promovió la desaparición de diversos ríos y cañadas".
Cuando Stora
Enso se instaló en Bahía, lo hizo en base a las mismas promesas de
empleo, desarrollo y riqueza que ahora está haciendo en Durazno y
Tacuarembó. Según el diario El País, "la información manejada hasta
ahora por Stora Enso" es que durante su fase operativa
generará "unos 3.000 puestos directos e indirectos". En Bahía dichas
promesas no solo no se cumplieron, sino que la empresa generó expulsión
rural, desempleo y miseria. ¿Hasta cuándo seguirán nuestros gobernantes
cambiando nuestro rico patrimonio por espejitos y cuentas de colores?
Grupo Guayubirá
5 de setiembre de 2006