El fin de la era del
combustible fósil
Creamos la tormenta monstruosa |
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El autor plantea que
Katrina es el castigo por el aumento del
calentamiento global. |
Primero fue el rugido de Katrina que azotó la costa del golfo
de Estados Unidos. Ahora, el pavoroso silencio mientras
emergen las víctimas. Parece que todo el Washington oficial
contiene el aliento para que no se escape el secreto sucio:
que Katrina es el castigo por el aumento de las emisiones de
dióxido de carbono y el calentamiento global. Los
científicos nos lo advierten desde hace años. Dijeron que
teníamos que estar atentos al Caribe, que sería el primer
lugar donde los efectos del cambio climático se harían
evidentes por medio de huracanes muy fuertes, incluso
catastróficos. Y así fue.
La realidad es que Katrina se recordará como un “momento
clave” de la era del combustible fósil, el punto en que la
opinión pública estadounidense empezó a desechar el cómodo
mito de que el fin de la era del petróleo y los efectos
cataclísmicos del calentamiento global eran un futuro
remoto.
Katrina no es mera mala suerte. Nosotros creamos la tormenta
monstruosa. Hace casi una generación que estamos enterados
del posible impacto del calentamiento global. Pero seguimos
acelerando, como si no nos importara. ¿Qué esperábamos? El
52 por ciento del total de los vehículos de Estados Unidos
son de alta cilindrada, cada uno de los cuales significa un
motor letal que lanza cantidades récord de dióxido de
carbono a la atmósfera terrestre.
¿Cómo explicarles a nuestros chicos que los estadounidenses
representan menos del 5 por ciento de la población del mundo
pero devoran más de la cuarta parte del combustible fósil
que se produce por año? Y cuando nuestros vecinos de Europa
y el mundo preguntan por qué los estadounidenses se
mostraron tan renuentes a dar prioridad al tema del
calentamiento global mediante la firma del Tratado de Kyoto
sobre cambio climático, ¿qué les decimos?
Es una vergüenza que Estados Unidos y otros países -no somos
los únicos- hayan privilegiado sus caprichos personales
inmediatos en detrimento del bienestar del planeta.
Si pudiera llegar al presidente Bush, esto es lo que le
diría: señor presidente, si hubiera mirado el ojo de la
tormenta, habría visto la futura destrucción del planeta en
que vivimos. Es hora de decirle al pueblo estadounidense y
al mundo que la verdadera lección de Katrina es que tenemos
que utilizar nuestro talento y nuestras energías para
liberarnos del petróleo que amenaza el futuro de todas las
criaturas de la Tierra.
Presidente Bush, ahórrenos sus homilías sobre el valor y la
decisión estadounidenses para “sobreponerse a la tormenta y
perseverar”. En lugar de ello, díganos la verdadera razón
por la que tuvo lugar Katrina. Pídanos a todos que pensemos
en cambiar nuestra forma de vivir derrochando energía.
Ínstenos a conservar nuestras reservas de combustible fósil
y a hacer sacrificios en lo relativo al futuro uso de la
energía. Bríndenos un plan para que Estados Unidos pueda
abandonar los combustibles fósiles en aras de una nueva
energía sostenible que se base en fuentes renovables y en
hidrógeno. Estamos esperando...
Jeremy
Rifkin
Convenio
Brecha / Rel-UITA
12 de
setiembre de 2005
* Autor de La economía del
hidrógeno. La creación de la red energética mundial y la
redistribución del poder en la tierra. Este artículo fue
publicado en Clarín.