El Tribunal
Federal Supremo de Brasil se expidió contra la
paralización de las obras de trasvase del río
San Francisco. Paralelamente, el gobierno
interrumpió el diálogo con la Conferencia
Episcopal, en tanto el Presidente brasileño se
negó a ceder ante los pedidos de suspensión de
las obras.
Obispo
Luiz Flavio Cáppio |
En una resolución del pasado miércoles 19, el
Tribunal Federal Supremo de Brasil (STF,
por sus siglas en portugués) rechazó dos
recursos contra las obras de trasvase -la
“transposição” el Río San Francisco en el
Nordeste del país.
Siguiendo una solicitud de la Abogacía General
de la Unión (AGU), el juez Carlos
Alberto Direito anuló, en primer lugar, la
decisión del Tribunal Regional Federal de la
Primera Región que había dispuesto una medida
cautelar, suspendiendo las obras. Por lo tanto,
las obras podrán continuar hasta que el STF
emita su fallo definitivo sobre la causa, en un
proceso que se podría alargar incluso más allá
de la finalización del proyecto.
La segunda moción de suspensión había sido
presentada por la Fiscalía Federal y fue
rechazada por seis de los nueve integrantes del
tribunal. El fiscal general de la República,
Antonio Fernando de Souza, fundamentó su
solicitud de suspensión del proyecto en la falta
de los estudios de impacto ambiental que exige
la normativa vigente, así como en el
incumplimiento de procedimientos obligatorios
durante el proceso de autorización, ya que las
obras se iniciaron cerca de la ciudad de
Cabrobó (estado de Pernambuco) sin la
realización previa de audiencias públicas con la
presencia de las comunidades afectadas. El
fiscal general había solicitado, además, la
suspensión de la autorización otorgada por el
Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los
Recursos Naturales Renovables (IBAMA).
De esta manera fueron truncadas las expectativas
de movimientos sociales y comunidades afectadas,
de poder instalar un diálogo social sobre el
proyecto, un reclamo que había sido defendido
por la Conferencia Episcopal Brasileña (CNBB),
pero también las esperanzas del obispo Luiz
Flavio Cáppio, de poder paralizar el
proyecto mediante un prolongado ayuno. El
miércoles 19, mientras Cáppio tuvo que
ser hospitalizado después de 23 días sin ingerir
alimentos, el presidente Luiz Inácio da Silva
defendió su insistencia en el proyecto durante
un desayuno con periodistas diciendo: “Si uno
cede ante una cosa así, el Estado acaba”.