Uruguay

 

Un llamado a la Acción

El ejemplo de Florencio Alonso

El límite del río permite la convivencia

con una flora y fauna anfibia de

increíble belleza y diversidad

 

 

El mantenimiento de la biodiversidad y las acciones imprescindibles al momento de dotar de sustentabilidad a nuestro ecosistema agropecuario.

 

En Uruguay, sobre el Río de la Plata y entre las localidades de Conchillas y Carmelo, en un predio de algo más de 300 hectáreas se erige como un baluarte en defensa de la biodiversidad en un equilibrio dinámico de la flora nativa, el establecimiento de Don Florencio Alonso. Desde el portón de ingreso hasta el borde del río, frente a la isla Martín García, se respira un aire diferente, poblado de los aromas de arbustos, árboles y pastos de un “nicho ecológico”, único en el país por su riqueza de especies, muchas de ellas desaparecidas hace décadas en el resto del territorio nacional.

 

Hasta el más desprevenido observador percibe la increíble frondosidad del monte nativo existente en este lugar y se asombra al ver las asociaciones y los equilibrios entre las especies, de manera que se puede echar a andar la imaginación de lo que ha sido la riqueza biológica de nuestros suelos, previo a los desastres de la mal llamada “revolución verde”. Desde las gigantescas “pata de vaca” (Bauhinia candicans) asociadas a esplendorosos mburucuyá (Passiflora coerulea) pasando por magníficos higuerones (Phytolaca dioica) y las más diversas especies de arbustos, hasta encontrar sobre la playa increíbles ceibos (Eritrina cristagallis). Se respiran aromas sorprendentes y los sonidos de la mañana son un canto al sistema ribereño.

La “bóveda verde” de árboles nativos como muestra de una asociación en equilibrio dinámico, permitiendo “acomodamiento” entre especies permite el máximo aprovechamiento de la luz, el agua y los nutrientes

Trato de describir lo que veo, intentando interpretar con mis pobres conocimientos -a tal punto de sentir mi pequeñez ante tanta majestuosidad- e interiormente pienso cuánto mayor es lo que “no vemos” de esta intrincada red de relaciones bióticas y abióticas en semejante “paraíso terrenal”. Cómo se mantiene ese equilibrio entre especies a lo largo del tiempo, en el marco de un sistema natural en el que se establecen relaciones tróficas(cadenas formadas por el conjunto de seres que van alimentándose sucesivamente unos de otros), ese intercambio de materia, energía e información que en su constitución y en su dinámica, la microflora y microfauna que no se muestra a los ojos y el equilibrio químico entre sí y con los factores del ambiente (suelo, agua y atmósfera), representan la más perfecta “sinfonía de la naturaleza” como diría el Maestro Lutzenberger.

 

Más allá de la satisfacción que provoca un lugar así y del asombro permanente que deparan los ecosistemas no degradados, está el fenómeno de la conservación de las especies como si fuera un “puente” desde las épocas pasadas hacia nuestro presente y al de nuestras futuras generaciones, donde la diversidad biológica constituye la fuente de nuevas especies para el sostén de nuestros pueblos. 

Ejemplar de Pata de Vaca en la base de su tronco

 

 

El acto “heroico” de Don Alonso trasciende su vida y la nuestra, máxime teniendo en cuenta el acelerado proceso de erosión genética al que somos sometidos los ciudadanos de estos países, poniendo en riesgo nuestra supervivencia y la de nuestros hijos y nietos. Los “mares” de transgénicos están socavando nuestra ya empobrecida base genética, frente a la pasividad de autoridades, medios masivos, agricultores, técnicos y comunidad científica. Don Alonso ha recibido tentadoras ofertas por su establecimiento las cuales ha rechazado por eso resulta más increíble y ponderable el esfuerzo de este productor rural. A todo esto debemos agregar el conocimiento que el señor Alonso tiene de la flora, tanto en términos de clasificación como en su utilización.

 

Sería un crimen ambiental que este lugar se perdiera, o lo que es peor que se vendiera para ampliar los “mares” de soja transgénica. Como sociedad civil deberíamos encontrar los medios para que ello no ocurra y que se consiga apoyo tanto oficial como privado para declararlo PATRIMONIO BIOLÓGICO DE LA HUMANIDAD y constituir un Centro de Biodiversidad con recursos para la investigación y la recuperación de especies en vías de extinción. Más que nunca hay que reivindicar acciones reales en pos del ambiente y no solo declaraciones de seminario que en nada ayudan y que solo sirven para que algunos “teóricos del medio ambiente” sobrevivan detrás de oficinas con aire acondicionado y paseos frecuentes.

La interfase monte-playa es el escenario de múltiples relaciones entre especies

 

En Fray Bentos, Jorge Mazziotto

© Rel-UITA

24 de enero de 2007

 

 

 

 

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