Resistencia
social a megaproyecto minero
Desde pequeños y
medianos productores rurales y gauchos que manifiestan a caballo hasta grupos
sociales en Facebook, el megaproyecto de la empresa de origen indio Aratirí, que
pretende instalar una mina a cielo abierto en Uruguay, levanta una creciente
oposición social
“Por la defensa de
la tierra y los recursos naturales” varios cientos de personas marcharon por
calles céntricas de Montevideo hasta la sede del parlamento, el viernes 13. El
blanco principal de los manifestantes (la mayoría de ellos venían de zonas
rurales, muchos eran gauchos a caballo) fue el proyecto de una empresa de origen
indio, en Uruguay bautizada Aratirí, de instalar una mina a cielo abierto
en el centro del país.
El proyecto
todavía está en etapa de prospección, pero de concretarse sería la inversión
industrial de mayor envergadura jamás registrada en Uruguay (entre 1.800
y 2.100 millones de dólares), pero también podría ser el causante de uno de los
mayores desastres ambientales y sociales conocidos en el país. Por la naturaleza
de la explotación (las minas a cielo abierto son de los emprendimientos que
mayores consecuencias ambientales negativas tienen), por la afectación de
actividades productivas tradicionales y por los desplazamientos de población que
implica.
Así lo
proclamaron, por ejemplo, los manifestantes que llegaron al marmolado Palacio
Legislativo uruguayo. Casi todos provenían de los departamentos (provincias) que
más se verían alterados, de una u otra manera, por la minera: Cerro Largo,
Treinta y Tres, Rocha, Florida, Durazno y Lavalleja. En total, el proyecto
involucra unas 120.000 hectáreas, entre la zona de exploración y de instalación
de la mina propiamente dicha y las tierras por las que pasaría el mineroducto de
230 kilómetros de largo que llevaría el hierro extraído hasta un puerto que se
construiría en el balneario de La Angostura, en el departamento de Rocha,
cercano a la frontera con Brasil.
Entre los
manifestantes había habitantes de las localidades de Valentines y Cerro Chato,
epicentro del proyecto minero. “Nos van a destrozar miles y miles de hectáreas,
muchas de ellas tierras productivas, a desviar cursos de agua, y a obligar a que
2.600 personas que trabajan en esas zonas sean desplazadas”, decían. Otros
venían de Rocha, de las cercanías de La Angostura, que vive sobre todo del
turismo, una actividad que en caso de que el emprendimiento se lleve a cabo se
vería seriamente perjudicada.
O de Aguas Dulces,
Valizas, La Paloma, Punta del Diablo, pueblitos o ciudades del mismo
departamento que se verán afectados no tanto por el proyecto minero sino por
otro, el de la ampliación del puerto oceánico de La Paloma, prevista en el marco
de otro mega emprendimiento industrial, el relacionado con la forestal de origen
finlandés UPM (ex Botnia). Aratirí y UPM, decían, forman parte de un mismo hilo
conductor.
“La minería a
cielo abierto es una de las industrias más contaminantes del planeta,
destructora de los valores y las culturas productivas de las comunidades”,
afirmaba la proclama leída en el acto. “¿Por qué no dar a las tierras afectadas
por este proyecto que beneficiará fundamentalmente a sus impulsores, otros usos
productivos?”, se preguntaba un joven integrante de una de las organizaciones
sociales promotoras de la concentración.
Y es que el
cuestionamiento al modelo productivo impulsado por el gobierno era otro de los
ejes de la convocatoria a la manifestación. “En el discurso oficial se habla de
otra cosa, se dice que se está apostando a un Uruguay ‘agro inteligente’, que
incorpore valor agregado a su producción, pero los mega proyectos que se
impulsan, en el sector forestal, en el minero, van en sentido de una
consolidación de la primarización de la economía nacional”, sostiene uno de los
participantes del grupo de Facebook, Juntada de firmas contra megaminería
Aratirí.
La red social se
ha convertido en un punto fuerte de la agitación contra el proyecto industrial.
Uruguay libre de minería contaminante, No a la minería a cielo abierto
en Uruguay son otras de las páginas de la red al respecto. Todas ellas
promueven una campaña de recolección de firmas contra la minera, como lo hacen
diversas organizaciones sociales y sindicales.
No es Aratirí el
único proyecto minero en danza en el Uruguay. Hay otros inversores
extranjeros interesados en instalar una explotación de níquel en Rocha. La
Dirección Nacional de Minería ya recibió solicitudes de prospección al respecto.
Productores rurales de las localidades de Lascano y Cebollatí, donde se
radicaría la inversión, temen que la “falta de transparencia” que rodea al
proyecto de Aratirí se repita en su zona.
Rosario
Juambeltz,
presidenta de la Comisión de Fomento Rural de Sarandí del Yi, una de las
localidades involucradas por la iniciativa de la empresa de origen indio, dice
que lo que se sabe de Aratirí es poco y nada. “La falta de información es
preocupante. Aratirí está comprando campos en la zona, y algunos productores se
ven obligados a vender porque todas las propiedades que están a su vuelta ya
vendieron”, dijo al diario El País, manifestando su alarma por el abandono de
actividades productivas “sustentables y generadoras de empleo” por el avance de
la minera.
El proyecto
también tiene algún respaldo, “Si bien son intereses muy respetables, se trata
de un movimiento muy menor” comparado con el que está involucrado en la
resistencia a la minera, dijo un productor rural de Cerro Chato al matutino La
diaria. “Aquí hay un país movilizado”, afirmó, en referencia a los participantes
en la manifestación que culminó en el Palacio Legislativo.