Uruguay

Informe Bella Unión - Primera parte

El surco, cuando une

Acorralados por la miseria, el hambre, la destrucción del ambiente y las enfermedades producidas por los agrotóxicos, en el norte uruguayo decidieron unirse pequeños productores y asalariados rurales para demandar políticas agrarias al gobierno actual y al que vendrá.

 

Por la noche del viernes 3 de diciembre, en el modesto local de la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA), se reunieron integrantes de este sindicato y pequeños productores de la zona para oficializar su unión en una organización común: Asalariados y Pequeños Agricultores Rurales (APARU) de Bella Unión. El nuevo grupo presentó una serie de demandas sintetizadas en 15 puntos, que van desde la aplicación de políticas crediticias para los productores hasta reparto de tierra a los trabajadores.

 

Este alumbramiento es el resultado de un largo proceso de discusión entre actores económicos y sociales históricamente enfrentados, que ante la aguda crisis decidieron priorizar sus acuerdos sobre sus diferencias, sin olvidar estas últimas, señalan ambas partes.

 

Luis López, presidente de UTAA, es hijo de "peludos" (cortadores de caña de azúcar), y él también lo es. Javier Soria, productor hortícola, proviene de una antigua familia de agricultores de la zona y es primo del actual intendente del departamento de Artigas. Ambos tienen 37 años, son casados, con hijos y no terminaron el primer año de la enseñanza secundaria.

 

Tanto Soria como López tienen reputación de hombres de ideas firmes y de hablar directo y se los considera incansables cuando doblan el lomo sobre el surco. Ninguno de los dos se concibe en otra tarea que no sea la de laborar la tierra y ambos están dispuestos a defender su trabajo en ella a cualquier precio.

 

Pese a sus extracciones sociales diferentes tienen rasgos comunes: hablan poco y miden sus palabras. Jamás interrumpen una pregunta y se toman su tiempo para responder. La mirada de ambos es calma pero la fijan en su interlocutor como pretendiendo leer intenciones ocultas y más aun si se trata de alguien de la ciudad. Respetuosos en extremo tienen una memoria prodigiosa para recordar lo dicho. Para ellos la palabra se empeña y vale, y no precisan firmar papeles para sellar acuerdos de lo que sea. De una paciencia implacable, como suele verse en los hombres de la campaña uruguaya, parecen resignados hasta que llega el momento de decidir.

 

Mientras arma un cigarro, López explica que con esta alianza o unión con muchos de los que fueron sus patrones, UTAA -fundada en los años sesenta por el líder campesino y jefe de lo que fuera la guerrilla tupamara Raúl Sendic- no ha arriado las banderas históricas del sindicato y mantiene su enfrentamiento con los grandes productores, "esos que han explotado a los peludos siempre”.

 

Cuando en 1985 Sendic salió de la cárcel, en la cual pasó trece años en durísimas condiciones, planteó la necesidad de crear un "Frente Grande" que trascendiera al ya constituido Frente Amplio, una coalición que alberga a lo esencial de la izquierda uruguaya. El 31 de octubre pasado, la alianza Encuentro Progresista - Frente Amplio - Nueva Mayoría ganó las elecciones nacionales, y el 1 de marzo de 2005, por primera vez en la historia, Uruguay tendrá un presidente de izquierda, Tabaré Vázquez. El Frente Grande que planteaba Sendic, aclara López, era diferente al actual, porque debía "crecer de abajo hacia arriba y eso es lo que nosotros hacemos en Bella Unión al juntarnos con los pequeños productores: unirnos desde la base".

 

Agricultores como Soria, que "ponen la mano en la tierra", han sido excluidos de las organizaciones de los grandes productores. Asfixiados por problemas económicos, son continuamente expulsados de la tierra. "Muchos de ellos viven en las mismas condiciones que nosotros", señala López. Sin embargo, agrega este dirigente sindical, "hay compañeros nuestros que a veces se resisten a caminar junto a los productores, pero tenemos que convencernos de que debemos hacer un quiebre de cintura y comprender la nueva situación que nos empareja. Lo cual no significa olvidar las diferencias. Capaz que en el futuro, cuando salgamos de ésta, nos volvamos a enfrentar".

 

Soria, a su vez, trabaja un predio de 12 hectáreas y aunque ahora no tiene empleados conoce desde que nació a los peludos y ha trabajado a la par de ellos "Yo nunca los traté como personas extrañas y soy su amigo", dice, aunque admite que esta relación no es la común porque "muchos productores hacen valer su poder y explotan a la peonada".

 

Considera Soria que los grandes productores han excluido a los pequeños de las organizaciones gremiales y no contemplan sus reclamos ante los gobiernos. "Los grandes no nos representan", destaca, y reflexiona que los golpes lo han hecho "cambiar de idea" y ahora apuesta a la izquierda.

 

Tanto López como Soria piensan que el futuro gobierno será mejor que los anteriores. Sin embargo, "debemos unirnos abajo y respirarles en la nuca a los dirigentes para que cumplan lo que prometieron", advierte finalmente el trabajador y asiente el productor.

 

 

Carlos Caillabet

© Rel-UITA

10 de diciembre de 2004

  

 

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