Así lo señalaron a EFE varios negociadores que participaron
en una reunión de jefes de delegación, que duró hasta
después de la medianoche del miércoles y en la que volvieron
a aflorar las grandes diferencias que subsisten entre los
países ricos y pobres frente a un texto que se pretende
aprobar el próximo 30 de julio en Ginebra.
En nombre del G-20 de países en desarrollo con fuertes
intereses agrícolas, Brasil criticó duramente varias partes
del documento, como la relativa a los apoyos internos al
sector agrícola, diseñada, según muchos, para favorecer
sobre todo a Estados Unidos ya que le permitiría seguir
apoyando masivamente a sus agricultores con la llamada "Farm
Bill".
Un diplomático latinoamericano del grupo de Cairns,
habitualmente muy comprensivo con las dificultades de los
países ricos para reformar sus agriculturas, expresó a EFE
su disgusto por la insistencia de Washington en defender
contra viento y marea las multimillonarias ayudas al sector
prevista en esa ley agrícola.
"Estados Unidos, que hizo en su día profesión de fe en la
liberalización del sector y se dijo dispuesto a hacer un
enorme esfuerzo en la reducción de sus apoyos internos,
había justificado hasta ahora su Farm Bill como medida
provisional para poner sus ayudas al nivel de las de los
europeos, explicó el diplomático.
"Sin embargo, ahora que la Unión Europea ha acometido su
propia reforma de la agricultura, Washington no quiere
renunciar a su Fam Bill, sobre todo en un año como éste de
elecciones", agregó en tono crítico.
El G-20 y otros grupos de países en desarrollo critican
sobre todo la posibilidad que ofrece el texto a los países
ricos para que continúen apoyando a sus agricultores,
cambiando simplemente las etiquetas en sus paquetes de
ayuda.
Uno de los aspectos del texto más criticados es el relativo
a los productos protegidos con elevados aranceles: los
conocidos en la jerga de la OMC como "sensibles" en el caso
de los países ricos y "especiales", cuando se trata de
países en vías de desarrollo.
Estos últimos se quejan de que la propuesta de acuerdo marco
sobre agricultura vaya a permitir en la práctica que la
Unión Europea, Japón o Estados Unidos elaboren largas listas
de productos que desean seguir protegiendo de la competencia
exterior.
Así, el texto equipara prácticamente los futuros productos
"sensibles" con los que en este momento están sujetos a
contingentes arancelarios en las aduanas de los países
ricos, lo que significa que, por ejemplo, un 25 por ciento
de las importaciones agrícolas europeas podrían caer en esa
categoría.
Japón incluso dijo en la OMC que quería seguir protegiendo
con aranceles especiales el 30 por ciento de sus
importaciones.
Según la organización no gubernamental Oxfam, Estados Unidos
y la Unión Europea juntos tienen actualmente en vigor 141
contingentes arancelarios que cubren cientos de productos.
"Es el mundo al revés. El trato especial y diferenciado no
se reserva para los países en desarrollo, como establece el
mandato de Doha que lanzó la ronda, sino para los ricos",
denunció este jueves 22 de julio en conferencia de prensa
una representante de la organización no gubernamental Oxfam.
"La regla debería ser la liberalización y las excepciones
deberían ser pocas y sujetas a criterios negociados
colectivamente por todos", comentó a EFE un negociador
centroamericano.
Según este diplomático, lo grave es que mientras se deja en
la práctica a los países ricos designar cuántos y qué
productos quieren proteger, en el caso de los países pobres
se habla de condiciones que habrá que negociar entre todos
antes de que puedan elaborar su propia lista.
EFE
por Joaquín Rábago
22 de julio de 2004