Aparte del tradicional subproducto de la
industrialización de la caña de azúcar, el azúcar refinado,
se puede obtener cientos de variedades de derivados:
alcoholes de diferentes tipos, entre ellos el etílico y el
amílico; aguardiente, ron refino, cremas saborizadas,
anhídrido carbónico, biogás, metano, compost, cal hidratada,
tableros de partículas de fibra, puertas para interiores,
muebles, alimentos humanos y animales y derivados de uso
energético como el bagazo, entre otros.
De hecho, en un seminario realizado entre el
14 y el 15 de diciembre en la ciudad de Bella Unión, y en el
que participaron fundamentalmente productores y
sindicalistas, se presentaron propuestas concretas para la
reactivación de la producción azucarera y la
industrialización de los derivados de la caña. Azúcar,
alimento animal y la fabricación de alcohol como combustible
alternativo al petróleo fueron algunas de las producciones
propuestas.
El evento, que reunió a más de 150 personas,
se realizó en el salón de actos de la Junta Autónoma de de
esa ciudad del departamento de Artigas, lindero con Brasil,
y fue organizado por la Universidad de la República, la
Secretaría Regional Latinoamericana de la Unión
Internacional de Trabajadores de la Alimentación y la
Agricultura y el Plenario Intersindical de Bella Unión.
El etanol, a partir de la caña de azúcar, es
una de las posibilidades más claras que se le presentan a
Uruguay para desarrollar un combustible basado en una
actividad productiva que a su vez tiene un impacto económico
y social fundamental para los centros poblados en donde se
realiza. Agregar un 10 por ciento de etanol como aditivo al
combustible reduciría hasta en 30 por ciento las emisiones
de monóxido de carbono y entre 6 y 10 las de dióxido de
carbono, eliminándose el uso del MTBE (metil-ter-butil-eter),
un compuesto químico derivado del petróleo que de acuerdo a
estudios de la Agencia Ambiental de Estados Unidos
constituye un potente cancerígeno, altamente volátil,
soluble en agua, cuyo empleo fue prohibido en numerosos
Estados de Estados Unidos, así como en Canadá, Brasil y
otros países.
En el seminario de Bella Unión se abordaron
también otros temas, como la necesidad de de un plan para
resolver la emergencia social en la zona, la reimplantación
del ferrocarril como vehículo de transporte de pasajeros y
carga, y el papel de los movimientos sociales, que hoy no
son consultados por las autoridades políticas a la hora de
definir temas fundamentales.
La mayoría coincidió en que la deprimente
situación de la industria azucarera nacional obedece al plan
de desmantelamiento del sector aplicado por los gobiernos
conservadores que se sucedieron tras la restauración
democrática, en 1985, que continuaron en ese sentido
políticas comenzadas bajo la dictadura militar. Se destacó,
por ejemplo, que de los 110 países productores de azúcar
apenas dos no subsidian esa industria: Nueva Zelanda y
Uruguay.
Ciudades como Bella Unión (en Artigas), y
Constitución y Belén (Salto) se han visto arruinadas tras
los ataques lanzados desde el Poder Ejecutivo contra la
industria azucarera. Constitución comenzó su decadencia
luego que en los primeros años de la década de los ochenta
se cerrara el ingenio de El Espinillar. Otras actividades
productivas que se desarrollaron posteriormente en el área
no lograron jamás tener el efecto generador de empleo que sí
tuvo la agroindustria azucarera. Bella Unión fue conociendo
la misma evolución desde 1992, año en que se firmaron los
acuerdos del Mercosur, que determinaron una disminución de
los aranceles que protegían el sector. La agroindustria de
la caña de azúcar ocupaba hasta entonces trabajadores en
forma permanente, lo cual no es común en el campo uruguayo,
donde la mayoría de los empleos ofrecidos son zafrales.
Hoy la realidad es muy distinta, ya que el
desempleo y la precarización laboral campean. En épocas en
que el área plantada llegaba a las 10 mil hectáreas había
2.000 trabajadores ocupados en el campo y 700 en el ingenio,
durante siete meses.
Actualmente hay 900 y 480 respectivamente,
que trabajan apenas dos meses, tiempo de duración de la
zafra.
De todas maneras, en el seminario de Bella
Unión quedó claro que existen alternativas.
Héctor Vicente
Diario La Juventud
22 de diciembre de 2004